Yemen ante su mayor oportunidad para alcanzar la paz

En plena tregua pactada con los hutíes, el mandatario Abed Rabo Mansur Hadi ha decidido dar un paso al costado, delegando todos sus poderes "de forma irrevocable" en un consejo presidencial encabezado por un hombre de confianza de Arabia Saudita.

En plena tregua pactada con los hutíes, el mandatario Abed Rabo Mansur Hadi ha decidido dar un paso al costado, delegando todos sus poderes "de forma irrevocable" en un consejo presidencial encabezado por un hombre de confianza de Arabia Saudita.

El dimitido mandatario, quien ocupó el cargo tan sólo en el papel durante los últimos diez años, hizo el anuncio por televisión desde Riad, la capital saudí, por cuanto no reside en Saná, la capital yemenita desde que en 2014 ésta fuera tomada por el movimiento Ansaralah, más conocido como hutíes, quienes controlan también el norte de Yemen, la parte más poblada del país. El consejo que hoy se ha hecho cargo del poder político recibió su instrucción explícita de convertir el alto el fuego iniciado el sábado -con el mes de Ramadán- bajo los auspicios de la ONU, en una nueva y difícil negociación que pudiera permitir la ansiada paz.

Hadi, aun siendo el presidente reconocido internacionalmente, continuará residiendo en la capital de Arabia Saudí bajo la protección del reino, en tanto el consejo de ocho miembros en el que delegó sus poderes es encabezado por un hombre de confianza de los saudíes, Rashad al Alimi, también próximo al partido islamista Islah y exministro del Interior del asesinado ex dictador, Ali Abdalláh Saleh.

Además, antes de dejar la presidencia, Hadi destituyó a su número dos, Ali Mohsen al-Ahmar, un islamista que provocaba casi tanto recelo en Saná como en Adén (la antigua capital colonial sobre el golfo del mismo nombre), sustituyéndolo por Rashad al Alimi, un partidario de la secesión de Yemen del Sur, cercano a los Emiratos Árabes Unidos. Ambas potencias regionales -que han liderado la coalición militar contra los hutíes aunque con objetivos no siempre coincidentes- se han comprometido a aportar mil millones de dólares cada una al Banco Central de Yemen, mientras Riad, que desde 2015 desencadenó una mega crisis humanitaria al bloquear la importación de alimentos, promete aportar mil millones adicionales para paliar el riesgo de hambruna en uno de los países más pobres del orbe, con un PIB que bordea los US$ 2500 per cápita.

De este modo, la decisión de Hadi, de 76 años, vino a culminar varias jornadas de diálogo intrayemení en Riad, aunque sin la participación de los rebeldes hutíes, de confesión chií. Allí, el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, ha saludado a los ocho miembros del consejo que, según él, “contribuirán al inicio de una nueva página en el Yemen, su transición de la guerra a la paz”. En las reuniones, Arabia Saudita ha urgido al consejo presidencial a comenzar las negociaciones con los hutíes bajo la supervisión de Naciones Unidas, a fin de alcanzar una solución política final que incluya la paz en el Yemen y un periodo de transición. Hasta el cierre de esta edición no se conocía una respuesta por parte de los hutíes desde Saná.

El reino saudí, que actúa como potencia dominante en la región, permitió la semana pasada que un petrolero atracará en el puerto de Hodeidah -controlado por el movimiento Ansaralah- después de mucho tiempo. Pero esta semana los hutíes han denunciado que otro buque cargado de combustible ha sido apresado cuando se aproximaba a la costa, en violación de los términos de la tregua, que permite además algunos vuelos desde el aeropuerto de Saná.

Cabe decir que la sensibilidad occidental ante las muertes de civiles en Ucrania hace más difícil continuar con el bombardeo aéreo de ciudades yemeníes por la aviación saudí y emiratí, como ha sido habitual durante los últimos siete años, algo que ha contribuido sustancialmente a las más de 60.000 muertes que, según Naciones Unidas, ha costado el doloroso conflicto que se inició en el contexto de la Primavera Árabe. Desde entonces Yemen ha estado en crisis política continua, con protestas callejeras contra la pobreza, el desempleo, la corrupción y el plan del entonces presidente Alí Abdullah Saleh de enmendar la Constitución y eliminar el límite del mandato presidencial, algo que lo hubiera convertido de hecho en presidente vitalicio. Sin contar que controló el país desde 1978 hasta 2012, cuando cedió el poder al ahora renunciado Abed Rabo Mansur Hadi, quien fue “elegido” oficialmente presidente el 21 de febrero de 2012 en unos amañados comicios donde fue candidato único.

Aunque el conflicto es visto a menudo como una guerra casi personal entre los líderes de Arabia Saudita y los de Irán, la distensión en la región acelera la urgencia de Riad  por encontrar una salida a su empantanamiento militar en el sudoeste de la península arábica, donde ha estado expuesto a los drones hutíes contra sus instalaciones clave de refinado y almacenamiento de crudo. De hecho, recientemente también en Abu Dabi.





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