Mayor asociatividad y digitalización: el nuevo horizonte de la industria del libro

Aunque todavía no hay evaluaciones concretas, lo cierto es que el libro experimentó una revalorización, sobre todo, durante el periodo de confinamiento más extremo. Aún así, se instalaron dos factores que renovaron el medio.

Aunque todavía no hay evaluaciones concretas, lo cierto es que el libro experimentó una revalorización, sobre todo, durante el periodo de confinamiento más extremo. Aún así, se instalaron dos factores que renovaron el medio.

La crisis sanitaria supuso un enorme reto para la industria del libro que nunca antes se había enfrentado a un contexto tan restrictivo y de distanciamientos físicos. Por eso, cuando en 2020 se impuso el confinamiento, las plataformas digitales se instalaron como la mejor alternativa para seguir activos de cara a la pandemia. 

Libreros y editoriales respondieron de forma rápida a esas nuevas exigencias, hasta que luego de distintos emplazamientos al Gobierno de turno, el libro se transformó en un bien esencial, lo que permitió su distribución y comercialización en un momento sumamente complejo. 

Hoy, distintos agentes del sector miran con distancia ese inédito fenómeno y, aunque las cuentas no son tan negativas como pareciera, señalan que aún no es posible definir qué cambió en la industria del libro durante la pandemia, sobre todo, porque la crisis sanitaria todavía está en curso.

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“Llevamos 24 meses de pandemia y, quizás un poco más, 25. Esto ha afectado duramente al sector del libro como también a otras industrias, pero no podemos hablar de que esto terminó. Esto es algo que está en movimiento”, recalca Eduardo Castillo, presidente de la Cámara Chilena del  Libro, entidad que reúne a empresas editoriales, distribuidoras, organizaciones de venta directa y librerías.

Aún así, comenta que, más allá de romanticismos, durante la pandemia “el libro tomó un lugar preponderante”. “Los libros fueron una compañía muy importante. Creemos que se ha valorizado, ya sea por tener más tiempo o porque se tuvo la oportunidad de acercarse a la diversidad de títulos disponibles. Creemos que ahí hay un primer concepto”, dice. 

“Por el otro lado, está toda la otra parte de consecuencias no gratas que tienen que ver con el daño en términos económicos del ecosistema en general. En ese sentido, se han perdido puestos de trabajo, se han cerrado puntos de venta. Ha habido una dificultad importante”, complementa.

Recientemente, Ipsos Chile publicó los resultados de la Encuesta de Hábitos y Percepciones Lectoras en Chile, estudio que permitió seguir comprendiendo las transformaciones que se dieron en el sector durante la crisis sanitaria.

La medición se propuso medir “los comportamientos, actitudes, opiniones, preferencias y acceso de los chilenos a la práctica lectoescritora y a los libros”. De ese modo, la investigación determinó la frecuencia de la lectura y el impacto que tuvo la pandemia en esta práctica, estableciendo que tres de cada cuatro chilenos declararon leer algún material de lectura todas las semanas, mientras el 50 por ciento dijo hacerlo casi todos los días. 

En tanto, tres de cada diez encuestados manifestaron leer más que en el periodo previo a la pandemia, lo que corresponde a un 29 por ciento de los consultados. Destacó en ese sentido el grupo de las mujeres, quienes en un 53 por ciento señalaron leer casi todos los días, y el rango etario que va desde los 41 a los 55 años.

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Aún así, más allá de estos datos que develan un presente esperanzador para el libro, también se instalaron otros fenómenos que terminaron por renovar el sector, es decir, la tecnologización y la asociatividad del medio. Sin esos factores, habría sido muy difícil subsistir.

Más usuarios y la aplicación de nuevas estrategias: el Sistema de Bibliotecas Públicas 

La percepción respecto de la revalorización del libro en tiempos de pandemia es algo que también comparte Paula Larraín, subdirectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, perteneciente al Ministerio de las Culturas.

Según indica, la pandemia condujo a un proceso “sumamente interesante”. Allí, dice, “indiscutiblemente la gente leyó más”, lo que se comprueba con las cifras del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas que, en 2020, incrementó en un 46 por ciento sus préstamos y en un 13 por ciento sus usuarios. 

