La televisión estatal de Pakistán fue tomada este lunes por manifestantes en contra del Gobierno. Aunque el Ejército retomó el control unos momentos después, la acción fue uno de los más duros golpes de la crisis política que sigue ahondándose en el país asiático.
Una ola de violencia ha irrumpido el sábado en las principales ciudades del país luego de dos semanas de protestas en contra del Gobierno del primer ministro Nawaz Sharif, al que acusan de fraude electoral.
El partido de Sharif ganó en mayo del año pasado 190 de los 342 escaños del Parlamento en unas elecciones validadas internacionalmente.
Durante las protestas este fin de semana al menos tres personas han muerto y 500 han resultado heridas. La policía ha arrestado a más de 100 personas. Luego de una reunión de emergencia con los partidos de la oposición, Sharif, que fue depuesto por el Ejército en un golpe de Estado en 1999, aseguró que no va a renunciar y que no dejará que “el mandato del pueblo sea secuestrado por la intimidación”.
El Parlamento discutirá durante esta semana las posibles salidas a esta crisis política.