Víctor Jara y el teatro: el lado más desconocido del artista nacional

Con el objetivo de relevar el rol que jugó el cantautor y director teatral en el desarrollo de las artes escénicas, el Teatro Nacional Chileno realizó una ceremonia en la que inauguró uno de los camarines del teatro, espacio que fue identificado con una placa que lleva el nombre del multifacético artista.

Con el objetivo de relevar el rol que jugó el cantautor y director teatral en el desarrollo de las artes escénicas, el Teatro Nacional Chileno realizó una ceremonia en la que inauguró uno de los camarines del teatro, espacio que fue identificado con una placa que lleva el nombre del multifacético artista.

A mediados de 1950, Víctor Jara comenzó a instalarse en el ambiente teatral de la época. Sólo tenía 24 años, pero confiaba de tal modo en su talento que, en 1956, no dudó en audicionar para la carrera de actuación de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile.

“Se sentía nervioso e inhibido con  sus ropas heredadas, la chaqueta demasiado corta y  para colmo, las pesadas botas de gruesa suela le quedaban chicas y le lastimaban los pies. Pero no estaba dispuesto a que este hecho entorpeciera su improvisación”, advierte una publicación de la Fundación Víctor Jara. 

“Se sentó en el suelo y se descalzó antes de enfrentar a la comisión, compuesta por personas de severo semblante, sentadas detrás de una larga mesa. A Víctor se le pasó por la cabeza en un momento de pánico, la idea de que podía tener los calcetines rotos”, se lee en el texto. 

A partir de este hecho, el joven artista inició una carrera que estaría fuertemente vinculada a la historia del ex Teatro Experimental, hoy Teatro Nacional Chileno (TNCh). No obstante, esta faceta también impactaría en el desarrollo de las artes escénicas. 

En ese contexto, este martes, el espacio dependiente de la Universidad de Chile realizó una actividad para relevar el rol del artista en el teatro, labor que quedó plasmada en montajes que hoy son considerados claves dentro de la historia teatral, entre ellos, Ánimas de día claro, Los invasores y La remolienda.

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La actividad, que se realizó de forma presencial en la Sala Antonio Varas, siendo transmitida por las plataformas virtuales del espacio, contó con la presencia del rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi; el decano de la Facultad de Artes del plantel, Fernando Carrasco; el director del Teatro Nacional Chileno, Cristian Keim; y los actores Mario Lorca y Mónica Carrasco. 

En ese sentido, el rector Ennio Vivaldi indicó que es importante rescatar aquella historia que está enquistada en nuestra memoria y que causa profunda emoción. De acuerdo a ello, manifestó que Víctor Jara nos remite a los años 60, a la lucha por las injusticias y al momento del Golpe de Estado. Asimismo, indicó que su asesinato permite entender lo que “representaba y sigue representando” en nuestra cultura. 

“Las cosas que nos causan emociones profundas son las cosas que merecen ser recordadas. Tiene perfecto sentido que nuestro cerebro, cuando hay emociones intensas, genere una memoria que perdura. Escuchar las canciones de Víctor Jara, nos lleva a recordar lo que fueron los años 60 y lo que era Chile hasta el momento del Golpe de Estado. Fue tan feroz la dictadura que se instala en Chile, que dentro del dolor de lo que significa Víctor Jara y cómo muere, el punto es la brutalidad que fue necesaria para intentar detener lo que representaba”, dijo.

La máxima autoridad universitaria del plantel también destacó el rol de la Universidad de Chile dentro del desarrollo artístico del país y afirmó que en el resto del mundo “es muy raro que una universidad tenga tanta incidencia en la vida nacional”. En tanto, expresó que la Casa de Bello tiene que ser responsable respecto de la promoción del carácter “iluminador” de la cultura y las artes. 

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En esta ocasión, no sólo se inauguró uno de los camarines del teatro, espacio que fue identificado con una placa que lleva el nombre del multifacético artista, sino que también, se presentó un adelanto de una de las obras que estrenará el espacio en noviembre próximo: Sala 13. 

El montaje, que nace a partir de un proyecto de investigación respecto de la historia del Teatro Nacional Chileno, indaga en la figura de Jara y recuerda el periodo en que, literalmente, el artista vivió en la sala de calle Morandé. 

