A fines de los años 60 y en más de una oportunidad, Salvador Allende planteó la idea de crear una editorial estatal. Incluso, en 1967 formuló un proyecto que nunca llegó a puerto en el Congreso. Por ello, cuando asumió la presidencia, el gobierno de la Unidad Popular comenzó a sondear las posibilidades para concretar la propuesta.
Las primeras reuniones en torno a la editorial estatal se dieron durante el segundo semestre de 1970 y, rápidamente, surgió una alternativa: comprar el sello Zig-Zag que, en ese momento, enfrentaba una crisis severa. Fue así como el 12 de febrero de 1971, el Gobierno hizo un anuncio inesperado y puso en marcha su propia editorial: Quimantú (Sol del Saber).
“La nueva editorial del Estado contribuirá eficazmente a la tarea de proveer a los estudiantes chilenos de sus textos de estudio, de promover la literatura nuestra y de permitir que el libro sea un bien que esté al alcance de todos los chilenos”, señaló entonces el Presidente Salvador Allende. “El paso que hemos dado significa el inicio de una nueva etapa en la difusión de la cultura en nuestro país”, dijo.
Pero, la dictadura vino a truncar todos estos planes y los libros producidos por el sello fueron quemados, mientras, la editorial quedó en manos de los militares bajo el nombre Gabriela Mistral.
Reconstruir la historia
Hoy, son muy pocos los textos que revisan la historia de Quimantú. Entre las publicaciones existentes figuran libros como Un sueño llamado Quimantú de Hilda López y Quimantú: prácticas, políticas y memoria de María Isabel Molina, Marisol Facuse e Isabel Yáñez. Pero, en general, la experiencia es un hito muy poco difundido.
Por esa razón, hace un par de años, el artista visual Carlos Montes de Oca y el diseñador Pedro Álvarez se propusieron reconstruir el catálogo del sello editorial. Consultando en ferias de antigüedades y armando una red de colaboradores, los investigadores reunieron más de mil 500 registros entre libros, revistas, textos políticos, educativos y periodísticos.
Ese corpus fue significativo y decantó en la creación de la plataforma digital Sol del Saber, espacio que exhibe una amplia muestra del trabajo realizado por Quimantú y que transita por colecciones fundamentales del sello, por ejemplo, “Cuncuna”, “Minilibros” y las revistas Estadio y Paloma, entre muchos otros.
“No había ningún lugar disponible donde acceder al catálogo de Quimantú”, explicó el artista visual Carlos Montes de Oca respecto del inicio del proyecto. “Tampoco hay un listado con datos. Entonces, fue muy difícil de armar”, añadió, indicando que la investigación se realizó durante la pandemia, lo que complejizó aún más el acceso a los registros.
“Había publicaciones que no estaban en ninguna parte. Solamente por los números uno se puede guiar y saber que falta uno que otro ejemplar. Con la revista Mayoría fue extraño. En la Biblioteca Nacional figuraba la colección completa, sin embargo, no tuvimos acceso porque, al parecer, estaba en malas condiciones, En la Biblioteca del Congreso Nacional también figuraba toda la colección completa, pero no la tenían. Seguramente, alguien se la robo, por lo tanto, en la revista Mayoría aparecen seis ejemplares de 70 o puede ser mucho más”, explicó el artista visual.
Carlos Montes de Oca indicó que, durante la dictadura, se borró gran parte de esta historia editorial y que, por lo mismo, es muy difícil reconstruir este periplo. No obstante, señaló que muchos de estos libros resistieron al tiempo y por varias razones. Primero, porque los tirajes de Quimantú eran altos y, segundo, porque los mismos lectores se encargaron de conservar este patrimonio.
“Todavía encuentras uno que otro libro nuevo y eso es fruto de que estuvieron escondidos o enterrados u ocultos en los entretechos. Mucha gente los escondía o los llevaba a las casas de campo. Entonces, siempre aparecen en reventas”, comentó.
Un modelo inédito
Quimantú fue un proyecto editorial que se encargó de llegar a un público amplio y por medio de diferentes propuestas. En sus colecciones figuran títulos dirigidos a mujeres, hombres, jóvenes y niños.
Para contar esta historia, la plataforma “Sol del Saber” se organizó en tres ejes: división editorial, división periodística y división infantil y juvenil. Así, a partir de ese recorrido es posible conocer los trabajos de colecciones como “Cordillera”, que incluyó títulos de autores como Carlos Droguett, Germán Marín, Kafka y Braulio Arenas, entre otros. También destaca la colección “Minilibros”, “Cuadernos de Educación Popular”, “Clásicos del Pensamiento Social” y “Figuras de América”. Mientras, respecto de las revistas, destaca Ahora, Estadio, Confidencias, Paloma y Telecran.
Cada una de estas portadas es acompañada por una ficha técnica que revela detalles como, por ejemplo, el año de publicación y el tiraje. También existen datos sobre las portadas, lo que da a conocer una ardua vorágine respecto del diseño.
“Quimantú era una especie de elefante, una editorial donde trabajaban más de mil y tantos operarios, entre gerentes, dibujantes, gente encargada de los textos. Era un proyecto bien grande y nosotros tratamos de ver cómo esto se fue configurando”, explicó Pedro Álvarez, diseñador y Doctor en Historia de la Universidad Católica.
“Y, podríamos decir, que la editorial no tiene una línea súper bien articulada en cuanto el diseño, porque hay colecciones que tienen líneas editoriales súper concretas como Minilibros’, donde todas las portadas siguen una misma línea editorial. Pero, hay otras colecciones en donde el diseño es un poco más disperso. No te encuentras con un patrón de diseño editorial, entonces, se dan un poco ambas cosas”, dijo.
“Ellos tenían que trabajar de forma muy apurada. Trato de ponerme un poco en el pellejo de los diagramadores y directores de arte y tiene que haber sido un trabajo como bien estresante, porque estaban diseñando portadas de libros diariamente, portadas que no eran tirajes de 3 mil ejemplares, ni de 5 mil, eran 50 mil ejemplares, 80 mil, 10 mil, o sea, una tremenda responsabilidad”, agregó el investigador, indicando que en este trabajo destacaron obras de ilustradores como Nato y Hernán Vidal.
El investigador también indicó que este proyecto de rescate arrojó varias luces sobre el alcance de la editorial Quimantú y que, si bien quedaron títulos que aún deben ser incluidos, lograron dar con antecedentes claves de esta historia: “Empezaron a aparecer algunas publicaciones que no estaban dentro del catálogo. Apareció una revista de los obreros que no se llegó a publicar y encontramos que Quimantú tenía la intención de diseñar unos quiosco para hacer circular las publicaciones en las calles”.
“Derechamente, debe haber un par de revistas que se publicaron y que no están disponibles o están en alguna casa de algún coleccionista. Es posible que haya material que no logró salir, que no se imprimió o que fue quemado. Entonces, este es un catálogo que intenta ser lo más completo, pero, posiblemente, por ahí hay algún tipo de material que no logramos encontrar por lo cruento que fue el golpe militar y por la quema”, concluyó.
“Sol del Saber”
La plataforma “Sol del Saber” ya se encuentra en línea, pero, según lo adelantado por los investigadores, aún quedan títulos por sumar. El proyecto también considera la presentación de un libro que busca difundir, aún más, el catálogo del sello editorial.