El terremoto de mayo de 1960 acabó con múltiples cosas. Una de las menos advertidas es la protesta que los mineros de Lota mantuvieron ese año por 96 días, la llamada Huelga Larga del Carbón de Lota.
Hastiados de las precarias condiciones en que vivían, los trabajadores paralizaron un mineral que abastecía a buena parte de la economía nacional. Se alimentaron gracias a innumerables ollas comunes y soportaron la indiferencia de sus patrones y el gobierno de Jorge Alessandri. Incluso algunos enviaron a sus hijos a Santiago, donde había sindicatos que les buscaron casas donde los adoptaron.
El 12 de mayo, con casi dos meses de huelga, se produjo el gran hito de la protesta cuando los mineros y sus familias recorrieron los 40 kilómetros que separan Lota de Concepción. Algunos dicen que hasta 40 mil personas salieron de madrugada, caminaron por la carretera, cruzaron el Biobío, avanzaron por Barros Arana y se concentraron ante la Plaza de los Tribunales. El documentalista Sergio Bravo siguió la marcha, pero el registro se perdió.
Esa fue la última gran manifestación de los trabajadores del carbón y su historia hoy está retratada por partida doble en Lota, 1960. La huelga larga del carbón, una novela gráfica publicada por Nébula y LOM, cuyas ilustraciones además se exhiben en la Galería Plop!
“Fue un episodio importante en la historia regional, pero en el resto de Chile no se conoce”, dice Claudio Romo, quien se encargó de ilustrar uno de los capítulos y convocó a otros cinco colegas: Ibi Díaz, Elisa Echeverría, Vicente Plaza, Fabián Rivas y Francisco Muñoz.
“Fue un episodio de conciencia obrera, fue un punto de inflexión. Hubo otras huelgas, pero esa fue la más famosa, porque los mineros por primera vez se dieron cuenta de que también tenían poder y podían cambiar las cosas. Aunque al final les salió mal, dieron una pelea que pocas veces se ve. Al final, el libro habla del coraje de las personas que no tienen nada que perder”, agrega el también grabador.
Cada uno de los ilustradores trabajó con el relato que elaboró Alexis Figueroa, luego de una investigación de cuatro meses en la que recopiló testimonios de quienes eran niños y niñas cuando se produjo la huelga: “Quisimos hacer un producto sobre una historia épica, pero no contada a través de sus protagonistas épicos, sino a través de ojos, voces y recuerdos de personas que, generalmente, están ausentes en este tipo de relatos: los niños y las mujeres”, explica el guionista. “Habitualmente, a ellos se les considera como personajes menores en estas épicas urbanas y fabriles, pero esta es la historia del logro de un pueblo, de un pueblo donde absolutamente todos tomaron parte; no solo la figura heroica del minero a la que nos tienen acostumbrados, sino que también las mujeres y niños”, añade.
Eso significó, sin embargo, enfrentarse a las contradicciones de los distintos relatos. Pese a que ha transcurrido menos de un siglo, hay escasa documentación acerca del suceso: “Ocurrió apenas hace 50 años y ya presenta un caos en la memoria. En términos de historia está a la vuelta de la esquina, pero ya se vuelve difuso”, señala Alexis Figueroa.
La historia está contada en más de cien páginas, pero el último capítulo apunta hacia el futuro. Se sitúa en 2018, en una Lota donde las antiguas minas son utilizadas como depósitos para almacenar material radiactivo. Todo en secreto, hasta que la radiación se filtra hacia la población y se produce un desastre. “Si bien es ficción, no lo es tanto. El desarrollo del capital hace eso: construye una comunidad, produce con ella, la abandona y luego se convierte en reservorio de lo que desecha la sociedad”, afirma Claudio Romo.
Lota, 1960. La huelga larga del carbón se encuentra disponible a través de las editoriales Nébula y LOM. Una exposición con las ilustraciones también se puede visitar en la galería Plop, ubicada en Merced 349, local 7.