Había expectación en torno a esta visita en medio de los coloridos uniformes de la guardia suiza y los imponentes espacios de más pequeño pero más poderoso Estado del mundo. Como colofón, la curiosidad por la entrevista resultaba aún mayor por cuanto el último presidente católico estadounidense que visitara a un Papa se había registrado el 2 julio de 1963, cuando John Fitzgerald Kennedy fuera recibido por Paulo VI.
Además de cuestiones políticas como la emergencia climática, el drama humanitario y social de los migrantes, la lucha contra la pandemia y las relaciones con la República Popular China, en el trasfondo de la cita en la Biblioteca privada del pontífice, estaba el tema del aborto. Ello, en vísperas de la votación de la conferencia episcopal estadounidense de un documento que pretende prohibir la comunión a aquellos políticos a favor de la interrupción del embarazo. Y Joe Biden lo está.
Pero hubo algo más: la protesta de los periodistas acreditados ante la oficina de Prensa del Vaticano luego que ésta decidiera, sin proporcionar explicación alguna, cancelar la transmisión en directo del encuentro, permitiendo que sólo las imágenes de la llegada de Biden hasta el Patio de San Dámaso a la cabeza de la larga caravana de 30 automóviles, estuviese disponible para los periodistas y las cámaras internacionales.
No obstante, CNN refirió que, según una fuente, el ambiente entre Bergoglio y Biden en la sala de reuniones fue muy “cálido” y hubo “risas”. Allí, el presidente estadounidense le dedicó unas palabras muy emotivas al pontífice: “Usted es el guerrero por la paz más importante que he conocido” -dijo en inglés- y con su permiso, me gustaría poder darle una medalla. Tiene el sello de los Estados Unidos en el anverso y en la parte de atrás tiene el estado de Delaware, la 261ª Unidad en la que sirvió mi hijo”, agregó Biden, mientras una traductora le trasmitía al italiano y lo mejor posible la humorada a Francisco. El mandatario continuó: “La tradición es -y sólo bromeo con esto- que la próxima vez que yo lo vea y ya no la tenga, él (su hijo) tendrá que pagar los tragos”, finalizó el demócrata entre risas.
Luego, asumiendo la seriedad que el acto protocolar requería, Biden agradeció a Bergoglio su defensa de los pobres y de quienes sufren hambre, conflictos y persecución en el mundo y alabó el liderazgo de Francisco en la lucha contra la crisis climática, así como la defensa de las vacunas para todos como fin a la pandemia de coronavirus, así como una recuperación económica mundial equitativa, según un comunicado de la Casa Blanca.
Al final de la parte pública de la cita se procedió al intercambio de los regalos de protocolo. Biden obsequió al Papa una casulla tejida a mano en 1930, proveniente de la catedral de Massachusetts, mientras que el pontífice le retribuyó con un hermoso mosaico cerámico conteniendo el Mensaje de la Paz 2021 de este año, el Documento sobre la Fraternidad Humana, así como un libro acerca del urbi et orbi extraordinario de Francisco en 2020 con la plegaria por el fin de la pandemia.
Después se cerraron celosamente las macizas puertas vaticanas y comenzó la conversación privada. ¿De qué hablaron allí? Chi lo sá. Lo que sí llamó la atención es que el encuentro durara aquellos inusuales 90 minutos, la reunión más larga que ha mantenido Francisco con un presidente estadounidense. Con Barack Obama había conversado unos 50 minutos, mientras que con Donald Trump el asunto duró apenas… media hora.
“Por sus obras los conoceréis…”
(*) Después de sus compromisos en una Roma blindada para la cita de los líderes del G8, el presidente de Estados Unidos volará a Glasgow, Escocia para participar, junto al Secretario de Estado, Antony Blinken, en la COP26.
(Imagen: Pantallazo Vatican News).