Con cientos de asistentes a las afueras de Windsor: Reino Unido da el último adios a la reina Isabel II

Tras días de luto nacional, los servicios fúnebres de la monarca se realizaron este lunes con la concurrencia de mandatarios de todo el mundo y una conmocionada ciudadanía instalada en The Long Walk.

Tras días de luto nacional, los servicios fúnebres de la monarca se realizaron este lunes con la concurrencia de mandatarios de todo el mundo y una conmocionada ciudadanía instalada en The Long Walk.

Una solemne procesión por las calles del centro de la capital británica dio apertura al funeral de Estado de la reina Isabel II, en la que un centenar de marineros de la Royal Navy acarrearon el ataúd de la monarca hasta Wellington Arch, donde se realizó un saludo real y se tocó el himno nacional británico. Más de 3.000 militares de diversos cuerpos y regimientos desfilaron en el cortejo fúnebre.

Desde ahí el féretro de la reina fue trasladado al coche fúnebre del Estado y conducido a Windsor, donde se llevó a cabo la ceremonia final tras días de luto nacional. La extensa avenida que va desde el Castillo hasta el Gran Parque de Windsor, conocida como The Long Walk, se colmó de espectadores dispuestos a despedir a la reina.

El servicio fúnebre fue desarrollado en la capilla de San Jorge, misma donde se celebró el funeral de la princesa Margarita y del príncipe Felipe, duque de Edimburgo, el pasado abril. En su interior el decano de Windsor dedicó palabras de homenaje a la monarca.

“En medio de este mundo que cambia rápidamente y con frecuencia está en problemas, su presencia tranquila y digna nos ha dado confianza para enfrentar el futuro, como ella lo hizo, con coraje y esperanza“, sostuvo, añadiendo que “mientras, con corazones agradecidos, reflexionamos sobre estas y muchas otras formas en las que su larga vida ha sido una bendición para nosotros, oramos para que Dios nos dé la gracia de honrar su memoria siguiendo su ejemplo, y que, con nuestra hermana Isabel, por fin conoceremos los gozos de la vida eterna”.

Previo al himno final, “Christ is made of sure foundation”, el joyero de la Corona retiró la corona del Estado Imperial, el orbe y el cetro del ataúd de la reina Isabel, para pasarlas al decano de Windsor, quien las ubicó en el altar. Posteriormente el féretro fue bajado a la Bóveda Real debajo de la Capilla de San Jorge, luego que Andrew Parker, el Lord Chambelán, cargo más alto de la Casa Real, rompió la vara de oficio de la monarca, oficializando el fin del reinado de Isabel II.

Con un último lamento del gaitero de la reina, el servicio de entierro de Windsor llegó a su fin. Así las cosas la actividades continúan con un servicio de entierro privado para la familia real.

Si bien el féretro de la reina fue depositado en la Bóveda Real, será trasladado a la Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI, situada en otro lugar de San Jorge, donde será enterrada junto al príncipe Felipe.

 





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