“La Reforma Tributaria es necesaria para derrotar las desigualdades”. Esa fue la sentencia que el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, efectuó en el marco de la presentación de la iniciativa en el Parlamento.
El proyecto ha estado en el centro del debate desde que fue redactado y fue rechazado por varios sectores. Finalmente, tuvo que sufrir modificaciones para lograr su aprobación en el Senado, acto que para muchos terminó por desperfilar la reforma.
De hecho, los especialistas concuerdan en que, con el actual proyecto, es difícil que pueda atacarse la desigualdad, considerando que aún existen vacíos legales que impiden una modificación real.
A esto hay que agregar lo compleja que puede terminar resultando la iniciativa que se está debatiendo y estudiando en el Parlamento, lo que pondría en una situación de desigualdad a los contribuyentes.
Así lo cree el director del Centro de Estudios Tributarios de la Universidad de Chile, Gonzalo Polanco: “Nosotros podemos tener un sistema tremendamente equitativo, que esté planificado al detalle para que todos paguen de acuerdo a sus rentas o a lo que perciben, pero si ese sistema es muy complejo, va a terminar arruinando la idea de equidad, porque especialmente aquellos contribuyentes que tienen menos acceso a recursos no van a contar con la adecuada asesoría y se les va a hacer muy complicado cumplir con sus obligaciones tributarias”, sostiene.
El experto tributario menciona además algunos de los pendientes que no quedan resueltos con la reforma propuesta: “Por ejemplo, hay que producir una previsión de las exenciones que se encuentran en nuestra legislación. No solamente respecto del IVA, sino que también respecto de la ley de impuesto a la renta hay algunas exenciones que fueron establecidas en el año 1974, por ejemplo, o en la década del ’70, y es probable que ya no revistan mayor fundamento y ese es uno de los elementos que hace que nuestro sistema sea inequitativo”, agrega.
Gonzalo Durán, economista de la Fundación Sol, reconoce que las modificaciones a los sistemas tributarios ayudan a combatir la desigualdad, en el entendido que se le quita dinero a los que más poseen para redistribuirlos a través del Estado. No obstante, advierte que la actual iniciativa no garantiza esa situación: “Se reconoce que el impuesto sí es un mecanismo para mejorar las distribuciones de ingreso, desde el punto de vista filosófico, o sea, como objetivo, y eso es bueno que se diga. Sin embargo, cómo está diseñada la reforma, del dicho al hecho hay mucho trecho. En ese sentido, posiblemente no permita mejorar sustantivamente la distribución de los ingresos, como sí ocurre en otros países”.
El especialista pone como ejemplo a economías europeas que gracias a modificaciones de sus sistemas tributarios han logrado reducciones considerables en sus índices Gini, como Irlanda o Reino Unido, algo que ve difícil de alcanzar en nuestro país si no se modifica lo legado por la dictadura.
Asimismo, sostiene que en nuestro país las empresas realmente no pagan tributos: “Posiblemente las personas van a una empresa o van a comprar a un supermercado y dicen ‘esta empresa debería estar pagando los impuestos’. La verdad es que, en Chile, desde 1974 las empresas no pagan impuestos, lo que pagan es un adelanto del impuesto que pagan los dueños. En el caso de Cencosud, lo que paga Jumbo por impuestos es un adelanto de lo que tiene que pagar Horst Paulmann, entonces ahí tenemos una situación que debemos corregir si queremos una sociedad que permita redistribuir ingreso”, explica.
A juicio de Durán, la redistribución de los ingresos obtenidos por la Reforma Tributaria se verá afectada por las pocas políticas para controlar la evasión y elusión en el país.
En esa línea, considera que lo ideal sería contar con un sistema desintegrado, que permita cobrar impuestos a las personas y las empresas por separado: “La esencia de las reformas es retirar plata para proveer y eso no se está logrando con esta iniciativa”, concluye.