Phil Wheaton (en la foto junto a guerrilleros en El Salvador), teólogo de la liberación, sacerdote episcopal anglicano, historiador, misionero en Centroamérica (República Dominicana, Costa Rica y Nicaragua), Pastor de la Congregación Ecuménica de Cristo en Washington, tiene un amplio historial de experiencia junto a los pueblos. Miembro del Comité de Solidaridad Indígena, miembro de muchas organizaciones de solidaridad, estuvo en Chile en la conmemoración de los 40 años del Golpe Militar, y entrevistado por Juan Pablo Cárdenas, nos compartió su visión de un país en el cual estuvo durante la época de la Unidad Popular.
El reciente Premio Nacional de Artes, Alfredo Jaar, declaraba que “los norteamericanos no sólo contribuyeron a derrocar a la UP el 11 de Septiembre, sino que nos robaron la fecha, por el ataque a las Torres Gemelas” ¿Qué sentimiento tiene usted ante esta fecha y esos dos sucesos históricos?
– Tengo una perspectiva más histórica para interpretar lo que pasó en esa fecha, es algo típico del Pentágono y la CIA de usar fechas de lo que hicieron en el pasado y aplicarlo para nuevos eventos, ya que ambas cosas tienen los mismos números. Yo estaba acá durante el gobierno de Allende y supe lo que hizo Henry Kissinger en Estados Unidos, es un recuerdo vivo. Muchos amigos volvieron huyendo, y vivimos juntos por cerca de diez años en una casa, y compartían conmigo mucho de lo que pasaba acá. Los enlaces de tiempos y experiencias es una cosa muy personal.
Los chilenos estamos muy aislados, por ejemplo no conocemos mucho el fenómeno por lo que pasó en Nueva York, pero nos preciamos de la solidaridad que hemos recibido del mundo. Quisiera preguntar tu impresión por el recuerdo del mundo hacia la figura de Salvador Allende.
– Año a año, conmemoramos en el mismo lugar donde ocurrió el atentado contra Orlando Letelier. Recordamos las matanzas, y Pinochet estuvo en Washington DC con permiso de libre tránsito, sin ninguna mención del gobierno de los EEUU sobre lo que pasó aquí, entonces esos eventos son importantes para nosotros, recordar cada año, y es algo a lo que asistimos para nunca olvidar. Siempre hay un número amplio de personas que asisten, pero el público en general no hace la conexión y se olvida del pasado. Para mí es algo personal, es parte de la historia del pasado, lo que guarda para nosotros el pasado es información que debemos sacar para entender el presente. Allende es una persona importante, nosotros tenemos que recordar, creo que es nuestro trabajo para despertar en la mente de otros.
En su biografía leo que, además de pastor anglicano, se define como antimperialista. En ese sentido, ¿cuál es su posición ante el rol del presidente Obama en el escenario internacional?
– Es interesante, el pueblo norteamericano no sabe lo que significa el imperialismo. Hay libros que hablan de lo que pasó en la formación de los Estados Unidos, cuando hay argumentos en la formación de la República, y se admite que “ahora estamos convencidos que esta Constitución es la mejor y jamás desarrollada para el desarrollo de nuestro imperio y la libre expresión”. Este tema fue un principal argumento inteligente, los padres fundadores de este país ya lo fijaron.
Pensamos en la idea que las intervenciones tendrían un enorme respaldo popular. Si bien la gente tenía que soportar que los soldados volvieran en ataúdes, ahora vemos una mayoría que no quiere invadir Siria, pero pareciera que eso ya no le importa al Presidente Obama y la clase política.
– Está en la mente de todos los norteamericanos. Lo de Siria es algo presente, pero está la guerra en Vietnam como precedente, un total fracaso, y la gente estaba en contra de ello. El Presidente tuvo que sacar sus tropas, no podíamos seguir perdiendo vidas, y no teníamos los recursos para mantener un ejército con “botas en la tierra”, como decimos. Es un factor absoluto para todos los países, pero es cierto que cuando uno vive en un imperio, hay muchos beneficios. No importa si es Babilonia, Roma u otro imperio, son los que proveen a su pueblo de muchos beneficios, que vienen de recursos naturales de países que intervinieron. En el caso de Afganistán, es conocido como el cementerio de los imperios. Diferentes imperios lo han invadido, y la gente no se da cuenta que los EEUU sólo somos uno de ellos, y fracasamos como pasó en Vietnam.
