La infancia a través de los ojos de Mazapán: "Hay que atreverse a mostrarle todo -y lo mejor- al niño"

Recientemente, la histórica banda fue reconocida con el galardón a Figura Fundamental de la Música Chilena 2024 de la SCD y el Premio Presidente de la República 2024 a la Música Nacional. Dos galardones que, además, llegan a reafirmar su vigencia.

Recientemente, la histórica banda fue reconocida con el galardón a Figura Fundamental de la Música Chilena 2024 de la SCD y el Premio Presidente de la República 2024 a la Música Nacional. Dos galardones que, además, llegan a reafirmar su vigencia.

Para las integrantes de Mazapán, agrupación insigne de música dedicada a las infancias en Chile, ambas noticias fueron recibidas con un grado de incredulidad. “No lo esperábamos para nada, imagínate. Todavía estamos saltando, yo por lo menos”, sinceró la artista Cecilia Álamos en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile.

Hace algunas semanas, las chilenas fueron reconocidas como Figura Fundamental de la Música Chilena 2024, el galardón más importante de la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD). Pero eso no fue todo: apenas unos días después, la banda recibió otro remezón al ser notificada de que su proyecto fue reconocido con el Premio Presidente de la República 2024 a la Música Nacional, el más relevante entregado por el Estado.

“Fue el remate, un penal”, definió Victoria Carvallo, otra de las integrantes del grupo que completan María de la Luz “Lulú” Corcuera, Cecilia Echeñique, Carmen Lavanchy, Verónica Prieto y Michelle Salazar.

“Ahí sí que dijimos ‘ya, párenla, no nos sigan tomando el pelo, por favor, porque ya estamos viejitas y nos va a dar un infarto”, soltó Carvallo entre risas. “Pura felicidad, alegría. Lo voy a decir como yo lo sentí: tuve la sensación de que en estos 45 años hicimos el trabajo que teníamos que hacer, y que nos fascina hacerlo, pero como que nunca nos habían visto. Y ahora fue como que hubiéramos sido vistas”.

Mazapán

Mazapán

Durante más de cuatro décadas, las mujeres detrás de himnos para las infancias como “Una cuncuna amarilla” y “Carnavalito del ciempiés” lograron cimentar una propuesta que, con diferentes estímulos sonoros y visuales, marcó la niñez de varias generaciones de chilenas y chilenos.

“A lo largo de estos años hemos recibido cualquier cantidad de cariño del público, y esa es la razón por la que hemos seguido cantando. Porque muchas veces hemos estado bajoneadas, como que ya van pasando los años y uno ya no tiene tanta energía. Pero, en el fondo, el cariño del público es el que ha hecho posible que nos den este premio. Por lo tanto, yo personalmente se los dedico a todos ellos”, reflexionó Álamos sobre el afecto que se desató a raíz de estas noticias.

“Es un premio colectivo porque, en el fondo, tú das un concierto, un recital, una canción, pero tiene que haber un receptor que lo haga vida -complementó Carvallo-. Eso ha sido muy lindo e impresionante”.

Por otro lado, ambas artistas reconocen que su trabajo es uno que, más bien, ha sido hecho a pulso y sin ningún tipo de pretensión comercial. “Sigue siendo así. Fue un poco juntarnos a hacer música, no más. Y de ahí fue creciendo. Y como lo pasamos bien, ha sido entretenido. Es un esfuerzo, pero no uno agobiante”, explicó Cecilia.

“Y ha tenido su recompensa. Por lo menos nosotras nunca nos hemos planteado objetivos del tipo ‘bueno, la próxima meta será, no sé, el Festival de Viña’. En realidad, tú haces tu trabajo, no más. Piolita, tranquilita, contenta. Por ejemplo, una cosa que nos habíamos planteado fue que sería lindo poder tocar alguna vez un Mazapán sinfónico, pero no lo buscamos. Lo conversamos ahí, entre nosotras, y ¡zaz! Aparece la Orquesta de la Universidad de Chile y nos invita a hacer un sinfónico”, ejemplificó Victoria.

