El experimento llevado a cabo con éxito, según el anuncio, podría ayudar a las personas que padecen dolencias -como distintos tipos de parálisis- para poder interactuar con su entorno. La iniciativa se produce después de que en mayo de 2023, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos, autorizara a la empresa Neuralinka a realizar el primer ensayo para probar su implante en un ser humano.
La firma de neurotecnología cofundada por Musk en 2016 pretende construir canales de comunicación directa entre el cerebro y las computadoras. “El primer ser humano recibió un implante de Neuralink ayer y se está recuperando bien”, comunicó el multimillonario en la red social X. Según Musk, los primeros resultados “muestran una prometedora detección de picos neuronales”.
El primer implante de Neuralink implica que su función será la de “leer” la actividad cerebral para poder transmitir órdenes que ayuden a restaurar algunas funciones cerebrales y neuronales gravemente dañadas, por ejemplo, por un infarto o una esclerosis lateral amiotrófica, las que habitualmente derivan en graves daños para la capacidad comunicativa.
El chip mide 23 por ocho mm., y lo puede implantar un robot quirúrgico sin necesidad de proporcionar anestesia general al paciente; además, se puede retirar y volver a poner si uno lo desea, explicó Elon Musk. El tamaño del chip permite que no se vea, pues queda tapado por el cuero cabelludo.
Además, la batería se recarga automáticamente durante el sueño nocturno y la idea es que, cuando esté plenamente desarrollado, pueda incluso conectarse con el teléfono celular. Según Musk, pueden ponerse varios chips en un solo individuo para diferentes fines.
En un modelo anterior -presentado en 2019-, además del chip había que colocar un dispositivo detrás de la oreja para que funcionara, algo que ahora ya no es necesario. Algunos científicos han afirmado que el producto de Neuralink podría servir de ayuda para determinados problemas neurológicos y que a personas con parálisis les permitiría controlar un ratón de ordenador, pero advierten que habrá que ser optimistas para seguir todo el proceso de perfeccionamiento del proceso.
En todo caso, la ciencia-ficción, como siempre, ya se había adelantado de algún modo a la realidad, como por ejemplo en novelas como “El Código Sináptico” (2014 Bohodón Ed.) o “77 grados Kelvin” (2016 Amazon), del autor madrileño José Luis Peñalver (44), ingeniero en informática de profesión y funcionario del Banco de España.
El escritor utiliza la crónica como puerta de entrada a un tiempo futuro en donde el protagonista descubre que se han decodificado las percepciones eléctricas sensoriales. Un pequeño implante cerebral es capaz de entender y manipular los impulsos eléctricos que van desde los ojos o los oídos a las áreas del cerebro correspondientes.
Así, los personajes literarios pueden disfrutar de contenido informático superpuesto en la visión natural, o recibir sonido directamente de la red. A su vez, lo que perciben los ojos o los oídos se puede descifrar y volcar al chip en un formato estándar de vídeo o audio, o bien compartirlo por la red.
Hoy, no obstante, aplicaciones reales que seguramente saltarán más temprano que tarde al mercado, aparecen como revolucionarias y asombrosas no sólo en el campo de la neurociencia, sino también en el de las comunicaciones e, incluso, en el del entretenimiento.
Pero ello no quiere decir -también de modo muy real- que carezcan de riesgos.
