Emmanuel Macron es reelegido, con 44 años, presidente de Francia con un 58,8% de los votos frente a Marine Le Pen (41,2%), y a pesar de un abstencionismo estimado en un 28,2%. El que se presentó en 2017 como un líder desvinculado de las fuerzas políticas tradicionales y un dirigente joven y arriesgado, se enfrentaba en estas elecciones al descontento de gran parte de la población, al punto que muchos dudaron en reelegirlo frente a su rival de extrema derecha.
Fracturas sociales
El mandatario saliente aboga por más Europa, ya sea en materia económica, social o de defensa, y por recuperar su impulso reformista y liberal. Si bien los resultados de los cinco años de gobierno de Macron arrojan resultados positivos en la economía y en la gestión de la Covid-19, las fracturas sociales quedaron al descubierto durante el primer mandato del llamado “presidente de los ricos”.
Cinco años después, Francia no es el mismo país. Varias protestas sociales marcaron el primer mandato de Macron -en particular la de los “chalecos amarillos” seguida de la movilización contra la reforma de las pensiones-, así como la pandemia de Covid-19, y por fin, la guerra en Ucrania. Y si bien la guerra sobrevoló la campaña, la principal preocupación de los franceses fue su poder adquisitivo, en un contexto de aumento de los precios de la energía y de la alimentación.
Un sondeo publicado por el Journal du Dimanche el 16 de abril pasado mostraba que la popularidad de Macron era menor entre los desempleados (25%), los trabajadores (28%) y, sobre todo, los jóvenes (34%). Es en esta franja de votantes donde se solía escuchar la expresión “Ni Le Pen, ni Macron”.
Pero Emmanuel Macron pretende iniciar su segundo quinquenio lanzando una serie de proyectos, entre ellos las pensiones, la escuela y la sanidad, con el objetivo de combinar “concertación” y “eficacia”. Durante la campaña, el hombre que entró en el Elíseo en 2017 como “Júpiter” prometió que “cambiaría” su método para “implicar más a nuestros compatriotas”.
Promesas
Como el poder adquisitivo dominó la campaña, una de las prioridades es aprobar, “ya este verano”, una ley de financiación rectificativa para que las pensiones se indexen a la inflación y ampliar el “blindaje” de los precios del gas y la electricidad, así como la rebaja de los carburantes.
El presidente también prometió una subida del punto de indexación de los funcionarios, un aumento de los salarios de los profesores, sobre todo al principio de su carrera -por encima de los 2.000 euros- y la introducción de un bono de alimentación para los hogares con bajos ingresos. Más delicada es la aplicación de la cuestionada reforma de las pensiones con el objetivo de elevar la edad de jubilación a los 65 años en 2031. El calendario de medidas en materia de sanidad y educación, otras dos prioridades de Emmanuel Macron, sigue siendo más impreciso por el momento.
Después de haber dado un paso atrás entre las dos rondas, Emmanuel Macron volverá a sumergirse inmediatamente en las cuestiones internacionales, principalmente en la guerra de Ucrania. También tendrá que relanzar la presidencia francesa de la Unión Europea, con el objetivo de ultimar algunos avances antes de su finalización el 30 de junio.
Un balance desequilibrado
En términos económicos, Francia registró un aumento del 7% del PIB en 2021, el mayor incremento en 52 años, según el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE). La tasa de desempleo, actualmente en el 7,4%, nunca ha sido tan baja en 15 años. Pero al liberalizar el mercado laboral, facilitando los contratos de duración limitada y los despidos, Macron no se ha ganado sólo admiradores. Actualmente, el 14,6% de los franceses, es decir, más de 9 millones de personas, viven por debajo del umbral de la pobreza.
Debido a la guerra, los precios de la energía, sobre todo del petróleo, siguen subiendo, hasta superar el 21% en un año. Impulsados por el aumento del coste de la energía, los precios de consumo subieron un 3,6% en febrero con respecto a los 12 meses anteriores. Este nivel de inflación no se veía en Francia desde la crisis financiera de 2008.
Con la crisis sanitaria de la Covid-19, el Gobierno lanzó un plan para la salud pública y puso sobre la mesa 8.300 millones de euros para revalorizar los salarios de médicos, enfermeras y cuidadores, y 19.000 millones de euros en inversiones y recuperación de deudas para los hospitales. Sin embargo, entre el personal médico, muchos consideran que este plan es insuficiente y lamentan la supresión de camas y servicios en hospitales.
La transición ecológica había sido presentada en 2017 por Emmanuel Macron como “el reto del siglo 21”. Desde entonces, y a pesar del lanzamiento de una Convención Ciudadana del Clima (cuyos resultados fueron limitados y denunciados), el Estado ha sido condenado por su inacción climática en dos ocasiones, y Francia es el único país de la Unión Europea que no ha cumplido sus compromisos en materia de energías renovables. La ecología se pondrá ahora bajo la responsabilidad directa del primer ministro, que se encargará de aplicar rápidamente la promesa sobre el arrendamiento de coches eléctricos, en particular.
A Emmanuel Macron le falta mucho trabajo para convencer a los que hoy le votaron sólo para contrarrestar el ascenso de Marine Le Pen, que puede estar a la altura de sus expectativas. “La responsabilidad de mañana es sacar las consecuencias si el pueblo francés confía en mí. Esto significa que debemos, si queremos reunificar el país, también tener una postura de escucha, apertura y amplia ambición, que debe ser perseguida”, decía hace unos días el presidente francés.