En conversación con la primera edición de Radioanálisis, el historiador e investigador del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), Claudio Alvarado Lincopi, se refirió al estado de excepción constitucional presentado por el Ejecutivo en la zona sur y al concepto de plurinacionalidad planteado en la nueva carta fundamental.
Consultado por el director de Radio Universidad de Chile, Patricio López, respecto del anuncio del Gobierno, el escritor sostuvo que “es un fenómeno muy complejo. Un problema que está atravesado por una serie de actores y es importante plantear esto, no se trata de un fenómeno que únicamente tiene por un lado a un sector del movimiento mapuche versus el Estado, no son los dos únicos actores que son parte del problema en el Wallmapu”.
En ese sentido, el investigador agregó que “hay múltiples sectores que hoy están ejerciendo presión en la Araucanía y ese tiene que ser un factor a considerar. Por lo mismo, creo que el Gobierno al visualizar las posibilidades que pueden tener, están observando y sintiendo la presión de gobernar ante este escenario. Lo negativo para el mundo mapuche es que la traducción de todas estas energías y expresiones es la militarización de nuevo”.
Respecto del eventual interés de algunos sectores por perpetuar la inestabilidad en la zona para resguardar sus intereses, Alvarado Lincopi señaló que “el contexto de violencia genera muchas posibilidades de negocio y, por lo mismo, hay algo de razón en eso. Rearticular el mundo institucional y cotidiano en la Araucanía podría llegar a tener consecuencias para un mundo en donde las posibilidades de negocio vinculados con el mundo maderero se verían coartadas”.
“La violencia ha construido una forma de vida en la Araucanía y esto es lo más preocupante de todo el fenómeno. Pensar que la violencia ya no es un elemento hexógeno a la vida cotidiana, incluso a la vida económica de la región, sino que es un elemento que se está transformando en algo recurrente y que está capitalizando toda la vida social”, agregó el historiador.
El investigador se refirió también a la militarización de la zona y recalcó que “la militarización tiene un componente racial porque tanto la policía militarizada como los militares no actúan sobre la base de una igualdad de los ciudadanos, sino que funcionan sobre relaciones categoriales, es decir, categorizan los cuerpos que deben ser vigilados y esos cuerpos son principalmente indígenas”.
Sobre la situación del Gobierno y el problema que representa mantener el espíritu de diálogo en este contexto, el investigador señaló que “hay que abrir una verdad que es, de nuevo, si habitamos una ciudad o una región donde la violencia se ha vuelto cotidiana hay que reconocer lo siguiente: ningún proceso de diálogo va a tener como necesidad primaria la no violencia. La no violencia es el resultado de un proceso de diálogo y no la base fundamental para su realización y esto es complicado de reconocer”.
En esa línea, Alvarado Lincopi destacó la experiencia internacional respecto de este tema y señaló que “esto hay que observarlo ya no como algo que es posible de solucionar entre el Estado y el pueblo mapuche. Acá tiene que haber una instancia internacional que comience a arbitrar lo que está aconteciendo y esos arbitrajes no significan, al inicio del diálogo, el fin de los hechos de violencia. Hay que observar casos como el colombiano donde mientras todavía se desarrollaban los diálogos, los enfrentamientos entre las FARC y el Ejército colombiano continuaban”.
“Hay múltiples desconfianzas que se han construido a propósito del fracaso o la no instauración de medidas que en algún momento se prometieron. La imposibilidad del diálogo no tiene que ver con este Gobierno o de sus capacidades, sino que con una trayectoria de fracasos y desconfianzas que vuelven necesario la entrada de un actor neutral e internacional a la conversación“, agregó el historiador.
Respecto de los grupos mapuche que han optado por la resistencia armada, Alvarado Lincopi afirmó que “esto es importante que lo analicemos políticamente. Hay que reconocer también que los sectores rupturistas al interior del movimiento también son muy diversos y ya no solo existe la CAM, sino que hay otras organizaciones que funcionan y que tienen como elemento fundamental el control territorial y esto es importante porque no solo se plantea una diversidad de expresiones, sino que esas expresiones también tienen fricciones internas”.
“La violencia hay que comprenderla como un acto político y en tanto acto político cuando se ejecuta se quieren decir cosas y entre esas múltiples cosas tienen que ver con las tensiones internas del sector rupturista, pero al mismo tiempo dan una señal a la institucionalidad y esa tensión es muy difícil“, concluyó Claudio Alvarado Lincopi.