Cristian Keim, director del Teatro Nacional Chileno, sostuvo que este homenaje también surge en el marco del aniversario número 80 del espacio universitario. En esa línea, indicó que “Víctor Jara es una de las piedras fundamentales que pasaron y construyeron este lugar”. Además, el gestor manifestó que no hay que olvidar que el Teatro Nacional es mucho más que un edificio, sino más bien, una compañía. De ahí que su próxima producción contemple una gira por el sur del país. 

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Un talento prometedor

“Mucha gente me conoce como cantante, pero no saben que dirijo teatro”. Víctor Jara se formó, escénicamente, en la pantomima, siendo integrante de la compañía de mimos de Noisvander. No obstante, luego de su ingreso a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, su carrera teatral comenzó a despegar de forma acelerada: en 1956 formó parte del elenco de la producción del TNCH Los geniales Sanderling de Domingo Tessier y en 1958 actuó en La fierecilla domada de Frank Mc Mullan. 

El salto se dio de manera inesperada en 1959 cuando el curso de Jara participaba en un festival de teatro estudiantil. Entonces, el grupo decidió no perseverar con la obra que preparaban para competir en el certamen. La idea era comenzar desde cero con una propuesta mucho más osada, por lo que Jara le pidió a su compañero Alejandro Sieveking que escribiera una obra para el concurso. ¿Cuál fue el resultado? Parecido a la felicidad, primer montaje dirigido por Jara en el TNCh, pieza que, de paso, también ganó la competencia estudiantil, lo que le valió una gira por distintos países de Latinoamérica.  

Posteriormente, en 1960, el artista volvió a participar en una producción del teatro de la Universidad de Chile, siendo asistente de dirección de Pedro de la Barra en La Viuda de Apablaza. También dirigió otras obras como Los invasores (1963) de Egon Wolff, La casa vieja (1966) de Abelardo Estorino, Ánimas de día claro (1961) y La remolienda (1965) de Alejandro Sieveking.

En total, en cerca de 14 años, el director teatral dirigió cerca de diez montajes profesionales, colaborando además, con los principales exponentes de la época y siendo reconocido con premios como el Laurel de Oro por la mejor dirección del año por las obras La Maña y La Remolienda, y el Premio de la Crítica, el que recibió en dos ocasiones. Su éxito en el teatro fue tal, que pronto recibió una beca para perfeccionar su trabajo en Inglaterra. 

La actriz Mónica Carrasco recordó su paso por el Teatro Nacional Chileno y señaló que Víctor Jara siempre fue una figura que la inspiró en términos de superación y experimentación escénica: “¿Qué recuerdo de Víctor? Su sonrisa, su carisma, sus manos”, dijo. 

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“Estas eran personas que llevaban el teatro en el alma y eso nos fue transmitido a nosotros y ahora, que estoy entrando en la etapa de la adultez, me hago la pregunta de qué me dejaron los maestros: me dejaron todo. Eso es lo que queremos transmitir (…). Si eligieron el arte, háganlo con las garras, con los puños, con el alma. Eso fue lo que Víctor dejó en mí cuando tenía 16 años”, compartió.       

Entre 1964 y 1967, Jara fue profesor de actuación de la Universidad de Chile. No obstante, en 1970, de forma paralela a su trabajo musical, el artista pasó a integrar el equipo del entonces Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH). 

El año 1973, Víctor Jara debía dirigir un nuevo montaje: La virgen de puño cerrado. La pieza había nacido al alero del Teatro del Ángel, compañía en la que participaban actores como Ana González, Bélgica Castro, Alejandro Sieveking y Luz María Soto Mayor. Pero el Golpe de Estado y el posterior asesinato del cantautor interrumpió todos esos planes. 

La muerte del director teatral impactó fuertemente en la escena artística general. Sin embargo, pese a los intentos de la dictadura por socavar el legado de Jara, su huella sigue presente entre quienes trabajaron directamente con él en el ámbito de las tablas. Aún así, esta es una faceta que aún debe ser explorada y recordada, sobre todo, por la vigencia de su figura.

Revive el homenaje del Teatro Nacional Chileno aquí:





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