Manuel Castells, sociólogo español: "La Constitución no es un punto de llegada, sino un punto de partida”

En conversación con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Manuel Antonio Garretón, el escritor y ex ministro español analizó los cambios políticos en Chile, el desafío de las universidades y la legitimación de los partidos políticos.

En conversación con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Manuel Antonio Garretón, el escritor y ex ministro español analizó los cambios políticos en Chile, el desafío de las universidades y la legitimación de los partidos políticos.

El martes recién pasado, el sociólogo, escritor y ex ministro español, Manuel Castells, conversó con Manuel Antonio Garretón, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2007, en el programa Tras las líneas del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, sobre diversos temas vinculados a la globalización, el poder, los movimientos sociales, los cambios políticos en Chile, el desafío de las universidades y la legitimación de los partidos políticos, entre otros. 

En un diálogo crítico, el autor de La sociedad red: una visión global sostuvo que “las relaciones de poder son el ADN de las sociedades”. Según dijo, a partir de esa matriz se construyen las instituciones, que a su vez, son las encargadas de definir normas y patrones de conducta. Por lo tanto, sostuvo, “todas las instituciones políticas, culturales y sociales provienen de la interacción entre las relaciones dominantes y la contestación de esas relaciones de poder”. 

Con esta definición sobre la mesa, el sociólogo español analizó la realidad chilena, poniendo especial énfasis en el proceso constituyente. En esa línea, consultado sobre si es posible generar consensos en sociedades tan divididas como la chilena, expuso: “Las relaciones de poder implican conflicto. La matriz de las sociedades está organizada en torno al conflicto de intereses y de valores, pero no son solo intereses, son proyectos y contra proyectos”. 

“Estamos todavía en sociedades patriarcales cada vez más marcadas por intereses de las mujeres y valores feministas que llegan a ser dominantes o no dependiendo de cada sociedad, pero es muy difícil que puedan ser dominantes si no hay una transformación profunda del Estado (…). La cuestión es cómo ese cambio social puede expresarse en las instituciones existentes”, dijo. 

De acuerdo a ello, Castells afirmó que “la historia es a la vez expresión de esas relaciones de poder” y de los conflictos derivados de los distintos actores de la sociedad. “La imposición puede radicalizar las posiciones, des institucionalizar los conflictos y, últimamente, provocar rupturas”, añadió.  

Profundizando en la política chilena, el escritor indicó que “no podemos ver todo desde una sola dimensión” y que “la Constituyente es la expresión de una voluntad importante, de un gran sector de la población chilena, por un futuro mejor”. “No es la representación del presente”, dijo y añadió que la Convención apela a un proyecto de futuro. 

“Ni siquiera la izquierda más comprometida en Chile está planteando un Estado revolucionario que dé todo el poder para los soviets. No. Todo el mundo está de acuerdo con la democracia representativa, que va a tener que adaptar sus mecanismos y sus políticas a la expresión de una voluntad mucho más amplia de cambio que se expresa en la Constituyente y que, por tanto, quedará reflejada en la Constitución”, reflexionó.  

En esa misma línea, el pensador sostuvo que, para que una Constitución dure, debe existir cierto consenso capaz de organizar las relaciones existentes de poder en el momento de creación de dicha Constitución. “Por eso es fundamental que haya, jurídicamente, legalmente, una serie de posibilidades de ir enmendando”, comentó, aludiendo al caso de Estados Unidos. 

“Lo más importante es pensar que la Constitución no es un punto de llegada, sino un punto de partida”, puntualizó.  

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Por otra parte, el sociólogo señaló que la gran cuestión de Chile es el modelo económico neoliberal. Respecto de ello, manifestó que el caso chileno se ha transformado en un ejemplo significativo para Latinoamérica en el sentido de que ha generado una “injusticia y una inequidad insoportable”, una realidad que sólo ha sido sostenida por medio de la represión. 

“Eso es incompatible con una situación democrática”, dijo, comentando que las relaciones de poder en nuestro país han cambiado a nivel sociopolítico, sobre todo, por la movilización de los sectores populares. “Pero no han cambiado las instituciones y el funcionamiento de la economía y el mercado en temas tan fundamentales como el agua, pero diría, en las universidades”. 

“Es una vergüenza que en Chile las universidades públicas dependan, en parte, de la financiación privada”, sostuvo. “La educación pública para todo el mundo, es la base de la democracia (…), es decir, sin eso, no hay igualdad de oportunidades. La igualdad no quiere decir que todo el mundo sea igual, sino que todo el mundo tenga las mismas oportunidades y las oportunidades dependen de la educación”, recalcó el escritor.  

Castells también indicó que el estallido social está vinculado, directamente, con las movilizaciones estudiantiles de 2011 y calificó como inédito el hecho de que hoy sea esa generación la que gobierne el país. 

Por otro lado, sobre la legitimación de los partidos políticos, dijo que es necesaria una política “abierta” a la sociedad y capaz de “cuestionarse a sí misma en lo ideológico y participativo”. Para el sociólogo hoy existe una crisis de confianza de tal nivel, que es importante reconocer que la política no puede ser la misma que la de hace unos años atrás. 

“En concreto, los partidos políticos que han existido en los últimos 50 años están  muertos. Todos, en todos los países, porque están muertos en las mentes de la gente y las ideas sólo existen si están en la gente”, advirtió. 

“Hoy sabemos que todas las opiniones públicas no tienen confianza en los políticos ni en los partidos tradicionales, ni en las instituciones. Hay una crisis de legitimidad que es fundamental (…). Aquí es donde está el gran tema de cómo las nuevas ideas, los proyectos creativos, las nuevas revueltas, pueden generar otra política, otros actores políticos como ha ocurrido en Chile”. 

Finalmente, aludiendo a su concepto de sociedad en red, el autor manifestó que hoy todo depende de las redes electrónicas, por consiguiente, “toda actividad humana está construida en torno a núcleos de redes que son a la vez locales y globales”. 

“O sea, tenemos una gran capacidad de auto informarnos, auto convocarnos, auto organizarnos. Hemos llegado al reino de la libertad de la comunicación e información”. Sin embargo, señaló que estos espacios, especialmente las redes sociales, se han transformado en instrumentos de desinformación y repositorios de sexismo, racismo y anti feminismo. 

Por tanto, dijo, “no hay determinismo tecnológico”. Castells señaló que las tecnologías abren muchas alternativas, pero, en la práctica, esas opciones dependen de la naturaleza humana. Ese es el problema, señaló. 

“Estamos haciendo muy mal uso – de la tecnología-. Tenemos un sobre desarrollo tecnológico y un subdesarrollo ético moral y social”, concluyó. 





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