Los tres días de Cat Stevens en la Radio Universidad de Chile

La preparación del concierto, que hoy mostrará en el Festival de Viña, se desarrolló en la Sala Máster de la radio. La visita de uno de los músicos más importantes de la historia estuvo marcada por sus clásicos. Aunque Yusuf Islám, también, compartió los pasillos, comió en el patio e incluso llegó a ensayar dos veces su espectáculo de esta noche.

La preparación del concierto, que hoy mostrará en el Festival de Viña, se desarrolló en la Sala Máster de la radio. La visita de uno de los músicos más importantes de la historia estuvo marcada por sus clásicos. Aunque Yusuf Islám, también, compartió los pasillos, comió en el patio e incluso llegó a ensayar dos veces su espectáculo de esta noche.

Mientras todo fuera de Radio Universidad de Chile era festival, en Miguel Claro 509 se vivía una fiesta propia: músicos, acordes e instrumentos llegaron a interrumpir la rutina y a llenar de clásicos las tardes en Providencia.

Cat Stevens, Yusuf Islám, o el autor de Father and son, era el centro de atención. Cuando todos especulaban en qué misterioso lugar de Santiago estaba ensayando la estrella de esta versión del Festival de Viña, en la Sala Máster se guardaba sigilosamente el secreto por tres días.

Ensayo tras ensayo, el cantante salía a recorrer los espacios. Distendido conversaba con su equipo y tarareaban canciones, se tomaba fotos con quien se acercara a pedírselo e, incluso, se dio el tiempo para firmar discos e intercambiar un par de frases con algunos más osados, que vieron cómo este músico de talla mundial compartía sonrisas con todos a su alrededor.

Cuando las cosas eran trabajo, todo se ponía serio. Canción por canción, el equipo ensayó incansablemente el repertorio que esta noche deleitará a sus fans de siempre en Viña del Mar. Clásicos y nuevas armonías se fundían en una presentación que a los nostálgicos seguidores de su tiempo como Cat Stevens, más de algún recuerdo de juventud traerán.

No tocaban desde diciembre, por tanto el trabajo fue arduo. Los instrumentos deben ponerse a tono y sus seis músicos lo interpretaron a la perfección. Es más, en el segundo día de preparación, Yusuf Islám junto a sus músicos ensayaron dos veces el espectáculo que se presentarán en Viña. En la Sala Máster quedó reflejado que pese a los meses de inactividad, la voz de Cat suena intacta, infranqueable, como si su barba negra y rulos no hubieran abandonado su vida y los treinta años de retiro no hubieran marcado su destino.

Cálido, afable, con un look de fin de semana, este hombre se vio lejos del mandato tiránico con el que se habla de algunos de los de su edad. Su barba y pelo cano, hacen juego con el despliegue de paciencia y amabilidad con el que inicia cada conversación, saluda cada encuentro y comparte cada silencio con los suyos.

Entre pizzas, lechugas y reflexiones bajo el sol, el ahora musulmán, combinó sus tiempos entre el canto y la oración; entre la charla y el silencio. La calma con la que se lo vio durante todos los días de ensayo fue el mejor reflejo de su experiencia. Ansiedad o tensión fue lo que menos se sintió en los pasillos de la radio.

Jóvenes y maduros compañeros son parte de su equipo. Todos, sin importar si era su hijo y manager, un músico de años o un joven sonidista, viven como los integrantes de una familia. La calma fue el sello del trabajo que, seguramente, hoy se verá reflejado en la Quinta Vergara.

Una y otra vez sonaban los acordes, la voz, las canciones. Hacer un recuento de cuánto logramos distinguir no sería el fiel reflejo de lo que fue: horas y horas de ensayos, veintenas de canciones, más de alguna repetición de temas, fue lo que Sala Máster dejó y también lo que en sus butacas se quedó, atesorando en sus paredes sonidos de uno de los más grandes y queridos músicos.

Así, de un modo íntimo y cordial la música se tomó el apacible espacio. Así, con sencillez, en los pasillos de Radio Universidad de Chile se vivió un propio festival, lejos de las luces, las cámaras, animadores y gaviotas, Yusuf Islám regaló su música, romanticismo y serenidad. Un privilegio que al menos, por ahora, no queremos olvidar.





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