Está el argumento de armas de destrucción masivas, o ahora, armas químicas. Luego aparecen los drones, los aviones no tripulados, con bandera norteamericana. ¿Puede considerarse un drone un arma de destrucción masiva?
– El desarrollo de drones es el sustituto ideal para las guerras del futuro. En vez de soldados, estos drones estarán escondidos en lo que se llama nenúfares, lugares ocultos detrás de montañas, y salen para matar a personas sin nadie a bordo. Esto se compartirá con otros países, es un negocio que crece rápidamente. El otro día estuvimos en uno de los principales edificios de Washington en una presentación oficial de los drones y la venta de ellos. Hay gente que ha enfrentado al presidente de los Estados Unidos respecto de la guerra por drones, hay un libro ‘¿Cómo matar vía control remoto?’, y se le vendía a la gente que asistió a esa presentación. Y hay gente que dice que se está lanzando la venta de drones, y cada país tendrá escondido un drone listo para atacar en algún momento de emergencia.
En el mundo se sospecha de un ataque que planea Obama a Siria para probar el ataque por drones. Digo Obama porque tuve esperanza en este presidente negro, leí dos libros sobre su vida y me sentía en presencia de un liderazgo que prometía un cambio. Ahora soy uno de los decepcionados de su gobierno. ¿Cuál es su impresión respecto de la gestión de Barack Obama?
– Yo voté por Obama, en la primera elección, y tenía la misma esperanza, como muchos norteamericanos, en la diferencia a contribuir en esto, pero hay una decepción incluso desde los demócratas. Los representantes de los republicanos son peores, pero es una cosa muy curiosa. Creo que él es una persona sumamente inteligente y afable, se mezcla muy bien con la gente, no en la parte racial, no creo que sea un don de su gestión, quizá de su esposa. Pero incluso en Chicago, la gente ya no tiene confianza en él, es un proceso de tratar a entender qué hay en su alma, cuáles son sus motivos y fines para ese proceso, y ha generado profundas divisiones no sólo entre los partidarios, sino entre toda la población. Tenemos que entender eso, no podemos entenderlo sin que nuestro país deje de ser un imperio, con grandes recursos y beneficios. Muchos norteamericanos privilegian los beneficios. En cuanto a las guerras, buscamos matar a los rusos, a los afganos, a gente en otros países. Ahora vemos que el capitalismo surge en Vietnam, los comunistas están embargados, entonces el motivo queda como una mala excusa para las guerras.
Uno ve que en algunas partes del mundo se ve un acercamiento entre las comunidades cristianas y los movimientos sociales de América. Da la sensación de un comunismo real que puede convivir con el cristianismo más auténtico. En ese sentido, ¿qué opinión tiene de la causa zapatista, o bien, de los mapuches?
– Estados Unidos colaboró con la muerte de indígenas. Tenemos el caso de Rigoberta Menchú en Guatemala, quien recibió el Premio Nobel de la Paz, y creo que era totalmente merecido, y eso significa aceptar que ella presenció la matanza y que sus padres fueran quemados, en su presencia, por parte de un ejército dirigido desde Estados Unidos. Obama recibió el Premio Nobel a la Paz, y la gente se pregunta qué ha hecho por la paz, y quizá qué día hará algo, porque él está apoyando el aumento de guerras cuando se inició en la presidencia. Con el fin de eliminar a los talibanes, fue su argumento, y entró en Medio Oriente con la razón de sacar el petróleo, fue un timo, no hay otra excusa, entonces tenemos que ir al fondo de las cosas y ver cuál es el motivo real. Hay gente que dice que hay que ir a la política profunda para saber qué está pasando, ver el papel de las transnacionales, con sus intereses en los recursos naturales, y eso perjudica a los indígenas, en este caso los mapuches, o bien de los zapatistas.
En la Araucanía tenemos una confrontación no solo entre mapuches y el Estado, sino entre los intereses culturales mapuches y quienes quieren ganar dinero con industrias que atentan contra el ecosistema en esta zona. Usted ha sido crítico de esta industria biológica, y de Monsanto específicamente. ¿Cuál es su visión de los productos transgénicos en la agricultura?
