Casa que recibió a Gabriela Mistral en el Barrio Huemul lleva casi dos años a la venta

Cuatro hermanos piden 95 millones de pesos a cambio del inmueble. Aunque ha habido interesados en levantar un espacio cultural en el lugar, no han llegado a acuerdo. Mientras, vecinos del sector alegan despreocupación de las autoridades y temen que sea utilizada con otros fines.

Cuatro hermanos piden 95 millones de pesos a cambio del inmueble. Aunque ha habido interesados en levantar un espacio cultural en el lugar, no han llegado a acuerdo. Mientras, vecinos del sector alegan despreocupación de las autoridades y temen que sea utilizada con otros fines.

En 1921, Lucila Godoy Alcayaga llegó a Santiago para convertirse en la primera directora del actual Liceo Teresa Prats. Se instaló en una casa ubicada a pocas cuadras, en la calle Waldo Silva 2132, a escasos metros del Teatro Huemul y en pleno barrio del mismo nombre.

Ahí vivió hasta 1922. Ese año partió a México para participar de la reforma educacional que lideraba José Vasconcelos, publicó Desolación en Nueva York y no volvió a Santiago. Recién en febrero de 1941, cuando se encontraba en Brasil, un abogado de nombre Eduardo Frei Montalva la representó en la capital para vender el inmueble.

Solo una sencilla placa ubicada junto a la puerta de la casa recuerda a las personas que transitan por el sector que esa casa fue de Gabriela Mistral. A un costado, con letras bastante más llamativas, un letrero indica que la propiedad está en venta.

Los actuales propietarios son cuatro hermanos cuya única herencia es la vivienda de fachada amarilla. En 2012 decidieron ponerla a la venta, pero nadie ha estado dispuesto a pagar el precio que piden por ella. Hoy, esa cifra alcanza 95 millones de pesos.

El pianista Roberto Bravo fue uno de los primeros interesados: quería instalar una academia de música dirigida a niños que estudiaran en colegios del sector sur de Santiago, pero no hubo acuerdo en el precio.

“Con Roberto Bravo hablamos de hacer un reconocimiento verdadero a doña Gabriela Mistral, pero que él también pudiera instalar su fundación acá en Santiago”, explicó Douglas Mella, amigo del músico y administrador del vecino Persa Santa Rosa. “Sin embargo, solo la habilitación de un proyecto y la compra de la casa significarían una suma considerable, sin que ni siquiera empiece a funcionar la fundación. Todavía estamos evaluando el proyecto, porque Roberto Bravo sigue interesado en comprar la propiedad e instalar su fundación”, aseguró.

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La venta de la residencia preocupa a organizaciones culturales del sector. Ricardo Silva, fundador del Club Matadero y encargado de las rutas patrimoniales que se realizan en el barrio, lamentó que ningún organismo estatal se interese por crear un museo o un espacio cultural.

“Si bien Gabriela Mistral no vivió más de un año en esa casa, es una de las pocas que podemos decir que es de ella y acá en Santiago. En ese tiempo ella trabajó en la fundación del Liceo de Niñas, fue inspiradora de éste e incluso hay profesores antiguos que todavía recuerdan su trabajo. Para nosotros es un espacio súper importante y la respuesta del municipio o del Consejo de la Cultura ha sido nula. Nadie está interesado, la casa sigue a la venta al mejor postor y cualquier persona podría comprarla y hacer una ferretería, por ejemplo, con la casa de Gabriela Mistral”, advirtió.

Ese peligro es minimizado por Eugenio Miranda, uno de los cuatro hermanos propietarios: “Mi idea es que la casa quede en buenas manos y le saquen provecho como algo patrimonial y cultural. La mayoría de la gente que ha venido es para hacer algo cultural, no para echarla abajo. Quieren rescatar la casa y darle el valor que debería tener, no es gente que la quiera para otra cosa. Muy pocos se han interesado para habitarla”, aseguró.

“Cuando la pusimos en venta, pensamos que la municipalidad o la Corporación Cultural de Santiago podrían haber hecho algo, pero hasta el momento no ha habido interés de parte de ellos”, lamentó.

Asimismo, desde la municipalidad de Santiago aseguraron que la edificación no está completamente desprotegida, porque en enero de este año fue declarada como inmueble de conservación histórica.

“Los inmuebles de conservación histórica se rigen por el artículo 60 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, por lo tanto, son de tuición de la seremi de Vivienda y Urbanismo. Cualquier permiso, para cualquier obra que se haga en un inmueble de este tipo, tiene que ser autorizada por la seremi y la dirección de Obras del municipio”, dijo Sandra Gysling, asesora urbanista del municipio. “Obviamente que no se puede demoler, a menos que estuviera muy dañada y sea necesario demoler parcialmente para volver a dejarla como era”, recalcó.

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A pesar de eso, la casa continúa a la venta. Eugenio Miranda mantiene ahí un taller de electrónica y una de sus hermanas la ocupa para vivir. Mientras, la única seña sobre su pasado es la breve frase inscrita en la placa: “En esta casa vivió en 1922 la maestra de escuela Lucila Godoy, a quien hoy el mundo recuerda como Gabriela Mistral”.





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