En un intento por controlar una nueva ola de coronavirus, el canciller austríaco, Alexander Schallenberg, anunció un nuevo confinamiento para toda la población partir del próximo lunes 22 de noviembre, cuyo plazo se extenderá por un máximo de 20 días.
Esto significa que las personas de dicho país solo podrán salir de sus domicilios para casos de primera necesidad, como comprar alimentos, visitar al médico, ayudar a terceras personas o hacer ejercicio al aire libre. Asimismo, las tiendas no esenciales permanecerán cerrados, salvo supermercados y farmacias.
Además, la autoridad señaló que el Ejecutivo impulsará una ley para que la vacunación sea obligatoria a partir de febrero de 2022, siendo una de las primeras naciones en aplicar una normativa de este tipo y que cuenta con una de las tasas más bajas de inmunización contra el Covid-19 de la Unión Europea, con solo un 66%.
Así las cosas, esta es la cuarta vez que Austria se tiene que enfrentar a un confinamiento total desde el inicio de la pandemia, pese a que desde el pasado 15 de noviembre se aplicó esta medida para aquellas personas que no se encuentran vacunadas contra la enfermedad.
Sin embargo, otros países del viejo continente también se han visto en la obligación de endurecer sus restricciones ante el aumento sostenido de contagios, tales como Alemania, Grecia y Suecia.
De este modo cabe preguntarse si en nuestro país se podría dar un escenario similar.
Para el infectólogo y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Miguel O’Ryan, esta opción es poco viable, dado el proceso de inmunización entre ambos territorios.
En ese sentido, O’Ryan comentó que “Chile es un país que claramente tiene tasas más altas de vacunación. Es cierto que buena parte de esa vacunación ha sido con una vacuna algo menos efectiva contra la posibilidad de infección, que es la Sinovac, cosa que se va supliendo con la dosis de refuerzo. Entonces, va a ser muy importante ver cuál es el nivel de porcentaje de la población que llegue en nuestro otoño con la dosis de refuerzo”, agregando que en el caso de los vacunados están mejor protegidos contra las infecciones graves y la posibilidad de muerte.
Es por ello que consideró que “lo más probable es que no vamos a tener que llegar a situaciones de confinamiento, pero hay que ser muy cauteloso y en esto uno no puede decir a ciencia cierta, con absoluta certeza. Aunque sí, razonablemente viendo todos los factores y probabilidades, yo diría que avanzar en una medida tan drástica como esa en esta etapa de la pandemia es poco probable”.
Una postura similar planteó el infectólogo de la Clínica Las Condes, Rodrigo Blamey, quien señaló que “aquí nosotros tenemos una vacunación bastante mejor, estamos bordeando el 90% y, por lo tanto, hemos visto que a pesar de que estamos comenzando una tercera ola, el número de hospitalizados ha aumentado súper lento y no tenemos una crisis del sistema sanitario como la tuvimos en las dos olas”.
Por otro lado, aseguró que de llegar a establecer este tipo de restricciones “sería solamente en el caso de que el aumento de contagios sea sostenido en el tiempo y se comenzara a ocupar en forma muy importante, sobre el 90% o 95%, el sistema de camas críticas”. Asimismo, sostuvo que en caso de hacer que la vacunación sea obligatoria en el país, el impacto sería mínimo.
En tanto, el decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Universidad San Sebastián, doctor Carlos Pérez, afirmó que en Chile “no es necesario que lleguemos a las medidas como las que se están planteando en Austria de confinar nuevamente a la población, ya pasamos por eso. Tampoco me parece que sea necesario declarar la obligatoriedad de la vacuna, pero sí debemos seguir avanzando en el proceso para incluir a todas aquellas personas que no han recibido ninguna dosis y mantener la exigencia del pase de movilidad para diversas actividades, lo cual de alguna manera también va a seguir estimulando a las personas para que se vacunen”.
Por su parte, el epidemiólogo y profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Valparaíso, Aníbal Vivaceta, consideró que aplicar este tipo de iniciativas “es altamente ineficaz”, por lo que hizo hincapié en la trazabilidad, de modo de “hacer un buen seguimiento de casos y contactos y aislar a esa gente específicamente, pero no por la fuerza, sino dándoles las condiciones para que se aíslen”.