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Para quienes formaron su espíritu cívico en el Chile que celebraba los natalicios de los próceres de la Patria, no se les escapa que el 20 de agosto se recuerda el nacimiento de Bernardo O’Higgins hace 237 años. Una figura que despierta polémica cuando a pesar de haber participado en la gesta emancipadora y luego haber sido el Director Supremo del Chile independiente, terminó en el ostracismo muriendo en Lima como un dictador. Pero la carga emotiva que hay sobre la figura de Bernardo O’Higgins va más allá, cuando de inmediato aparece su condición de huacho, como se le tildó entonces y hasta hoy. Un apelativo que aún duele en el Chile del siglo XXI, pero que pareciera ir desapareciendo a fuerza de leyes que reconocen a todos los hijos por igual, hayan o no nacido dentro de un matrimonio, y sobre todo, por madres corajudas que ya no tienen vergüenza de sus hijos como también por las nuevas generaciones más liberales y abiertas en este y tantos otros sentidos.
Es posible que en alguna escuela chilena el 20 de agosto se haya desarrollado algún acto cívico que recuerde al natalicio de Bernardo O’Higgins, sino a la vieja usanza del poema declamado por la alumna más destacada del curso, al menos por trabajos en clase y exposiciones en torno a su persona y relevancia histórica. Pero sabemos que la práctica de la conmemoración histórica es una tradición que se ha perdido. Por esto es que la muestra del artista visual Roberto Di Girólamo cobra mucha importancia y permite reflexionar sobre algunas ideas. De partida, la exposición, llamada Carta de ajuste, es el producto de una profunda reflexión vital del propio artista que se dijo a sí mismo: “O me pierdo o me encuentro”, al decidir terminar abruptamente con una exitosa trayectoria en la publicidad y en la animación para retomar un camino que había dejado hace tres décadas, cuando se vislumbraba como una de las promesas de la escena artística de entonces. ¿Qué le sucedió a Roberto Di Girólamo? Lo que a muchos, sin embargo, lo que pocos se atreven a hacer: hastiado de trabajar sin un sentido más allá que producir y tener un buen pasar, decidió hace un años, primero de manera tímida y luego exclusivamente, tomar el carboncillo y ponerse a dibujar. La primera figura que surgió fue la de Bernardo O’Higgins, sobre la que ya había trabajado hace unos años de manera irónica al vincularla con los “Titanes del ring”, ese programa televisivo en el que musculosos luchadores peleaban violentamente en el cuadrilátero a sabiendas que se trataba de un espectáculo.
La Carta de ajuste de Di Girólamo nos presenta una serie de retratos críticos de nuestros héroes patrios. Allí está el pequeño Bernardo en brazos de su madre, una tristísima y llorosa Isabel Riquelme con un collar del que pende el retrato del padre y Virrey del Perú, dándole de mamar a su niño, que lleva puesta la banda presidencial. Un cuadro que aprieta el corazón y que evoca estilísticamente al tradicional Gil de Castro y que Di Girólamo ha decidido llamar Madonna chilensis. En otro está de nuevo O’Higgins, pero esta vez adulto y llorando amargamente con una leyenda que reza: “El que sea valiente que me siga”. En otro, un Padre de la Patria a lo punk con la frase: “Mi misión americana ha concluido”. Llorando a mares aparece en otro retrato Arturo Prat sobre el enunciado: “Mañana será un gran día para Chile”. La frase más dolorosa es quizás la que alude al pacto de silencio de las FF.AA. respecto de las violaciones a los DD.HH., cuando pone en boca de Bernardo un “no aguanto más este silencio”.
Junto a estos próceres, se despliega una serie de retratos de personas comunes y corrientes, como una niña, a quien se le atribuye la declaración: “Mi presencia ha dejado de ser necesaria aquí”, que le conocemos a O’Higgins en su abdicación, pero que en boca de la menor resulta provocadora. También la anciana sonriente que dice: “Por la razón o la fuerza”, todo un conjunto de chilenos sugerentes e insurrectos que nos invitan a reflexionar sobre ese Chile que hemos forjado.
La muestra Carta de Ajuste de Roberto Di Girólamo se inaugura el 5 de septiembre y permanecerá abierta hasta el 4 de octubre en Factoría de Arte Santa Rosa (Santa Rosa 2260, segundo piso, Persa Bío Bío), una forma de homenajear y reflexionar críticamente el mes de la Patria.