A menos de dos meses de comenzar los Juegos Olímpicos, Río de Janeiro enfrenta serios problemas en su sistema de transporte.
Las obras que prometen conectar la ciudad de 16 millones de habitantes, con una superficie casi 70 veces mayor a la Región Metropolitana de Santiago, todavía no están listas. Además, en su primer día de uso, el tranvía eléctrico construido especialmente para las Olimpiadas salió de sus vías.
“A cincuenta días de los Juegos Olímpicos, Río de Janeiro parece no estar completamente lista para recibir la mayor competición deportiva del mundo. 33 sedes recibirán las disputas de medallas en cuatro regiones de la ciudad, siendo ellas Barra de Tijuca, Deodoro, Maracaná y Copacabana. La mayoría de las obras están en fase de finalización. La expectativa es que la línea 4 del Metro, que conectará Barra de Tijuca con el centro de la ciudad, sea inaugurada antes del inicio de los Juegos”, detalló a Diario y Radio Universidad de Chile el periodista brasileño Víctor Rocha.
El tranvía defectuoso había sido inaugurado con dos semanas de retraso y de las 44 estaciones prometidas sólo ocho fueron entregadas, a pesar de haber gastado prácticamente todo el presupuesto previsto.
Además, la inauguración de la obra no contaba con la aprobación del Ministerio Público, que consideraba que la señalización era inadecuada para peatones, automovilistas y usuarios.
Río de Janeiro ha pasado por enormes transformaciones urbanas con la justificación de preparar la ciudad para recibir un calendario de grandes eventos como el Mundial de Fútbol, la Jornada Mundial de la Juventud y ahora los Juegos Olímpicos.
Pero más que ser un legado para la ciudad, las obras de las Olimpiadas han funcionado como un instrumento de legitimación y profundización de las desigualdades socioespaciales de la ciudad carioca.