Pudiera parecer liviano en un mundo donde los pesares se cuentan por miles. Pero no lo es. Y no lo es porque cuando una artista logra traspasar la barrera generacionales y se mantiene por casi medio siglo sintonizando con públicos de tan distintas y distantes latitudes, el fenómeno no se debe sólo por la maquinaria de producción y publicidad que se proyecta desde los grandes consorcios internacionales que les arropan, no. Ya pasó antes con Gardel, Aznavour o The Beatles, para no remontarnos a los clásicos. Hay algo más que conecta las subjetividades y que no se puede dejar de lado: se llama empatía, identificación. Y ese es precisamente el mecanismo que hoy hace que millones de fanáticas y fanáticos, de distintas generaciones y en distintos puntos del planeta, sientan una congoja profunda y una pena sincera porque con Olivia Newton-John también se va una parte de sus propias vidas.
Olivia Newton-John nació en Cambridge (Inglaterra), en 1948. Con solo cinco años su familia se trasladó a Melbourne (Australia), donde su padre trabajó como profesor de alemán. Empezó muy joven en el mundo de la música, primero con un grupo con compañeras de colegio y luego en solitario. Después, apareció en programas semanales de música pop en el país-continente y con sólo 17 años ganó un concurso de talentos en la televisión australiana que le permitió trasladarse al Reino Unido, donde a los 18 grabó su primer sencillo. En Londres, la cantante formó un dúo con Pat Carroll para actuaciones en directo y en 1971 lanzó su primer álbum cuyo título “If Not for You” era el de un tema de Bob Dylan que también había grabado el mismísimo George Harrison.
En 1974, Olivia Newton-John resultó nominada como representante del Reino Unido al Festival Eurovisión, que ese año se celebraba en Brighton, sobre la costa inglesa del Canal de la Mancha. Durante el certamen defendió la canción Long Live Love, elegida por votación popular entre seis opciones, a pesar de que -según confesaría más tarde- en lo personal no le gustaba demasiado. Finalmente, ocupó el cuarto lugar, mientras la canción ganadora fue Waterloo, interpretada por los talentosos suecos de Abba. Así, aún tendrían que pasar algunos años para la cantante y actriz británico-australiana hasta que llegó la oportunidad de ser la protagonista de Grease (Brillantina). Aquello sucedió en 1978. Sin siquiera sospechar que ese film la lanzaría a la fama universal, Olivia se resistió en principio a aceptar el rol de Sandy, que sería el papel de su vida. Pensaba que hacer cine no era lo suyo, que su vocación era la música, cantar, pero tampoco la convencía que con sus 28 años pudiera representar a Sandy, una adolescente de escuela secundaria.
Y entonces se produjo la gran sorpresa: Grease resultó ser la película más taquillera desde su estreno y su banda sonora, con canciones como You’re the One that I Want, Summer Nights o Hopelessly Devoted to You también lo fue para toda una generación, manteniéndose en los primeros lugares de las listas de preferencias durante semanas. A partir de ahí, la cantante y actriz de los ojos celestes fue nominada a los Globos de Oro y al año siguiente intervino en la ceremonia de los Oscar cantando Hopelessly Devoted to You, nominada a mejor canción junto a John Travolta. Su papel de Sandy definitivamente la catapultó a la fama: la chica ingenua que experimenta una metamorfosis desde su perfil cándido y angelical de muchacha con chasquillas, a la imagen de una roquera dura embutida en un traje de cuero ajustado y peinado alborotado hacia el final de la película. Lo extraordinario en este caso es que a partir del disco Totally Hot, en los años ochenta, la propia Olivia vivió una transformación similar en su carrera como cantante.
Finalmente, después de varias pruebas de cámara y tras la insistencia del propio Travolta, entonces de sólo 23 años pero ya convertido en una estrella gracias a la película “Fiebre del sábado noche”, Olivia aceptó el papel. Años después refrendó lo que significó la presencia de John Travolta en ese momento de su vida: “No podría haber hecho la película si no hubiese conocido a John, porque no estaba segura de hacerla. Él me convenció”, reveló. El guion del musical en que se basa la película se modificó ligeramente para justificar su acento australiano.
Ayer, el director de reparto de “Grease”, Joel Thurm, se emocionó cuando le preguntaron cómo recordaría a la estrella y dijo que era “amable, absolutamente maravillosa y cortés con todos”. También los íconos de Hollywood se unieron a los seguidores de todo el mundo para llorar la pérdida de Olivia Newton-John a los 73 años. En Los Ángeles, sus fans colocaron flores en la estrella de Newton-John en el Paseo de la Fama de Hollywood, mientras que quienes trabajaron con ella a lo largo de los años compartieron recuerdos y condolencias en las redes sociales. John Travolta, el Danny de Grease y su amigo del alma, compartió un emotivo tributo en Instagram. “Mi queridísima Olivia, hiciste que nuestras vidas fueran mucho mejores”, escribió. “Tu impacto fue increíble. Te quiero mucho”. En Melbourne, el Centro de Investigación y Bienestar del Cáncer Olivia Newton-John donde las banderas flamean a media asta, señaló en un comunicado: “Olivia tocó la vida de muchas personas en Australia y el mundo, pero ninguna más que a nuestro personal de servicios de cáncer y pacientes en el Centro, a quienes animó, inspiró y apoyó todos los días”. Las mismas razones por las que la Reina Isabel la nombró “Dama del Imperio” en 2019.
Grease fue el éxito de taquilla número 1 del año en 1978 y hasta hoy sigue siendo el film musical más taquillero de todos los tiempos no sólo en EE. UU., también en todo el mundo, que hoy llora a su musa, Olivia Newton-John.