¿Quién era Silvio Berlusconi?

De cantante en cruceros y vendedor de aspiradoras a cuatro veces primer ministro de Italia, con una vida plagada de escándalos, el hombre que supo unir como nadie a la derecha, pero dividir políticamente a su país, tendrá funerales de Estado.

De cantante en cruceros y vendedor de aspiradoras a cuatro veces primer ministro de Italia, con una vida plagada de escándalos, el hombre que supo unir como nadie a la derecha, pero dividir políticamente a su país, tendrá funerales de Estado.

Las exequias del cuatro veces ex premier, fallecido este lunes a los 86 años, tendrán lugar en la catedral de Milán a partir de las 15 hrs. (9 de la mañana en Chile) del miércoles. La capilla ardiente se ha desarrollado en su mansión de Villa Martino de Arcore y luego será trasladado a la sede de Mediaset, su canal de televisión en Cologno Monzese. En tanto en Roma, la ciudad que lo vio triunfar políticamente, la bandera italiana luce a media asta en el Senado, donde Berlusconi ocupaba un escaño desde las elecciones de octubre de 2022. Y la Cámara de los Diputados detendrá su actividad durante dos días en su honor.

Pero son honores formales, protocolares, ésos que permiten que la República guarde las formas, porque Berlusconi, en realidad, ha sido el político que mayor controversia ha provocado en los últimos 25 o 30 años en Italia. Desde su gestión -tras caer la Primera República- como alcalde de la bullente Roma, cuando la histórica ciudad comenzó a presentar un abandono no conocido desde la posguerra, pasando por sus escándalos sexuales y orgías con menores y escorts, hasta sus desplantes políticos siempre con un sentido histriónico que no correspondía al rango que ostentaba y que eran mirados con una mueca de suspicacia, burla o rechazo desde otras latitudes.

Silvio Berlusconi fue internado en el hospital San Raffaele el reciente viernes 9 porque ya no respondía al tratamiento contra la agresiva leucemia que le fue diagnosticada apenas 44 días antes, falleciendo rodeado por sus cinco hijos, su hermano Paolo y su compañera Marta Fascina, 53 años más joven que él. Con la partida de “Il Cavaliere” llega a su fin toda una época en la historia de Italia.

Así también, con su partida queda en desmedro el partido de derecha neoliberal Forza Italia (FI), que fundó sin ninguna base ideológica y que conjugaba el conservadurismo liberal, los restos de la otrora poderosa Democracia Cristiana, el liberalismo y el liberal-socialismo con un sector minoritario socialdemócrata. Un partido aliado, aunque minoritario, en el gobierno de la ultraderechista primera ministra Giorgia Meloni.

De manera paralela a sus estudios universitarios, a los 25 años, Berlusconi inició su meteórica carrera empresarial al fundar su primera empresa, la constructora Cantieri Riuniti Milanese. En los años 70 entró en el negocio de la televisión por cable, que emitía en uno de los barrios de Milán que su misma empresa había construido. En 1974 compró su primera cadena televisiva, Telemilano Cavo, fundando Canale 5, en los mismos tiempos en que se hacía con parte del capital del diario “Il Giornale”. En 1978 fundó Fininvest, precursora de su futuro imperio de las telecomunicaciones.

Como empresario, también incursionó en el fútbol, al hacerse dueño del popular club AC Milan desde los años 70 hasta el 2017, cuando lo vendió. Luego, en el 2018 compró al club Monza y lo llevó a la Serie A. En 1994 su holding Fininvest ya poseía el control mayoritario de tres importantes cadenas de televisión, dos periódicos, numerosas revistas, la editorial Mondadori, la cadena de grandes almacenes La Standa y una serie de compañías financieras y aseguradoras.

Considerado como el precursor del populismo, el magnate que cambió la manera de hacer política en su país fue un exitoso empresario inmobiliario y de las comunicaciones que incursionó en el “negocio” del fútbol, exponiendo su vida privada sin pudor. En esas instancias le gustaba mostrarse rodeado de hermosas mujeres jóvenes en sus polémicas fiestas “bunga-bunga” en su villa, todo lo que le valió la apertura de diversos juicios, enfrentando la friolera de 35 casos penales, aunque solo fue condenado por uno de ellos: el caso Mediaset, por fraude fiscal, contabilidad falsa y malversación de fondos vinculados a su imperio mediático.

Tal vez el más sonado de sus escándalos fue aquel conocido como “caso Ruby”. Ese era el apodo de una joven marroquí -Karima el Mahroug, de 17 años-, con quien el magnate tuvo relaciones sexuales. En 2010, cuando Berlusconi era primer ministro, la joven fue detenida por robo en Milán. El magnate llamó por teléfono a la comisaría y pidió la liberación de “Ruby”, afirmando -según la prensa italiana- que la muchacha era sobrina o nieta del presidente de Egipto y que estaba tratando de evitar un incidente diplomático. Finalmente, Berlusconi fue a juicio acusado de abuso de poder y de prostitución de menores. En 2013 fue declarado culpable por pagar por sexo a la menor y por abusar de su poder, algo que él siempre negó. Fue condenado a siete años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos…pero el fallo fue anulado un año después. En julio de 2015, el tribunal de Nápoles lo condenó a tres años de prisión por haber sobornado a un senador entre 2006 y 2008 con tres millones de euros.

Durante años, Berlusconi logró escapar de la mayoría de los procedimientos judiciales en su contra gracias a inmunidad de que gozaba como jefe de gobierno, pero también por su gran influencia y por la elaboración de leyes que le permitieron protegerse. Al menos diez de los casos en su contra terminaron en absolución. Dos de ellos se cerraron “porque el hecho alegado ya no representa un delito”, después de que el Gobierno cambiara la ley en su beneficio.

Berlusconi deja una fortuna avaluada en 6 mil 400 millones de euros, siendo uno de los hombres más ricos de Italia. Esa enorme fortuna ha desatado todo tipo de especulaciones y su origen sigue siendo incierto, incluso después de habérsele investigado por presuntos casos de fraude fiscal y malversación de fondos, así como por sus también presuntos vínculos con la mafia. Sin embargo, en ese terreno, nada se pudo comprobar en su contra. Su machismo y su prepotencia fueron sellos de identidad que lo elevaron a los altares para una parte del pueblo italiano, aquel de menor conciencia, que le perdonó por década sus chistes de mal gusto, sus juergas, su pago a prostitutas y el sexo con menores. Ese pueblo que, quizás cada vez que votaba por él, se perdonaba, en parte, a sí mismo.

Imagen de portada: Twitter Forza Italia @forza_italia




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