Algunos manifestantes interrogados este viernes en el parque Gezi, uno de los escenarios de las protestas contra el primer ministro turco, afirman que ya no tienen miedo de decir lo que piensan. Hoy recibieron además un respaldo de peso: la canciller alemana, Angela Merkel, dijo en Berlín que contaba con que no se producirán violencias contra los manifestantes.

El futuro de las manifestaciones se presenta sin embargo incierto teniendo en cuenta la contraofensiva lanzada por Erdogan tras su regreso al país. Delante de sus seguidores que fueron a recibirlo al aeropuerto anoche, el primer ministro hizo un llamado “al cese inmediato de las manifestaciones”, las cuales perdieron, según él, “su carácter democrático y se han vuelto vandalismo”.

Pero su intento por neutralizar a los manifestantes que cuestionan su poder desde hace una semana puede provocar una escalada de violencia. En todo caso, esta primera movilización de los seguidores del primer ministro representa un giro en la gestión de la crisis política por parte de Erdogan. Mientras Erdogan era aclamado por sus seguidores en el aeropuerto, decenas de miles de manifestantes permanecían en la plaza Taksim, centro de Estambul, donde pidieron la renuncia del primer ministro. También hubo una importante manifestación en Ankara.

El parque Gezi y sus imponentes plátanos, destinados a ser arrancados en el marco de un proyecto inmobiliario, desencadenó la protesta que se politizó rápidamente, focalizándose en el pedido de renuncia del primer ministro. Además de los tres muertos, los enfrentamientos han dejado 4.355 heridos en una semana, de los cuales 47 están en estado grave, declaró el jueves el sindicato de médicos turcos. El último balance oficial hacía referencia “a más de 300” heridos.