Volver a un proyecto común donde todos los integrantes de la comunidad universitaria sean parte de la construcción de la Universidad de Chile es parte de las ideas que plantea la doctora en filosofía Kemy Oyarzún, coordinadora del Magíster en Estudios de Género y Cultura con mención en Humanidades en su postulación para encabezar la rectoría de la Universidad de Chile entre 2022 y 2026.
En conversación con el director de Radio Universidad de Chile, Patricio López, Oyarzún subrayó que “hay que crear una nueva cultura en esta universidad mercantilizada, segmentada que cree que aislarse es lo productivo”.
Para la especialista, es necesario reconocer la complejidad que significa atender las obligaciones cotidianas, incluyendo las labores domésticas, por lo que sostiene que se deben dar las condiciones para que el desempeño de funcionarios, estudiantes y académicos también permitan cumplir con las metas y obligaciones que cada uno tiene en sus respectivos espacios.
Sobre el tema comentó que la gran mayoría de los académicos y académicas jóvenes sienten que vienen a hacer “el trabajo doméstico de la Universidad, demasiadas asignaciones importantes pero que no cuentan ni les dan puntos para el ascenso en la carrera. Por otra parte, sólo un 20 por ciento de nosotras tenemos la categoría de profesora titular”.
En ese sentido, precisó que “hay una dimensión que tiene que ver con derechos humanos y en particular de género para todo lo que es contención y atención jurídica, pero también hay otros ámbitos que atender. La investigación requiere tiempo y las jóvenes y los jóvenes, -también hay varones-, entre los 30 y los 51 años, no lo tienen”.
Por eso destacó la impronta que busca generar el próximo gobierno que encabezará el presidente Gabriel Boric, al señalar que será la primera administración feminista del país y que eso también se traduce en un cambio no sólo a nivel gubernamental, sino también en el país y por supuesto en instituciones como la Universidad de Chile.
“La gobernanza feminista significaría que le damos un valor, primero atendemos todo lo que ocurre en el hogar, pero le damos un valor a la investigación, al mismo tiempo que a las tareas administrativas y que eso se reparte de forma igualitaria. Por eso hablamos de gobernanzas feministas, que tiene un componente intergeneracional y de todos los estamentos. Eso hoy no lo tenemos en la Universidad de Chile”, subrayó Oyarzún.
A lo anterior agregó que “la gobernanza feminista es el desafío y lo tenemos que construir entre todas y todos para darle cuerpo y territorio y un proyecto común a esta Universidad segmentada, mercantilizada y tecnocrática. Muy segmentada. Yo a veces digo que la palabra estamento comunica un régimen casi patronal. Ah, no, usted es funcionaria; usted es profesor por horas; usted no cuenta con votos.
En relación a lo anterior, la docente recalcó que “lo que estamos tratando de demostrar es que las mujeres tenemos una visión a raíz de toda la segregación y la discriminación, que se traduce en una aspiración válida y legítima para democratizar la sociedad y en particular la Universidad. Y la Universidad de Chile necesita continuar con ese sueño de una comunidad democratizadora que además entiende la autonomía del saber”.
Oyarzún recalcó que “nadie les va a pedir a las personas que sean militantes feministas. No se trata de militancia. Se trata de entender que el feminismo como cultura, como proyecto político, cultural y científico, que pone en tela de juicio la rígida división por estamentos, la segmentación de la comunidad universitaria. En ese sentido, creo que instala una semilla en este gran territorio que es la Universidad de Chile con resonancia de país. Una nueva aspiración democrática, deliberativa y vinculante para llegar a la gran transformación que se va a realizar en el país, que está sólo comenzando”.
Si bien reconoció la importancia de la autonomía, Oyarzún recalcó que las universidades en general y en particular la Universidad de Chile deben dialogar con la sociedad para empaparse de sus realidades y sus necesidades.
“Al mismo tiempo que es autónomo, necesita para respirar y alimentarse la capacidad de escucha de toda la comunidad que está involucrada en esta producción de saber autónomo y al mismo tiempo, la capacidad de escucha de toda la sociedad con sus integrantes. Y ésta es una sociedad que reclama atención, que está profundamente descontenta”, subrayó.
Por eso indicó que “no nos podemos encerrar en el laboratorio y decir que lo de afuera no me importa porque tengo que cumplir con la meta del artículo ISI. Tenemos que proveer las condiciones para que se produzca ese artículo, porque éstas son condiciones de vida y laborales. A veces los académicos y las académicas creemos que lo que hacemos en solitario no tiene nada que ver con las otras vidas. Entonces: autonomía, pero con sentido y con vocación de país”.
Respecto de su proyecto para los primeros años de una eventual gestión, Kemy Oyarzún puso como prioridad el devolver el rol que deben jugar los y las actores de la Universidad de Chile, ejemplificando con el poco protagonismo que tienen en la actualidad entidades fundamentales en la historia del país como la FECh.
“Necesitamos que la comunidad universitaria se sienta parte de la construcción de un proyecto político, cultural y científico para la Universidad de Chile en el que todas y todos nos sintamos parte -incluyendo a los territorios- porque todo cuerpo tiene territorio y el nuestro son todas las facultades. Y en este momento el cuerpo se ha adelgazado tanto que funciona totalmente segmentada una parte de la otra. Tenemos un sueño, un proyecto estratégico de Universidad, pero también uno de país, que nos una”, concluyó la académica.