El anuncio unilateral de Donald Trump de sacar a las tropas estadounidenses de Siria ha sido la gota que ha colmado el vaso para el secretario de defensa Jim Mattis, celebrado en Washington por ser un dique de contención con los excesos del presidente.
En una elocuente carta de renuncia Mattis escribe que Trump tiene el derecho a que quien dirige el Pentágono se alinee mejor con sus puntos de vista.
“Usted tiene el derecho de tener un secretario de Defensa cuyos puntos de vista estén mejor alineados con los suyos…creo que lo correcto para mí es renunciar a mi cargo”, dijo Mattis a Trump en su nota de renuncia.
En junio, Mattis advirtió a los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que abandonar Siria de manera precipitada sería un “error estratégico” el cual podría “dejar un vacío” que podría ser “explotado por el régimen de (el presidente sirio Bashar Al) Asad o sus aliados”.
Trump también hizo saber que pretender ir todavía más lejos en el repliegue de efectivo. El presidente decidió reducir el contingente estadounidense desplegado en Afganistán, dijo a la AFP una fuente que pidió anonimato. La decisión fue tomada. Habrá una retirada significativa”, dijo la fuente.
Actualmente, Estados Unidos tiene cerca de 14.000 tropas en ese país, algunas en misión de la OTAN como apoyo a las fuerzas afganas y otras en operaciones de lucha antiterrorista.
La renuncia de Mattis termina con la denominada troika del sentido común que integraba con el jefe de gabinete John Kelly y con el secretario de estado Rex Tillerson, garantes del freno a los impulsos más desenfrenados de Trump.
Mattis prestará servicios hasta fines de febrero, lo que le dará a Trump una breve ventana para nombrar un sucesor que puede ser confirmado por el Senado.