“Nos dijeron que íbamos a salir hoy, así que vinimos muy temprano a pie desde el ‘hotspot’, pero no sabemos adónde vamos a ir en Italia“, dijo un joven gambiano a la corresponsal de RFI en Lampedusa, Blandine Hugonnet. Sentados en el suelo, unos detrás de otros, cientos de ellos, algunos con toallas en la cabeza para protegerse del sol abrasador de la pequeña isla italiana. Un puñado de mujeres con niños pequeños esperan pacientemente en el muelle del puerto comercial por tercer día consecutivo. Aquí es donde se llevan a los posibles exiliados para que abandonen Lampedusa para siempre.
Las autoridades italianas han organizado un amplio sistema de traslados desde la repentina oleada de llegadas masivas a la costa de esta isla rocosa del sur de Sicilia. Unas 2.000 personas se marchan cada día, en barco o en avión. “La Protección Civil nos envió desde Agrigento para traer material, como estas pequeñas tiendas para protegerse del sol mientras esperan el barco”, explica un voluntario siciliano. Este viernes, fueron trasladados a Sicilia en un barco militar, para luego ser enviados a otras estructuras regionales para estudiar su situación.
Dos mil refugiados para 400 cupos
Estos traslados alivian en parte la presión sobre Lampedusa. Aun así, sigue habiendo allí cerca de 2.000 exiliados, muy por encima de la capacidad del centro de identificación de la isla, diseñado para acoger a 400 personas. Está muy lejos de las cifras récord de los últimos días”, explica Francesca Basile, “pero para la responsable de migraciones de la Cruz Roja Italiana, que gestiona el centro, el reto de garantizar que todos sean atendidos sigue siendo diario. “Hemos puesto en marcha todos los procedimientos que requiere la emergencia. Se trata de una situación excepcional y crítica. Tenemos un centenar de miembros y voluntarios movilizados aquí para comunicarnos con estas personas y ofrecerles asistencia”, explica.
Pero es imposible gestionarlo todo tras el desembarco de 7.000 exiliados en sólo dos días. Sobre todo, porque los desembarcos continúan. Tras la llegada de más de 500 personas el jueves, varias embarcaciones fueron remolcadas por los guardacostas italianos, ante los ojos cansados de los migrantes que dormían en el suelo del mirador que domina esta puerta de entrada a Europa.
Muchos aspirantes al asilo se encuentran deambulando por las atascadas calles de la isla. Cientos de ellos acuden a las puertas de la iglesia a la hora de comer. El viernes al mediodía, 5.000 comidas fueron preparadas y distribuidas por vecinos voluntarios pero exasperados por la sensación de estar reviviendo en estos días los peores años de la crisis migratoria.
Ante esta situación de hacinamiento en la pequeña isla de Lampedusa, la alcaldía local decidió declarar el Estado de emergencia para exigir ayuda al gobierno de Meloni.
Disputa europea sobre la gestión de la crisis
A escala europea, sin embargo, los Estados miembros de la Unión Europea (UE) discuten las soluciones a esta afluencia récord de migrantes. La decisión de Alemania de suspender la acogida voluntaria de solicitantes de asilo procedentes de Italia suscitó duras críticas. Berlín, acusada de falta de solidaridad, aduce la fuerte presión migratoria. El “mecanismo voluntario de solidaridad europea” prevé la reubicación de los solicitantes de asilo desde el país de llegada a la UE a otros Estados miembros voluntarios.
Alemania, que participa en este mecanismo, ha criticado a Italia por no cumplir su parte del trato y suspender la aplicación del Reglamento de Dublín. Este reglamento, que algunos dirigentes europeos desearían suprimir, sigue cristalizando las tensiones. Estipula que la responsabilidad de examinar la solicitud de asilo de un exiliado debe recaer en el primer país de entrada en Europa, principalmente Italia y Grecia, pero también España y Chipre.
Este sistema debería mantenerse en el marco del pacto reformado sobre migración y asilo, que aún se está debatiendo. También debería ir acompañado de un mecanismo de solidaridad para aliviar la carga de los países mediterráneos. La Comisión espera que el pacto pueda ultimarse antes de las elecciones europeas de junio.