Desde los créditos iniciales –en italiano y con una gráfica que remite a ciertas películas clásicas- queda en evidencia que nos encontramos con un filme de factura internacional. Y aunque la cuidada puesta en escena es algo que está presente en las dos películas anteriores de Alicia Scherson -“Play” y “Turistas”-, acá se nota un crecimiento en dimensiones y profundidad. La destreza adquirida de la directora y guionista y un estupendo trabajo de fotografía, permite que la interesante construcción literaria de Roberto Bolaño adquiera una forma cinematográfica sugestiva, a momentos de gran belleza, en otros de inquietante desolación.
La narración guiada por la voz y la mirada de Bianca nos invita a adentrarnos en una Roma que a la vez es universal y ajena, que se habita desde la cotidianeidad, sin dejarse apropiar. Son estos escenarios los que reciben las reflexiones de la adolescente que está –conscientemente- en un proceso de cambio profundo. Desde su primera aparición en pantalla –el 2004 con “B-Happy” de Gonzalo Justiniano- Manuela Martelli llamó la atención por su potente presencia en cámara y su atractiva mezcla de fragilidad, fuerza y misterio. Casi diez años y diez largometrajes después, esas características no han hecho sino aumentar y profundizarse. El rostro y el cuerpo de la actriz acá son centrales para sostener la película, tocando los tonos precisos para mantener el interés del espectador y el equilibrio frente a un portento de la actuación como Rutger Hauer – el inolvidable androide en “Blade Runner”- que posee más de un centenar de películas en su filmografía como actor y que en “El Futuro” encarna la decadencia de manera admirable y seductora.
“El Futuro” es una película bien lograda que tiene su propuesta clara y que va por ella. Podría resultar un poco fría, pero esa parece ser tanto la lógica de la novela como la apuesta del filme. Hay mucho talento involucrado en este proyecto, talento nacional e internacional que se luce especialmente en pantalla grande donde su cuidada puesta en escena luce especialmente para obligarnos a preguntarnos sobre el futuro de los personajes y el nuestro.