Con los corresponsables de RFI.
Nunca antes en la historia estadounidense se había celebrado un debate entre los dos aspirantes a la Casa Blanca tan temprano en la campaña. Y nunca antes los estadounidenses habían tenido que decidir entre candidatos tan veteranos como el presidente demócrata, de 81 años, y su predecesor republicano, de 78.
Será un debate a tres, “una emboscada”, lleva repitiendo Donald Trump varios días. El candidato republicano acusa a Jake Tapper y Dana Bash, los dos periodistas de la CNN encargados de moderar este primer debate presidencial, de confabularse contra él favoreciendo a su rival. Para evitar malentendidos, el cara a cara televisado de 90 minutos se celebrará sin público en Atlanta y con un ligero retraso. La CNN también se reserva el derecho de cortar el micrófono a cualquier candidato que hable fuera de turno, informa David Thomson en Miami.
Uno de los principales retos de Joe Biden -a quien Donald Trump y sus portavoces han acusado de dopaje, llegando incluso a pedir un control antidopaje al actual presidente antes del debate- será imponer su narrativa de un mandato exitoso y una acción enérgica, incluso en lo que los republicanos han señalado como puntos débiles, a saber, la inmigración y la inflación. También querrá demostrar que es más digno del cargo que Donald Trump, que tiene condenas penales y ha hecho declaraciones peligrosas para las libertades y la democracia.
Una semana de entrenamiento para Biden
Aunque ambos hombres son mayores, y ambos han tenido momentos de confusión que se han hecho virales, la percepción mayoritaria es que Joe Biden necesita tranquilizar más a la gente sobre sus capacidades. Rodeado de sus asesores, el actual presidente se retiró durante una semana a la residencia de Camp David. Se ha filtrado muy poca información sobre estos preparativos aparentemente meticulosos. Pero según su entorno, Biden quiere tomar la ofensiva. Ha practicado contraatacar los principales puntos de ataque de su rival, empezando por su edad y las dudas sobre sus facultades físicas y mentales. Los asesores interpretaron el papel de Donald Trump para que Joe Biden pusiera a prueba su reactividad.
Esta intensa preparación provocó las burlas de su oponente, que continuó con sus mítines de campaña, durante los cuales denigró constantemente al presidente en ejercicio. Una táctica que funciona bien con su base, pero que podría alejar a algunos republicanos moderados. En cualquier caso, esto es lo que teme el equipo de Donald Trump, que trata de evitar que el expresidente se muestre demasiado agresivo con Joe Biden. Un comportamiento así le costó puntos hace cuatro años, en septiembre de 2020, durante un debate que se convirtió en un pugilato.