Andrés Pérez vivía en Conchalí cuando a los 10 años perdió a su padre. Sin embargo, este golpe vendría acompañado de otro que probablemente le cambiaría la vida: la orquesta de jazz, Conchalí Big Band, una agrupación comunal, fundada en 1994, reclutadora de niños en riesgo social y de la que terminaron emergiendo músicos de la talla del mismo Pérez, Agustín Moya y Cristián Gallardo.
“Fue un proyecto que siempre estuvo bajo la presión política de turno, pero que nunca llegó a ser respaldado de manera integral por el Gobierno. Con cada cambio de alcaldía pendía de un hilo porque a las autoridades nunca les ha interesado el desarrollo cultural de la comunidad”, recuerda el músico. No obstante, pese a las limitaciones, según Pérez, dicho proyecto terminó salvándole de caer en instituciones tan cuestionadas actualmente como el Sename, además de permitirle descubrir que su talento podría convertirse también en su herramienta de vida.
Hoy, algunas décadas después de este episodio, convertido en el director de la Mapocho Orquesta, y con amplio conocimiento sobre los problemas a los que se enfrentan quienes trabajan en el ámbito artístico y cultural, Pérez es candidato por el Distrito 10 a la Convención Constituyente, integrando la lista “Independientes por la nueva Constitución”.
“Mi motivación tiene que ver con levantar una serie de propuestas que están vinculadas con la importancia de la promoción directa de la creación, en todos los lenguajes, un Estado nuevo, no uno subsidiario como el actual, que permite que estas brechas y desigualdades sigan acrecentándose”, asegura el músico en conversación con Diario y Radio Universidad de Chile.
Sin desentenderse de las dificultades que atraviesa el rubro cultural en medio de la pandemia, Pérez afirma que el sector está completamente olvidado por el Estado y fuera de cualquier instancia de apoyo gubernamental. “Ni si siquiera somos reconocidos como trabajadores y trabajadoras. Ni siquiera se ha mencionado en la Constitución los derechos culturales, la importancia de la protección del patrimonio inmaterial”, agrega.
Por tal razón, sus propuestas referentes consideran la protección y desarrollo de la cultura desde la perspectiva de los derechos consignados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los cuales van desde la libertad de creación hasta la protección y difusión permanente y directa del arte, pasando por garantizar el acceso de esto mismo para todos en igualdad de oportunidades.
Asimismo, el músico asegura que el irrespeto de estos derechos ha generado un distanciamiento entre el aparato estatal y los trabajadores de la cultura. Esto mismo, según su reflexión, ha sido mucho más notorio desde el inicio de la pandemia, pese a que, en el papel, el Gobierno ha buscado algunas instancias de conversación con diversos representantes del rubro.
“Hoy día el Estado sí convoca a los trabajadores y trabajadoras de la cultura; por ejemplo, la Coordinadora Intersectorial de Culturas en Emergencia ha levantado una serie de propuestas respecto de la precariedad, de lo que significa estar en tiempos de pandemia, y le ha propuesto al Ejecutivo medidas como protocolos seguros para volver a nuestros trabajos. Pero nada de eso ha sido considerado por el Estado. Solamente se cita para conversar y no existe una instancia vinculante”, critica.
Esta falta de vinculación del aparato estatal con las necesidades reales de la población es para Pérez también una proyección de lo que podría significar la Convención Constituyente si es que la ciudadanía no se mantiene vigilante del cumplimiento de las demandas que propiciaron este proceso.
Así, el músico afirma que su llamado tanto a las y los candidatos y a la ciudadanía es a que “comprometan a los candidatos a que trabajen en el reglamento para generar instrumentos participativos y vinculantes con las organizaciones y demandas sociales. De lo contrario, esta oportunidad histórica se puede transformar en una gran cocina política. Van a ser 155 candidatos y candidatas electas, si no generamos una presión para que se creen instrumentos vinculantes con los territorios, la Convención le va a dar la espalda al pueblo”.
Gracias a sus años de experiencia como formador musical de niños, niñas y adolescente, Pérez también es un convencido de que la nueva Carta Fundamental debe dejar de verlos como sujetos de protección, pasando a ser sujetos de derecho. En tal sentido, afirma, la educación artística puede proporcionar herramientas que les permitan expresar sus opiniones, pero también, y por qué no, encontrar su medio de vida.