Flores, pines con su nombre, réplicas de sus pinturas y mucha emotividad se vivieron en la despedida del escultor. En Bogotá, la fila para darle el último adiós se extendía calles más allá del Congreso, donde llegó para ser velado. Esta es la primera parada en su país natal, pues su cuerpo también recibirá homenajes en Medellín del 25 al 28 de septiembre.
“Ha sido uno de los grandes personajes que ha sacado la cara por Colombia, no solamente en Europa, sino en el mundo entero”, contaba Carmen Carrizosa, formada en la larga fila a las afueras del Congreso, donde la bandera ondeaba a media asta. El edificio se vistió con su retrato acompañado por el epitafio que rezaba “Un colombiano universal”. Varias pinturas voluminosas colgaban de otro lienzo sobre la fachada del legislativo, en la central Plaza de Bolívar.
Botero, colombiano y universal
Lucy Camargo, quien en diferentes viajes alrededor del mundo encontró obras de su compatriota, compartió la sensación que le causaba ver el legado del artista. “Cuando estuve en Singapur, estaba una escultura gigante de Botero. En Dubái, una escultura a la salida del centro comercial, gigante de Botero. El mundo entero lo conoce y el mundo entero llora la muerte de él”, lamentó.
Mientras las personas esperaban su turno para despedirse, los vendedores ambulantes aprovechaban para vender pines para la ropa con la firma del artista. Las multitudinarias muestras de afecto se convertían en colores que ilustraban el cariño del artista hacia el país y el orgullo de los colombianos por el talento de su pintor y escultor más internacional.
En Medellín, su ciudad natal, su cuerpo será cremado y sus cenizas serán llevadas de vuelta a Europa, al pequeño poblado italiano de Pietrasanta, para que sean enterradas junto a la tumba de su esposa, la artista griega Sophia Vari, fallecida en mayo.