El equipo chino no superó las calificaciones y los aficionados chinos no pudieron asistir al Mundial por culpa de Covid. Sólo unos pocos miles de entradas fueron adquiridos por China, en comparación con las 40.000 plazas que se les vendieron en Rusia para la edición de 2018. A pesar de esta aparente falta de interés, China está omnipresente en los estadios qataríes. Alrededor del 70% de la mercancía asociada a esta Copa del Mundo procede del taller mundial. Mascotas, camisetas, balones, cuernos, banderas y otros artilugios inundan Qatar, pero también las principales naciones futbolísticas, como Argentina, España y Brasil.
China también ha construido muchas de las instalaciones para el evento
Es el caso del prestigioso estadio de Lusail, donde se celebrará la final. Fue construido conjuntamente con una empresa catarí y su imagen aparece incluso en el nuevo billete de 10 riales emitido por Qatar. China también suministró los paneles fotovoltaicos, construyó una planta de energía solar de 800 megavatios/hora (la primera central eléctrica de combustibles no fósiles del emirato), el equipo de iluminación del estadio, los autobuses eléctricos e incluso los asientos con capacidad de refrigeración. Estas infraestructuras contribuyen a la “ecologización” de esta Copa del Mundo, tan cuestionada, entre otras cosas, en el plano ecológico. Debido a los escándalos que rodean a las obras en las que murieron miles de trabajadores, varias grandes marcas occidentales han renunciado al patrocinio. Era demasiado arriesgado para su imagen. Las empresas chinas no tienen esos escrúpulos, sino todo lo contrario. Se han metido en la brecha.
China, primer país patrocinador de la Copa del Mundo
Está por delante de Estados Unidos y Qatar. Debido a la crisis de Covid, las empresas chinas, una veintena, son sin embargo menos numerosas que en 2018, con motivo del Mundial organizado en Rusia. Pero las cantidades son colosales. Cinco grandes empresas chinas, no necesariamente conocidas en el resto del mundo, son las que más contribuyen al presupuesto de esta copa. Panda, un conglomerado que combina bienes raíces, finanzas y cultura, es el más generoso. Se ha comprometido con la Fifa hasta 2030. En esta alineación, encontramos a la segunda empresa lechera de China, Mengniu, a un fabricante de electrodomésticos, Hisense, y a un fabricante de smartphones, Vivo.
¿Tenemos alguna idea del impacto económico de la Copa en China?
La primera señal positiva es que el comercio entre China y Qatar se ha disparado un 60% en un año. Para los tres primeros trimestres de 2022, asciende a 22.000 millones de dólares. Las empresas asociadas se centran sobre todo en el mercado nacional. Con el público chino, muy aficionado al fútbol, esperan aumentar su reputación y, por qué no, ganar nuevos clientes gracias a esta mega campaña publicitaria.
Esta visibilidad global de alta intensidad también puede facilitar su expansión en los mercados extranjeros en el futuro. China, al igual que Qatar, considera el fútbol como un lenguaje universal. Es un medio ideal para transmitir una imagen positiva, para demostrar sus capacidades tecnológicas y simplemente su poder económico. Los chinos, todavía confinados por la ley, ven en este acontecimiento la prueba de que otra vida es posible. Una consecuencia que ni los patrocinadores ni las autoridades habían previsto.
This is amazing. Due to the backlash from Chinese fans seeing unmasked crowds in Qatar, Chinese TV is now replacing live crowds shots during games and instead cutting to close-ups of players and coaches. pic.twitter.com/vg0qozUawc
— Mark Dreyer (@DreyerChina) November 27, 2022