¿Nueva guerra fría en Europa oriental?

“Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas. En consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte”. (Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, OTAN).

“Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas. En consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte”. (Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, OTAN).

Súbitamente se han encendido las alarmas en Europa Oriental al agravarse la crisis migratoria en la frontera polaco-bielorrusa, donde cientos de personas, la mayoría procedentes de Medio Oriente se agolpan ante el paso fronterizo de Kuznika intentando entrar a territorio polaco, es decir, a territorio de la Unión Europea. De hecho, ya se han producido diferentes altercados con los agentes fronterizos polacos, mientras Rusia -como un apoyo visible a Bielorrusia- ha enviado a ese país dos poderosos bombarderos Tu-22M3

Por su parte, en este vertiginoso panorama que cambia día adía e, incluso, hora a hora, la Unión Europea denuncia al presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, por desatar una ‘guerra híbrida’ contra Polonia y los países Bálticos, utilizando a los migrantes como peones, en una crisis diseñada como venganza por las sanciones impuestas al gobierno de Minsk, al que Occidente acusa de reiteradas violaciones a los derechos humanos así como de reprimir fuertemente a la oposición.

El recién pasado domingo 14 de noviembre, el ultraconservador primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, llamó a la OTAN a adoptar acciones específicas para resolver la crisis migratoria. “No basta -dijo- con expresar públicamente nuestra preocupación; ahora necesitamos medidas concretas y el compromiso de toda la alianza”, advirtió. Con estas declaraciones el primer ministro se refería al artículo 5 del Tratado de la Alianza o del Atlántico Norte, citado al inicio de este informe que, en resumen, establece que las Partes (Países) se “consultarán” cuando, a juicio de alguna de ella(o)s, se vea amenazada la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de alguna de las Partes

Es decir, Polonia considera que la actual crisis fronteriza amenaza su integridad territorial, independencia política y/o seguridad, por lo que solicitaría la ayuda que le corresponde como país miembro de la Alianza. Del mismo modo, los países que conforman la OTAN tendrían la obligación de prestarle ayuda en esta circunstancia, primero tratando de mediar con y entre los gobiernos de Lukashenko y Putin. Pero, en el escenario menos propicio de que, finalmente, se produjera un ataque armado contra Polonia o alguno de los países miembros, se invocaría el ya mencionado artículo 5 del Tratado.

La Unión Europea, por su parte, está a punto de discutir nuevas sanciones contra Bielorrusia, incluyendo un posible cierre completo de su frontera común. De ese modo,  el ultraderechista Morawiecki, al celebrar esa decisión, aseguró además que la UE debería financiar “un muro fronterizo” y reconoció que la situación en la frontera es cada vez tensa e inestable.

Pero ese no es el único escenario “caliente” en esta parte del mundo. No lejos de allí tiene lugar otro conflicto, donde la OTAN también ha intervenido. Su Secretario General, Jens Stoltenberg, advirtió a Moscú contra eventuales provocaciones en su  frontera con Ucrania, donde se registra un fuerte despliegue militar ruso. “Toda nueva provocación o acción agresiva por parte de Rusia sería muy preocupante –señaló  Stoltenberg. “Llamamos a Rusia a dar una prueba de transparencia sobre sus actividades militares”, pidió en una conferencia de prensa conjunta con el canciller ucraniano, Dmytro Kuleba.

El despliegue militar de Rusia en las proximidades de la frontera con Ucrania también encendió las luces rojas por la posibilidad de un agravamiento de las tensiones entre los dos países. Como es sabido, en Ucrania se enfrentan grupos nacionalistas con  sectores separatistas pro rusos, los que son apoyados por Rusia. Una situación que comenzó a perfilarse cada vez más agudamente desde que, en 2014, Moscú anexó militarmente la península de Crimea, en el Mar Negro, a su territorio. Al respecto, Stoltenberg apuntó con toda claridad que la OTAN no acepta, ni aceptará la que llamó “anexión ilegal e ilegítima de Crimea”, agregando que los aliados de la OTAN están unidos en la condena al comportamiento de Rusia, subrayó.

Una guerra fría que, de acuerdo a las señales que se advierten, podría estar en la senda de convertirse en una indeseada guerra caliente. Indeseada para algunos, pero, por lo visto, no para todos.

(Imagen: RFI-AP/ Ramil Nasibulin)





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