Después de mí, la derecha: la arriesgada apuesta de Carolina Goic

La DC está en una posición incómoda. Nadie en el mundo político se cree el bluff de ir solos a primera vuelta, sobre todo considerando que la candidata falangista podría salir cuarta en noviembre.

La DC está en una posición incómoda. Nadie en el mundo político se cree el bluff de ir solos a primera vuelta, sobre todo considerando que la candidata falangista podría salir cuarta en noviembre.

“Estoy convencida de ir a primera vuelta”, afirmó la senadora Carolina Goic en una entrevista a La Tercera este domingo. A principios de año, cuando fue recién electa presidenta de la Democracia Cristiana y pre-candidata presidencial de ese partido, estaba convencida de todo lo contrario: competir en primarias.

Claramente, realizar primarias, cualquiera sea su naturaleza, incomoda a la clase política tradicional. Sebastián Piñera fue escogido a dedo por las cúpulas de la UDI, RN y el PRI. Ricardo Lagos quiso hacer lo mismo, pero sólo lo logró con el PPD y naufragó estrepitosamente con el PS (después de lograr que ese partido abdicara de primarias internas).

Pero el caso de la legisladora de Punta Arenas es distinto. Su actual insistencia en llegar como candidata única de la DC a la papeleta presidencial de noviembre, pese a que con ello asume el riesgo de quebrar a la coalición oficialista, corresponde más bien a otra lógica: la negociación política.

La aprensión de la senadora y de su partido con las primarias es repetir la debacle de Claudio Orrego en 2013. Aunque con fuertes matices, el escenario actual no es muy distinto. Hay un candidato del ala más de “izquierda” de la coalición muy bien posicionado en las encuestas, y un nombre de la DC –ella misma- que apenas marca 2 por ciento de intención de votos.

Es probable que su insistencia pública y cada vez más constante de que llegará a noviembre sea una estrategia para repuntar en las encuestas. Al menos lo suficiente cómo para llegar con mayor fuerza a la mesa negociadora de la Nueva Mayoría.

Después de la derrota y el retiro de Lagos, la falangista aseguró que ya no había “condiciones” para ir a una primaria. ¿La razón? El temor de la DC de ser barrida del mapa tal como sucedió hace cuatro años, ya que estaría enfrentada sola frente a un candidato, el senador independiente Alejandro Guillier, respaldado por el PS, los radicales y que cuenta con amplia simpatía en algunos sectores del PPD, en especial los que encabeza Guido Girardi.

Sin embargo, el escenario presidencial debiese ser aún más aterrador para la DC. Con Piñera y Guillier liderando por amplio margen, y con Beatriz Sánchez del Frente Amplio marcando ya tres veces más que Goic, la Democracia Cristiana y su candidata corren el peligro real de salir cuartos en noviembre.

Por lo tanto, a no ser que la DC esté en una misión cuasi suicida de auto-inmolación, todo indica que el griterío actual apunta a obtener cuotas de poder al interior del oficialismo. El problema es que Guillier, saltándose todos los protocolos y costumbres de la política del cuoteo que ha dominado el escenario del poder en Chile el último cuarto de siglo, no ha dado señales de querer apaciguar la ansiedad de sus socios. No lo hizo con Lagos y no lo está haciendo ahora con Goic.

Ante la falta de señales del senador por Antofagasta, la desesperación de la DC sólo aumenta. “Mi posición es clara: Carolina Goic a primera vuelta, aunque tengamos que ir en lista propia”, afirmó a El Mercurio el senador Ignacio Walker.

Lo que subyace a toda la refriega al interior del oficialismo es que, en el fondo, sus representantes han dado por perdida la elección presidencial de fines de año. Así, la Nueva Mayoría apuesta todas sus fichas a mejorar sus expectativas en los comicios legislativos. Pero el abanderado de la coalición arrastra o resta votos. Con Goic saliendo probablemente cuarta en noviembre de ir sola, su candidatura es un mal negocio para la DC. Cuatro de los siete senadores que actualmente tiene ese partido van a reelección. Sin embargo, se trata de nombres tan “contundentes”, que al interior de la falange dudan que puedan perder sus escaños. Estos son Andrés Zaldívar, los hermanos Ignacio y Patricio Walker, y Manuel Matta, quien reemplazó a Ximena Rincón cuando ésta se incorporó al gobierno de Bachelet.

Y, así, la DC sigue estirando un chicle que hace horas perdió todo su sabor. A estas alturas las declaraciones de varios de sus máximos representantes parecen más bien críticas de la oposición derechista, que aportes de aliados disconformes. Esta “derechización táctica” de la DC es probablemente parte de su estrategia para forzar una mayor presencia dentro de la Nueva Mayoría. Sin embargo, también podría convertirse en un error estratégico clave, ya que el discurso derechista está más que representado por Piñera y la UDI y RN.

