La Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes 2012, medición a cargo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con el apoyo de los ministerios de Desarrollo Social y del Trabajo, arrojó preocupantes datos.

Según el sondeo, 229 mil niños, niñas y adolescentes de entre 5 a 17 años de edad, se encuentra “ocupado laboralmente” es decir, se desempeña en alguna actividad remunerada.

De ellos, sólo el 5 por ciento lo hacen legalmente, mientras que el 95 por ciento restante, 219 mil jóvenes e infantes, opera bajo el “trabajo infantil”, un fenómeno que, según marcos normativos internacionales, “es preciso eliminar por ser social y moralmente indeseable”.

De acuerdo a la encuesta, el 46 por ciento de los niños, niñas y adolescentes en trabajo infantil vive en hogares del primer quintil y un 36 por ciento en situación de pobreza.

Bruno Baranda, ministro de Desarrollo Social, enfatizó en que para revertir esta situación, no se debe mirar aisladamente el fenómeno.

A su juicio, “en la medida en la que el Estado sea capaz de dar condiciones para que se generen y creen muchos más empleos y mejores empleos vamos a estar haciendo y permitiendo que más personas de hogares vulnerables tengan oportunidades de trabajo”.

“Hoy, cada tres hogares de personas pobres y vulnerables solo una persona trabaja. Esa ecuación es inversa en los hogares más ricos. En consecuencia, tenemos que generar más y mejores oportunidades de empleo para que en las familias y hogares pobres sea innecesario exponer a los niños a trabajos cuando no corresponde”, expresó.

El sector que más trabajo infantil acapara es el comercio detallista, rubro que explota a 86 mil menores de edad. Le sigue la producción agropecuaria, con 40 mil niños; la construcción, con 19 mil, y los servicios domésticos, con 12 mil.

Fernando Arab, subsecretario del Trabajo, detalló por qué esta actividad, que afecta principalmente a niñas, es constitutiva de trabajo infantil.

“Que un menor ayude a hacer su cama, a colocar la mesa, a ordenar su pieza no es un hecho negativo, por el contrario, creemos que es un hecho que puede ser valorado y denota cierta responsabilidad. El problema se da cuando ciertas actividades domésticas se realizan por un espacio prolongado de tiempo. Por ejemplo, la encuesta parte sobre una base sobre 21 horas a la semana en que, evidentemente, si un niño, niña o adolescente está por más de ese tiempo en labores domésticas, eso impide que pueda cursar sus estudios de manera regular”, detalló.

Para Guillermo Miranda, director de la OIT para el Cono Sur, nuestro país, comparado con otras naciones de la región, está menos retrasado.

No obstante, agregó que las políticas públicas para erradicar este fenómeno parten por la toma de conciencia.

“Hay que involucrar a los actores sobre esta materia: al mundo empresarial, a los padres, al mundo sindical. Porque Chile puede erradicar el trabajo infantil. También hay medidas como fomentar la fiscalización en esta materia, en ese sentido, se requiere una mirada fiscalizadora sobre la ausencia de niños en el sistema escolar. En el caso de niños que trabajan en el servicio doméstico, hay un tema de reflexionar sobre las políticas en materia de conciliación de trabajo y familia”, planteó.

Los niños, niñas y adolescentes ocupados en Chile trabajan en promedio16 horas a la semana.

Otro dato preocupante es que el 5,9 por ciento labora en actividades que, por su naturaleza o condiciones, son dañinas para su salud, moralidad o seguridad, como por ejemplo, recolectores de basura.