En su doble rol como actriz y asistente de dirección, Camila Aspillaga revisa los tópicos de la obra y reflexiones del proceso creativo detrás de “La historia de una mujer que regaba su planta con una cuchara”, que se estrena el 18 de agosto en el Parque Cultural de Valparaíso -con un conversatorio posterior-, y el 23 de agosto en Teatro del Puente, en Santiago; funciones que tendrán sus particularidades en cada escenario.
Dirigida por Marcia Césped Laplechade y escrita por Alejandra Cabrera Monzálvez, la obra “La historia de una mujer que regaba su planta con una cuchara” se adentra en la historia de dos esposas de militares que viven una dictadura dentro de una dictadura. Marcadas por las apariencias y los mandatos de género en lo que se denomina “la familia militar”, la obra devela un espacio poco explorado respecto a las memorias de la dictadura, presentando un diálogo entre el escenario dictatorial y el patriarcado.
Dos mujeres que viven en departamentos contiguos en la Villa San Luis de Las Condes, población fiscal construida por el gobierno de Salvador Allende y desalojada por militares después del golpe de Estado, son esposas de Suboficiales del Ejército en plena dictadura cívico militar, y han sostenido una amistad pese a una gran diferencia: cómo piensan, qué desean y cómo votan en el plebiscito de 1988. Esa discrepancia es la que enfrentan en “La historia de una mujer que regaba su planta con una cuchara”, obra que se estrena este 18 de agosto en el Parque Cultural de Valparaíso y el 23 del mismo mes en Teatro del Puente.
En este contexto, releva la artista, “me parece interesante cómo el personaje que hago yo, Nani, empieza a despertar sutilmente. Es algo pequeño, es una micro revolución de ellas, chiquitita”. Todo esto, en contraposición a una gran experiencia que impacta todas las dimensiones de la vida. “El horror modifica los cuerpos. O sea, la dictadura y el Golpe modificó los cuerpos. Cuando uno da un golpe en una cosa, una cree que no se modifica pero igual el material se está modificando. Entonces la corporalidad y la materia de estos personajes se transforma y se afecta por medio de lo horroroso”, explica.
“La historia de una mujer que regaba su planta con una cuchara” se estrena en Valparaíso el día viernes 18 de agosto en el Teatro del Parque Cultural de Valparaíso a las 19.00 hrs., con funciones el sábado 19 a las 19.00 hrs. y el domingo 20 a las 18.00 hrs. En tanto, en Santiago la cita es para el día miércoles 23 de agosto a las 20.00 hrs. en el Teatro del Puente, extendiéndose hasta el domingo 27 de agosto. Todas las funciones son a las 20.00 hrs. Las entradas se pueden adquirir acá: https://ticketplus.cl/events/la-historia-de-una-mujer-que-regaba-su-planta-con-una-cuchara (*) La puesta en escena contiene secuencias de luces y mapping que puede afectar a las personas fotosensibles.
La obra se adentra en la vivencia de un grupo de mujeres, esposas de militares, en el contexto de la dictadura. ¿Con qué se han encontrado ustedes en relación a esta historia en el proceso creativo?
Me he ido encontrando con la fragilidad de los relatos de intimidad, porque en un primer momento me daba un poco de pudor que estuviéramos hablando de dos mujeres esposas de militares. Decía, “¿qué tiene que decir ella de esto, de esta parte de la historia de Chile?”, pero adentrándome en el personaje intenté que se notara el horror que estas mujeres cargaban al tener que ser como cómplices y/o personas que no sabían en profundidad qué sucedía, dependiendo del personaje.
Cuando empecé a encarnar a Nani, me dio una sensación de que en el fondo ellas viven un doble patriarcado, por decirlo de alguna forma, porque es como el de todas las mujeres y disidencias que viven normalmente, pero también están bajo el yugo de la violencia militar. En ese contexto se traspasa esa violencia al espacio de intimidad.
Sabemos que la dictadura se expresó en el horror, a partir de, por ejemplo, la tortura, la desaparición, en la práctica sistemática de violación de los derechos humanos, pero, ¿cómo se manifiesta el horror en estos dos personajes, que representan un ambiente específico, que es ser esposa de militares?
El horror en mi personaje es intuir que algo no está bien, y que eso la carcome día a día, que es algo que a ella éticamente no le hace sentido, pero que tampoco tiene la certeza de lo que pasa. Está en el no saber a ciencia cierta qué sucede, pero saber desde la guata que algo pasa. Esa intuición se la va carcomiendo por dentro, hasta transformarla en una especie de cuerpo-planta que intenta echar raíces en otros lados, como la mala madre, tirar raíces para afuera, con tal de escapar de esa situación.
La obra muestra un pequeño gesto emancipatorio, como es la duda. ¿Cuán importante crees tú que es mostrar que hubo gente que dudó?
Siempre hablamos de los gestos emancipatorios heroicos, no sé, tipo las personas que estaban en los frentes poniendo el cuerpo, pero creo que a nivel de la intimidad y sobre todo desde una perspectiva de género, se hacían pequeñas cositas.
Por ejemplo, mi abuela. Ella era de la DC -que ahora diríamos que es cero revolucionario- pero DC contra el gobierno dictatorial. Ella iba a reuniones y en el fondo se enfrentaba a la imagen de mi abuelo, era pro Pinochet, entonces ella hacía un gesto emancipatorio dentro de su intimidad y quizás lo que iba a hacer a las reuniones de la DC no eran los grandes cambios, pero ella sentía que aportaba.
Eso es un poco lo que hace Nani, quien desde esa intuición decide cómo votar. Puede ser que para otras personas era ir y marcar una raya, pero para ella era decir que no a todo el horror que estaba pasando en su casa. O sea, lo macro, el micro y a través de esa raya en el papel, ella dice, “no más esto”.
Pero también ahí está el relato que da vuelta en la obra: ¿realmente hemos salido de ese horror? ¿Realmente nos desatamos de ese horror o es un bucle?
El trabajo de la dirección de la obra está asociado a la autoficción. ¿Cómo nutre para ti trabajar un texto con ese mecanismo?
En mi caso la autoficción ha aparecido desde un lado diferente, porque en mi familia no sabían mucho o hacían vista gorda. Hasta cuando yo crecí y empecé a opinar, esto no era tema. De hecho era qué lata hablar de la dictadura. Por eso la autoficción para mí ha sido como una cosa vertiginosa porque en un primer momento no sabía qué poner de mí en escena. No sabía desde dónde agarrarlo. Pero cuando apareció la imagen de mi abuela, ahí hay algo, hay una información que me parece una luz importante de esto pequeño. Insisto con lo pequeño, con lo que quizás no es tan impactante, con lo que quizás no es tan heroico, pero a nivel íntimo sí lo es.