En muy pocos meses, las y los vecinos de la comuna de Marchigue, localidad emplazada en la región del Libertador General Bernardo O’Higgins, debieron asumir roles a los que nunca antes se habían enfrentado. 

Algunos comenzaron a escribir guiones, otros asumieron tareas de producción e incluso se transformaron en actores. Todo ello para hablar de algo que nunca antes se habían planteado de forma tan rigurosa: ¿cómo proyectar el futuro de la zona? ¿Cómo imaginar ese devenir y qué obstáculos vislumbraban en ello? 

Esta discusión surgió al alero del proyecto “Marchigue 2050+” que, desarrollado al alero del programa Acción Local del Fondo de Solidaridad e Inversión Social (Fosis), buscaba generar conciencia y acciones de cambio respecto de los principales problemas que afectaban a la zona. 

Con el apoyo del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y el Núcleo de Investigación y Docencia en Ambiente y Sociedad (NIDAS) de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, el proyecto pretendía intervenir el sector urbano de la comuna a través de instancias de participación y creación.

José Gutiérrez, coordinador del proyecto que, además fue ejecutado por la Consultora Galarce, sostuvo que “Marchigue 2050+” fue el resultado de un intenso e inédito trabajo. Según indicó, la iniciativa siempre buscó generar un impacto importante en la población. Por ello, se propuso un cronograma mucho más extenso que lo realizado en iniciativas similares como La Gloria de Pumanque. Así, lo primero fue generar un puerta a puerta, invitando a la comunidad a participar. Una vez culminado ese proceso vino el periodo de debate y de identificación de aquellos problemas que para la población eran urgentes. 

“Hicimos un trabajo bien directo con todas las organizaciones y logramos un grupo motor con las organizaciones que estaban interesadas en participar. Partimos con 29 organizaciones y nos quedamos con 10, pero lo interesante es que son 10 organizaciones súper representativas de la parte urbana”, explicó Gutiérrez, quien también es parte de la comunidad de Marchigue. 

“Se hizo un trabajo participativo de diagnóstico, en donde la gente identificó cerca de 30 problemas, pero cerca de 27 eran abordables por la municipalidad. Finalmente, se priorizaron tres temas: los jóvenes, el medioambiente y el cáncer. Con eso comenzamos a hacer el trabajo”, añadió.    

Para Gutiérrez no es extraño que la comunidad de Marchigue haya identificado estos tres ejes (medio ambiente, envejecimiento de la población y cáncer) para generar una acción de cambio. Según comentó, desde hace años la sequía ha transformado el territorio y las prácticas de la población. A ello se ha sumado un alza de casos de enfermos por cáncer, mientras que la fuga de jóvenes hacia otros territorios se ha vuelto cada vez más evidente. 

“Marchigue es un pueblo que se está envejeciendo. Los jóvenes se están yendo de acá, porque no hay opciones laborales. Lo de moda no es lo que ofrece el pueblo”, dijo “Tampoco hay mucha preocupación de parte de las autoridades locales de ofrecer o crear alternativas para que los jóvenes puedan estar contentos”, agregó. 

Narrativas transmedia

Pero “Marchigue 2050+” no sólo se propuso generar instancias de diagnóstico y reflexión en la comunidad. Por el contrario, la iniciativa contempló otro objetivo mucho más ambicioso: generar mayor impacto a través del desarrollo de narrativas transmedia. 

Así, de la mano del artista medial Eduardo Saavedra, los vecinos y vecinas participaron en la creación de contenidos como cortometrajes, documentales, entrevistas y un podcast, entre otros. Incluso, René Garreaud y Paulina Aldunce, ambos académicos de la Universidad de Chile e integrantes del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, se sumaron en un proyecto audiovisual que ficcionaba el futuro del territorio. 

Marcelo Rengifo, gestor cultural y alfarero de la zona, señaló que esta fue una experiencia muy gratificante en el sentido de que la comunidad pudo explorar nuevas metodologías con el objetivo de generar mayor conciencia respecto de problemas urgentes del lugar. “Con la familia nos sentimos muy entusiasmados y mis nietos participaron también. Fue algo maravilloso y hoy se ven los frutos: caminas por ahí y te preguntan si eres tú el que sale ahí”, dijo.

“Pero luego de esa satisfacción personal la pregunta que surge es qué estoy haciendo yo en este momento para tratar de cambiar el destino de la humanidad que, claramente, va en una caída y que no quiere revertirse. Entonces, estamos tratando de hacer algo, de levantar y meter un poco de bulla a través de estas herramientas para que la gente se haga preguntas”, complementó. 

Para el artista medial Eduardo Saavedra este proyecto no sólo es importante porque permite visibilizar, de manera participativa, aquellos problemas que afectan al territorio, sino que también porque la población puede tener acceso a herramientas digitales que hoy son fundamentales para el desarrollo de cualquier proyecto. 

“Estamos viviendo una era tecnológica súper diferente. Después de la pandemia, todos están conectados. Hay una cantidad de información impresionante, entonces, priorizar algunas cosas y llamar la atención es un desafío para cualquier proyecto. Es necesario que las comunidades tengan herramientas de alfabetización digital, que las aprendan, que las descubran y utilicen”, sostuvo. 

Saavedra también dijo que, en este proceso, fue clave el trabajo con las emociones y señaló que “el tema de las narrativas es algo súper amigable” a la hora de imaginar el futuro y crear productos con contenido crítico y reflexivo. 

Transformando Marchigue

“Marchigue 2050+” es un proyecto Fosis que ya culminó su etapa de intervención territorial. Los materiales digitales que fueron elaborados en el marco de este trabajo hoy se encuentran alojados en la Web, a libre disposición de las y los interesados en él. 

No obstante, ahora la comunidad pretende darle continuidad a esta iniciativa a partir de la generación de un hito arquitectónico: la construcción de un mirador en uno de los molinos de la localidad. La idea es cambiarle la cara a la localidad y generar nuevos modelos de desarrollo, invitando a los turistas a descubrir esta zona de la región de O’Higgins.  

“Queremos hacer un cambio de paradigma, porque hoy no hay muchas opciones laborales y creemos que con el molino mirador vamos a lograr eso, que Marchihue se convierta en la puerta de entrada a la costa y que los turistas que llegan a la Pichilemu pasen por aquí”, concluyó José Gutiérrez.