“Después, soñábamos con que alguien animara unas poquitas canciones. Y apareció Pablo Larraín de Fábula y nos ofreció hacerlo, porque eso también cuesta mucha plata, es una inversión tremenda y lo que menos tenemos en el Mazapán es plata. Se fueron haciendo realidad un montón de sueños que teníamos y sin buscarlo, solamente con desearlo. Eso fue maravilloso. Se agradece demasiado porque se fueron cumpliendo sin necesariamente perseguirlos”, agregó la artista.

Contingencia que además sintoniza con la grabación de un disco nuevo que, en el mejor de los casos, debería ver la luz durante este 2025: “Ya lo empezamos y fue muy emocionante volver al estudio de grabación. No entrábamos desde ‘La ballena Filomena‘, el 2019. Han pasado los años, las manitos se te van deteriorando… Pero fue muy lindo. Ya partimos el puntapié inicial con dos canciones, una de la Verónica Prieto y una mía, y con algunos músicos invitados, que siempre es una experiencia bonita. Y nos faltan como 10 canciones más o menos”, adelantó Carvallo.

No subestimar a las infancias

Entre las convicciones que refuerzan la propuesta de la banda está la centralidad con que observan a las infancias. “Es importante el mundo infantil, no solamente la música. Tú estás preparando para el adulto del mañana y, por lo tanto, debiera ser lo más importante. Se supone que lo es, pero creo yo que en general no se les da la relevancia que tiene. Y si tú les das buena música, así como les das buen arte, o buenos espectáculos, los niños van a crecer con un bagaje auditivo y sensorial que los va a preparar para todas las dificultades que uno tiene como adulto”, reflexionó Álamos.

Visión que es compartida por su compañera: “A lo mejor no va a entender en su minuto ciertas armonías o ciertos giros armónicos, pero se le va a ir quedando grabado en su cerebro, en su sistema. Es como la pintura. Tú a un niño no le muestras primero tres colores y el próximo año cinco más, sino que le tiras toda la paleta, y el niño de alguna manera lo absorbe. Puede que no lo comprenda intelectualmente, pero lo está absorbiendo, y eso es súper importante. Hay que atreverse a mostrarles todo -y lo mejor- al niño. Puede que en su minuto no lo pueda intelectualizar, pero no importa, ya lo tiene. Más adelante lo usará”.

Para Cecilia, lo anterior tiene que ver con un desarrollo temprano de la estética. “No me voy a olvidar nunca de cuando mis hijos eran chicos. Una vez invitamos a un niñito almorzar y estaba sonando la radio Beethoven, que siempre está sintonizada en mi casa, y este niño, sin tener idea, dijo ‘mira, eso suena igual a ‘El rey Guillermo‘. Me quedé impactada porque, en el fondo, él no sabía cómo explicarlo. ‘El rey Guillermo’ es una canción renacentista y esa era la música que se estaba escuchando, e inmediatamente lo relacionó. Ese es el objetivo. Abrirles el horizonte, cosa que cuando sean grandes les puede gustar esta música o la otra, esta pintura, la otra pintura, este tipo de lectura, qué sé yo. Lo más que se pueda”.

Todo, en un momento donde la exposición al mundo digital es cada vez más temprana. “Son estímulos que requieren estar pegados a la pantalla, que yo lo encuentro nefasto”, afirmó Victoria. “Hay que lograr sacar a los niños de la pantalla, llevarlos a una plaza, ponerlos en contacto con la naturaleza, llevarlos a un concierto en vivo donde van a ver instrumentos, oír sonoridades… Estímulos más a escala humana. No digo que lo otro no exista, pero me hace falta ese equilibrio, que los niños tengan esto y lo otro, no todo tecnológico”.

“Y que puedan desarrollar la imaginación -sumó Álamos-. Cuando éramos chicos uno se aburría. Y ahora qué hace una mamá cuando un niño le dice estoy aburrida: le pasa el celular. Es bueno aburrirse, eso te hace desarrollar la imaginación y a lo mejor inventar, no sé, un castillo con cajas. También es importante que los niños se aburran“.





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