En medio de las reuniones de preparación para el cónclave que deberá elegir al sucesor de Benedicto XVI, arrecia la incertidumbre en el Vaticano no sólo por el nombre del que será nombrado el nuevo Papa sino que también por los conflictos por los que atraviesa la Iglesia Católica en la actualidad.
En conversación con la tercera edición de RadioAnálisis, el teólogo Hugo Zepeda reconoció en los motivos de la dimisión del Sumo Pontífice, un efectivo estado de salud deteriorado, con altibajos que no han sido informados prontamente y con transparencia.
Frente a los cambios tecnológicos y sociales, el teólogo señaló que son necesarias nuevas condiciones para dirigir a la Iglesia Católica, calificando de total honradez la decisión tomada por Joseph Ratzinger.
“Ya el Papa no puede seguir encerrado en el Vaticano. Tiene que realizar visitas pastorales – y esto lo demostró Juan Pablo II – a todas partes del mundo. Doce, quince, veinte viajes- Un hombre de 86 años no es capaz de realizarlo. Se necesita, por lo tanto, una presencia vigorosa de quien tiene el timón de la nave de Pedro. Y eso es lo que se consideró por parte de Benedicto XVI que no era capaz de hacer. Eso es un acto total de honradez”, afirmó el académico.
Además, reconoció una profunda crisis interna en la Iglesia, marcada por las filtraciones de datos confidenciales a través de Wikileaks y casos de abuso sexual; aunque frente a este último punto el ex diputado, destacó la transparencia que se determinó en la Santa Sede.
El ex sacerdote aseguró que estos casos pusieron en alerta a Benedicto XVI en su último tiempo dirigiendo el Vaticano, pero cuestionó las decisiones que se tomaron frente al conocido “VatiLeaks”.
“Lo grave es que Benedicto XVI determinó que el informe total del caso Vatileaks se lo entregaran a su sucesor. Yo estimo y también lo hacen los cardenales, que deberían estar a disposición del colegio cardenalicio, sacar conclusiones y saber por quien votan. Yo creo que va a ser un proceso difícil”, aseguró.
Hugo Zepeda concluyó afirmando que será una difícil decisión, la de elegir un sucesor de Benedicto, asegurando que la Iglesia Católica arrastra un abultado historial de escándalos políticos, pero que aun así, es una determinación que preocupa a todos, creyentes y ateos.