Durante la pandemia, el colectivo artístico La Patogallina se impuso un desafío: correr los límites de su trabajo para desarrollar una propuesta capaz de incluir diversas disciplinas en su puesta en escena. Anteriormente, la compañía ya había accionado este tipo de búsquedas, pero ahora el reto era distinto e implicaba una experimentación mucho más osada.
Con ese propósito, surgió Cauri Pacsa. Los niños y El Plomo, proyecto escénico que se planteó como un espectáculo y que recoge un hecho histórico: el descubrimiento del Niño del Cerro El Plomo. Desde hace mucho tiempo, la agrupación pretendía iniciar un trabajo sobre la ofrenda incásica, pero estas intenciones sólo se materializaron durante el último año cuando la compañía realizó un radioteatro inspirado en este hito.
Finalmente, ese ejercicio desembocó en una propuesta mucho más grande e incluyó a los músicos Joe Vasconcellos, Aldo “Macha” Asenjo y Claudio “pajarito” Araya, quienes compusieron melodías, especialmente, para este proyecto. A ello se sumó la colaboración del artista visual Norton Maza, quien elaboró el diseño visual de la obra.
“Muchas veces estos temas se tratan de manera muy formal, de manera muy clásica y no llegan como uno quisiera que llegasen al público, como un espectáculo que se transforme en algo popular, que mucha gente lo quiera ver. Por lo tanto, ese es nuestro objetivo principal: difundir esta historia y provocar esa inquietud en el público para que se acerque ese conocimiento”, dijo Martín Erazo, director artístico de La Patogallina.
“Detrás de lo del Niño del Plomo hay todo un tema de ignorancia sobre todas las culturas precolombinas, sobre los pueblos indígenas. Hay una historia también con el pasado inca de Santiago que es algo que muy poca gente conoce. O sea, también nos interesa poner sobre el tapete estas historias desconocidas que han ocurrido acá y que están ahí y que a nosotros nos parecen súper potentes”, añadió.
Desde el punto de vista del formato, Cauri Pacsa. Los niños y El Plomo transcurre tal como si fuese un radioteatro, es decir, en escena se presenta un estudio que combina la estética de La Patogallina con las instalaciones de Norton Maza. Además, en escena hay espacio para la música en vivo, lo que devela un ejercicio mucho más experimental que otras propuestas de la compañía.
“Para nosotros también es una experiencia diferente, porque tenemos otra línea, entonces, también ha sido súper bueno, porque ahí aparece una cosa más sugerente, más conceptual y que va por otra línea. También se trata de no quedarnos pegados con lo que ya hemos hecho”, explicó Erazo.
“Entonces, lo sonoro es súper importante, pero también lo visual. Hay todo un ambiente, una atmósfera que se va completando (…). Estamos asumiéndolo como un lenguaje más complejo en el sentido de que es un espectáculo, pero también tiene algo de concierto”, agregó.
Actualmente, la obra se encuentra en plena etapa de ensayo y, según lo programado por el colectivo, la idea es estrenar a principios de 2022. Sin embargo, durante estos meses la agrupación pretende develar algunos detalles de la pieza con el objetivo de seguir en contacto con el público. Así, las canciones creadas para el montaje serán liberadas próximamente. “El público siempre nos ha acompañado. Eso es una de las cosas vitales en todo este proceso”, manifestó al respecto Martín Erazo.
Un rescate patrimonial
Durante este segundo semestre, el colectivo artístico también comenzará a prepararse para celebrar sus 25 años. En ese contexto, la compañía lanzará un libro sobre su trayectoria: en él se incluirán imágenes y una cronología respecto de sus momentos más significativos. En definitiva, se trata de un ejercicio patrimonial que pretende ser compartido con todo el público.
Según indicó Martín Erazo, es relevante dejar este registro, sobre todo, porque los trabajos de La Patogallina no son replicados por otras agrupaciones. En esa línea, el director artístico afirmó que durante la pandemia el colectivo también ha ido registrando cada uno de sus montajes. “Hemos estado registrando obras de nuestro patrimonio como compañía, pero no para meterlas en portales online, sino que para que queden bien registrados”, dijo.
“Si no nos preocupamos de la memoria y de que las cosas que estamos haciendo queden en alguna parte, nadie se va a preocupar, porque si bien somos un grupo más reconocido, siempre estamos en la independencia. Por eso mismo estamos concentrados en sacar el libro, sacar las obras grabadas y en todo el proceso de patrimonio”, recalcó.
Martín Erazo también indicó que los 25 años de La Patogallina han sido “confortables” y que como agrupación siempre se han involucrado en temas que realmente los motivan. Según dijo, eso ha sido clave para mantenerse durante tantos años y, sobre todo, durante la crisis sanitaria.
“Cada uno ha buscado dentro de La Patogallina las cosas que le gusta hacer, algunos han cambiado, partieron con una cosa y están haciendo otra, pero siguen dentro del grupo. El grupo no es una estructura fija, sino que es algo que está tan vivo como nosotros que vamos cambiando. Eso también ha sido importante”, concluyó el director.