“Tuvimos que buscar distintas estrategias de accesos a contenidos culturales. Entonces, desde ahí creo que se generó una oportunidad importante y, de todas maneras, creo que la gente ha estado leyendo más en el último tiempo. La creación de herramientas tecnológicas nos ha permitido acercarnos a distintos usuarios con sus necesidades y sus propias plataformas”, analiza. 

“Hubo una preocupación importante de la ciudadanía por tener y acceder a contenidos y la Biblioteca Pública Digital de alguna manera dio respuesta a ese necesidad desde las cosas más básicas: no sólo se leía literatura, sino que también nos pedían muchísimos libros de cocina, cómo hacer pan, títulos que trascendía el tema de la literatura”, añade respecto de esa experiencia. 

Paula Larraín también comenta que hoy es imposible entender el fomento del libro y la lectura sin el uso de las herramientas tecnológicas. Por ello, desde el Sistema de Bibliotecas Públicas han apostado por aplicaciones que permiten acceder a títulos desde dispositivos como celulares, y la generación de audiocuentos y audiovideos, así como el reciente lanzamiento del 8° Concurso Nacional de Booktubers y Bookstagramers de Bibliotecas Públicas.

“El desafío es poder contemplar distintos tipos de lecturas, distintos tipos de género que van desde la primera infancia hasta los adultos mayores: libros técnicos, informativos, libros de literatura nacional, internacional y universal”, señala respecto de los escenarios que se instalan para el sector en este contexto. 

“Creo que eso se va a quedar instalado. Hay ciertas oportunidades que nos ha dado la pandemia, independiente de todas las dificultades”, expresa y fija un desafío más: “Hay que entender a las bibliotecas como espacios participativos, en donde, más allá del préstamo del libro, existan espacios de encuentros”. 

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¿Mayor asociatividad? 

Durante la crisis sanitaria también se vivió otro fenómeno: las y los agentes del libro comenzaron a asociarse para enfrentar la crisis de manera estratégica y conjunta. Así nacieron organismos como la Red Latinoamericana de Librerías Independientes, que convocó a libreros y libreras de México, Colombia, Argentina y Chile.

“La idea es poder sentarnos con las autoridades y prepararnos para, de alguna forma, elaborar un plan conjunto donde no tengamos que lamentar más daños en el escenario cultural del país”, dijo entonces Fabio Costa Caimi, representante de la Asociación de Librerías Interdependientes de Chile, sobre esta instancia.

En esa línea, Francisca Jiménez, presidenta de Editores de Chile, hoy afirma que la pandemia se transformó en una oportunidad y que lo más sorprendente de ello fueron las redes que se armaron para resistir a la crisis. Sin ir más lejos, la organización que dirige sumó 55 nuevas editoriales. 

“Tuvimos un crecimiento exponencial y creo que eso se debió, principalmente, al trabajo que hicimos de comunicaciones, el trabajo de asociatividad, de ayuda entre todos en un minuto que fue muy complicado”, dice.

“Viendo el vaso medio lleno, creo que eso fue algo positivo de la pandemia. Afortunadamente, no tenemos claridad de si hay editoriales que hayan tenido que cerrar. Ahí todos tuvieron que hacer sus propios ajustes, no publicar tantos libros como estaba previsto, pero, por ese lado, no tenemos noticias de alguien que haya tenido que cerrar”, añade.

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En ese sentido, las y los agentes del libro advierten que, tras la crisis sanitaria, se abrió una nueva fase para la industria y el ecosistema del libro en general. Se trata de un horizonte en donde el libro se ha transformando en un elemento central respecto de la pre pandemia. Un momento en donde es imposible pensar el fomento lector sin un estrategia híbrida que reúna instancias físicas y digitales, y en donde la asociatividad y participación parecen ser claves.

Todo ello en medio de la reapertura de los espacios culturales y frente a la construcción de la Política Nacional del Libro y la Lectura 2022 – 2027, proceso que inició en noviembre de 2021. 





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