Por primera vez decrece la población china

La población mundial envejece y las bajas tasas de natalidad son una realidad a nivel planetario. También en China. Las estadísticas oficiales dadas a conocer por Pekín no ocultan los hechos: por primera vez en su historia, China, con 1.400 millones de habitantes, ha comenzado este año 2021 la cuenta regresiva en su saldo demográfico, es decir, la diferencia entre nacimientos y fallecimientos.

La población mundial envejece y las bajas tasas de natalidad son una realidad a nivel planetario. También en China. Las estadísticas oficiales dadas a conocer por Pekín no ocultan los hechos: por primera vez en su historia, China, con 1.400 millones de habitantes, ha comenzado este año 2021 la cuenta regresiva en su saldo demográfico, es decir, la diferencia entre nacimientos y fallecimientos.

La cadena CNN ha consultado por estos días a diversos expertos chinos en demografía, los que adelantaron que la falta de nacimientos amenaza el propósito del régimen de Pekín de convertirse en superpotencia. La consecuencia resultante es que  su modelo económico basado en el inmenso mercado interno comenzará a debilitarse, especialmente en la perspectiva financiera. Con un sistema de Estado de bienestar no tan eficiente como el de Occidente, el mayor enemigo lo tiene en su propia casa: cada vez menos trabajadores jóvenes podrán sostener con su esfuerzo y sus impuestos a una sociedad que ha comenzado a envejecer.

En 2020 la República Popular China tuvo una tasa de 1,30 hijos por mujer en edad de fertilidad, la que será aún menor este 2021, una cifra similar a la de otros países industrializados, pero por debajo de los 2,1 necesarios para garantizar el relevo generacional. Comparativamente, en Europa, con una población asimismo envejecida, la tasa de fertilidad se sitúa entre 1,7 y 1,8 niños por mujer en edad reproductiva, más alta que la de China, pero todavía por debajo de la necesaria tasa de fertilidad que se requiere para un eficiente reemplazo generacional, la que se sitúa a nivel mundial entre 2,2 y 2,5 hijos por mujer fértil.

En términos globales, en la vasta y superpoblada China nacieron este año unos 9,5 millones de niños… pero las defunciones superaron los 10 millones de personas. Así las cosas, el experto en Economía de la Universidad de Pekín, James Liang, estima que “con esas cifras se puede afirmar que China ha entrado muy probablemente ya en 2021 en un crecimiento negativo de su población”.

Algo con lo que coincide el demógrafo He Yafu, también consultado por la cadena norteamericana, quien sostiene que el declive de la natalidad en China es, sin duda, el resultado de la “política de hijo único” implementada por el líder supremo Deng Xiaoping en 1980, quien, entre otra serie de reformas de mercado, condujo plenamente al “gigante dormido” hacia el siglo XX,  por lo que ha sido considerado como el “Arquitecto de la China Moderna”.

Esta política  del “hijo único” decretada por Deng y el régimen comunista para frenar el crecimiento demográfico con ingeniería social, tuvo como resultado un descomunal drama humano: el feminicidio por la búsqueda del hijo varón -en especial en el ámbito rural- y al amparo de las facilidades otorgadas por el régimen para abortar. Pese a ello, las autoridades insisten en plantear que la “política del hijo único” evitó el nacimiento de 400 millones de personas en China.

En 2015, cuando bruscamente las autoridades chinas pusieron freno a la política de “el hijo único” y autorizaron que una pareja pudiera tener hasta dos hijos, las cifras emergieron con toda su crudeza. Durante los 35 años anteriores se habían producido millones de abortos de niñas y esterilizaciones forzadas y, como consecuencia, decenas de millones de varones no pudieron casarse porque no había con quién.

De este modo, las nuevas decisiones para permitir ahora hasta tres hijos por pareja, así como el freno y restricciones para abortar aprobadas el pasado mes de septiembre por el régimen de Pekín parecen llegar tarde y mal. Ello, porque dichas medidas son vistas por la población como una campaña más implementada por parte del gobierno, cuyo propósito es manipular la vida privada de sus ciudadanos sin ofrecer en paralelo un marco de ayudas a las madres, a la vivienda y a la educación de los hijos.

Claramente la política que permitió a partir de 2016 que las parejas pudieran tener dos hijos si así lo decidían no fue suficiente y no logró el aumento sostenido de nacimientos que buscaba el país. Tendencia que las autoridades chinas tratan ahora de revertir con esta nueva medida, aplicando un freno de emergencia precisamente cuando las cifras empiezan a ser realmente preocupantes.

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