En la sección de comentarios del diario La Tercera, un lector se preguntaba, (al referirse a la entrevista a Carolina Goic), si acaso la DC no estaba siguiendo el camino de inicios de los años 70, cuando Frei Montalva prefirió que ganara la derecha (a través de un golpe de Estado), que buscar soluciones dentro de la centro-izquierda.

En una ocasión un alto dirigente del PPD afirmó que la política no consistía solo en cálculos, sino que también involucraba emociones e historia. Es verdad. Y la DC actual oscila entre ambos polos: maximizar sus chances políticas al interior de la coalición, u optar por un sentimentalismo que apela a las bases, pero que significa una dura derrota política. Porque, a quién le cabe duda de que estos no son los tiempos de la “Marcha de la Patria Joven” de la campaña de Eduardo Frei Montalva en 1964, o del idealismo de izquierda de Radomiro Tomic en 1970. Ni siquiera estamos en la época del pragmatismo que llevó a Patricio Aylwin y Eduardo Frei hijo a La Moneda en los años de la post-dictadura.

Así las cosas, Goic y su partido enfrentan, en esencia, tres escenarios.

El primero es la “Opción Alvear”. Es decir, competir teóricamente en una primaria para, ante la evidente derrota, bajar la candidatura por el bien de la coalición y del país. Fue eso lo que hizo en 2005 la ex ministra Soledad Alvear en las primarias internas de la Concertación frente a Michelle Bachelet.

La segunda opción es repetir el “Escenario Orrego”, pero con una derrota menos dura. En otras palabras, asegurar que Goic tenga un desempeño relativamente aceptable en una primaria de la Nueva Mayoría, siendo apoyada, por ejemplo, por el PPD.

La tercera opción corresponde al camino propio y “emocional” que bien podría desembocar en un “escenario italiano”. Es el que oficialmente apoya la DC al insistir en que irán a primera vuelta solos. Pero el camino “italiano” podría significar el fin de la Democracia Cristiana en Chile. En concreto, los democrata cristianos de ese país reinaron casi sin contrapesos durante las cinco décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, pero una serie de errores políticos, junto a la campaña judicial “Manos Limpias” de inicios de los años 90, llevó a la implosión y desaparición del partida político italiano más importante del siglo 20.

El discurso sentimentalista de Goic y los “príncipes” de la DC parece apuntar en esa dirección. En la entrevista con La Tercera, la presidenta de ese partido se quejó de que su conglomerado está siendo arrinconado por los sectores de izquierda del oficialismo. Nada nuevo bajo el sol: Andrés Zaldívar fue arrinconado por Ricardo Lagos en 1999, Soledad Alvear por Michelle Bachelet en 2005, y Claudio Orrego por la misma Bachelet en 2013.

Después, Carolina Goic se quejó de la falta de unidad de los partidos oficialistas, apuntando sus dardos al Partido Comunista y el voto de abstención de la diputada Camila Vallejo, que bajó la semana pasada el proyecto de educación superior del gobierno. Pero se le olvidó mencionar que han sido legisladores de la DC que vienen atrasando hace al menos dos años la Ley de Aborto impulsada por La Moneda.

Acto seguido, la candidata DC se quejó en esa entrevista que los mecanismos son hoy en día más importantes que el fondo de las políticas públicas, dejando entrever que una supuesta “izquierdización” del gobierno de Bachelet ha echado a perder el país. “Cuando dejamos de hacer hospitales, porque lo importante es quién los construye, cuando siempre los han construido los privados”, afirmó, siguiendo la línea tradicional de la Concertación de los años 90 de concesionar o privatizar los servicios sociales básicos. “O a lo que nos pasa en materia de Isapre: hoy día tenemos presa de las preexistencias a más de 500 mil personas en la Isapre MasVida porque durante estos tres años, en una ideologización de cómo hacemos el debate en salud, dejamos de responder a las mujeres que son castigadas porque están en edad fértil”.

Lo que a ella se le olvidó mencionar es que el Superintendente de Salud, Sebastián Pavlovic, es militante de la DC.

Cuando Frei Montalva hizo campaña en 1964 algunos auguraron que la Democracia Cristiana gobernaría por 30 años. Lo hizo sólo por seis en esa ocasión. Pero, en el largo plazo, algo tuvo de razón. A esos seis años se sumó la década del 90 con Aylwin y Frei hijo, más 14 años como co-gobernantes bajo las presidencias de Lagos y Bachelet, completando así 30 años.

Ahora, completando tres décadas en las cúspides del poder, la DC está en una encrucijada: apostar por el camino propio, que ya le falló con Frei Montalva en 1970, o asumir su papel de socio minoritario, que viene desempeñando desde 1999.

El resto es música.





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