El pasado domingo se celebró una nueva entrega de los premios Emmy a lo más destacado de la producción televisiva. En los últimos diez años las mujeres nominadas en el total de las categorías de dirección, guion, montaje y producción fueron menos del 22% y los personajes femeninos que aparecían delante de las cámaras tendían a ser jóvenes y bellas, según el estándar del momento. Al parecer ese estándar, y lo que exigen la audiencia, está comenzando a cambiar.
Los premios Emmy son entregados anualmente por la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión, que honra el trabajo televisivo en horario estelar. Aunque hay dos academias de televisión estadounidense más que también premian el trabajo en programas periodísticos, de deportes y en televisión diurna, en general las miradas se centran en lo que sucede con las grandes producciones televisivas que van en prime time, entre seis de la tarde y las dos de la mañana.
Probablemente la mayoría de los titulares destaquen el récord de premios de Juego de tronos, que se llevó doce galardones, pero hay que subrayar que este año las mujeres marcaron más de un hito en los Emmy. Primero, la actriz Viola Davis se transformó en la primera mujer negra en llevarse el premio a la mejor actriz principal en una serie dramática con How to get away with murder. La actriz ha sido especialmente enfática en la importancia de que existan roles interesantes para mujeres de sobre cuarenta y de color y que gracias a eso, es posible ganarse premios.
Los dos galardones para actrices secundarias también se los llevaron mujeres negras, Uzo Aduba -más conocida como “Ojos locos”- por la serie ambientada en una cárcel de mujeres Orange is the new black y Regina King, que triunfó como mejor actriz de reparto en una mini serie o película para televisión, por American crime.
Además de Juego de tronos -que tiene tremendos personajes femeninos, aunque ninguna mujer como directora en sus últimas temporadas- las series más premiadas este año son producciones protagonizadas, escritas y/o dirigidas por mujeres. Por ejemplo, la comedia de sátira política Veep, de HBO, que se llevó el premio a mejor actriz, para la maravillosa Julia Louis Dreyfuss, mejor actor de reparto y mejor guión de comedia.
La otra gran ganadora de la noche fue la miniserie basada en un libro escrito, guionizado, dirigido y protagonizado por mujeres: Olive Kitteridge. A partir de la novela de Elizabeth Strout, la serie trata sobre una compleja profesora de matemática retirada y sus relaciones con su familia. Esta producción de HBO se llevó casi todos los premios para miniserie: mejor actriz para Francis MacDormand, actor para Richard Jenkins, actor secundario para Bill Murray, guión para Jane Anderson, dirección para Lisa Cholodenko y mejor mini serie,
Además la serie de Amazon Studios Transparent, sobre la vida de una familia de Los Ángeles que tiene que lidiar con que la transformación de su padre en transgénero, se llevó el reconocimiento a mejor dirección de comedia para su creadora y directora Jill Soloway y mejor actor para Jeffrey Tambor. Y los Emmy siguieron celebrando a mujeres que se salen de los márgenes: mejor actriz de comedia se fue para la tremenda y versátil Allison Janney, por su rol como abuela cool con un pasado de sexo, drogas y rock and roll en Mom; el reconocimiento a la mejor película para televisión fue otorgado a Bessie, de la realizadora Dee Rees y basada en la vida de la madre del blues Bessie Smith; y el premio para mejor serie de variedades fue para la imparable y graciosísima Amy Schumer y su serie Inside Amy Schumer.
Quizá lo más notable y esperanzador para celebrar de estos Emmy sea que lo más premiado hoy en televisión son series sobre mujeres de más de cuarenta años que están desafiando los estándares de roles, belleza y carácter que hasta hace poco reinaba en la pantalla chica, y que –lamentablemente- lo siguen haciendo en el cine. No olvidemos que de las cien películas más vistas el año pasado ni una sola tenía como protagonista a una mujer de más de cuarenta. En un mundo en donde la estandarización de los cuerpos y de las vidas sigue siendo un discurso potente en los medios y en donde la juventud se vende como el único lugar posible para la realización, este vuelco de la producción televisiva parece desafiar los estándares que la misma televisión ha ayudado a construir, haciendo visibles otros tipos de mujeres, complejas, divertidas, vivaces.
Hay miles de mundos femeninos para contar y mucho talento de mujeres realizadoras para hacerlo. Está comprobado que mientras más mujeres estén trabajando tras las cámaras, más mujeres interesantes aparecen delante de ellas. Esperemos que estos premios sean, no una rareza, sino un síntoma de buenos y permanentes cambios que contagien en otros medios y nos permitan –tanto a mujeres como a hombres- mirarnos desde nuevos lugares.