– Yo he estado en fincas de Monsanto, campos gigantes que no ves el fin de los terrenos. Esto en San Fernando, sexta región, y la gente nos explicaba de los transgénicos. Nosotros sabíamos, pero él nos mostraba los productos, muy raros, con raíces con otro color, parecen plásticos en su forma, y sirven para una sola estación, y no se reproducen. Un pequeño campesino estará a voluntad del deseo de Monsanto, con la necesidad de comprar sus semillas en cada temporada. Y hay mucha oposición a un grupo de pocas personas que quieren implementar este sistema, hay muchos que se quejan de la presencia de Monsanto.
Esta producción de transgénicos está en el Tercer Mundo, ¿en Estados Unidos esto se permite sin control como acá?
– En Minnesota hay algún desarrollo, pero no tengo suficiente información, pero sabemos que está activo allá, y prepara desde ahí también una expansión mundial. Esto implica al futuro que se eliminen producciones agrícolas que sean para el desarrollo. Esto para tener que pagarles a ellos por nuestro sostén, o porque no habrá suficiente producción de países pobres para conseguir vegetales.
Uno imagina que Monsanto tendrá el control de las semillas y de los precios, manejando la producción, nunca con un fin altruista, menos para ayudar a los que no tienen tierras. Además de lo que podría comprobarse como dañino para la salud humana. ¿Hay conciencia en EEUU de lo que está pasando?
– Tenemos que mirar el medioambiente, porque eso afecta y estamos viendo que este es uno de los años más desastrosos por los efectos del medioambiente, resultado de cómo estamos usando nuestros recursos. Creo que hay posibilidad de que varios sectores agrícolas en EEUU no puedan producir por las condiciones ambientales, es un momento muy precario respecto de la alimentación y del cambio climático.
No puedo dejar de preguntarle, satisfacer mi inquietud de porqué un sacerdote está preocupado de estos temas. Los evangelios son de por sí una política libertaria y revolucionaria, desde cierta mirada. ¿En qué basa una obligación de los creyentes de luchar por la justicia, el cambio, y oponerse al imperialismo y la acumulación de la riqueza? ¿Cómo concilia el estar dedicado a estos temas, con un espíritu evangélico o político?
– La respuesta está en el Viejo y el Nuevo Testamento, la palabra profética es desenmascarar a los poderes injustos en el mundo, ese es el rol y es parte del Antiguo Testamento, es la parte más numerosa y profunda, con mayor acercamiento por los pobres y rechazo de los imperios, el rey David de corrompió, también Salomón, y ahí surgen los profetas revelando esto. El Apocalipsis es un libro que anticipa lo que pudiera venir si abandonamos la justicia. Hay tres factores fundamentales, uno es la verdad, no se puede mentir, es muy importante. Segundo, la justicia, ser justo para todos en el mundo. Tercero, el amor, la compasión con los nadie, los que no tienen importancia, y eso es importante. Jesús era un profeta y desafió al Imperio Romano, entonces debemos entender su rol activo de base con los pobres, donde empezó su movimiento. Eso es nuestro llamado como cristianos, el principal punto de la Biblia en cuanto a la palabra. La palabra profética es nuestra arma, no es matar a alguien, sino desenmascarar y hablar con la verdad.
Finalmente, ¿Con qué impresión te vas de Chile al ver este país a 40 años del Golpe?
– Fui a la marcha el domingo pasado, en el Cementerio General. Dijeron 30 mil personas, pero creo que fueron más de 50 mil personas. Había mucha convicción de lo que Salvador Allende representa para Chile. Es importante estar ahí y testificar. Creo que en esta situación, estamos mirando una resurrección del pueblo chileno, ha habido tantos libros nuevos de lo que ocurrió en el pasado, que hay un despertar, una nueva conciencia, y eso no está mencionado en la prensa ni en El Mercurio. Apareció Clarín luego de 40 años, entonces veo una iluminación expandiéndose en el pueblo, mucha gente preocupada por lo que está pasando. Lo llamaría una nueva concientización del pueblo chileno, y eso para mí es una inspiración.