El nivel de agua contenida en el embalse Los Aromos, ubicado en la comuna de Limache, es la reserva de consumo humano de la cual dependen las zonas de Valparaíso, Viña del Mar, Concón, Quintero, Puchuncaví, Zapallar y Papudo.
En la actualidad, sin embargo, según ha anunciado la organización Greenpeace, dicha reserva se ha reducido al menos en un 6 por ciento de su capacidad, algo que, en plena crisis sanitaria provocada por el COVID-19, ha vuelto a encender las alarmas respecto a las políticas que maneja el Gobierno para hacer frente a este problema.
Para la coordinadora de campañas de Greenpeace en Chile, Estefanía González, el análisis y las iniciativas frente a esta situación deberían partir primero desde la observación respecto de si la sequía efectivamente producirá un impacto en todas las instancias en las que es utilizada el agua o si más bien se privilegiará a alguna de ellas.
Así, en conversación con nuestro medio, González, criticó que los derechos del agua del río Aconcagua, que podrían llenar el embalse en solo dos días, estén principalmente destinadas a las actividades industriales de Valparaíso, como la minería y la producción de palta.
“El consumo humano representa solamente un 10 por ciento del uso del agua en toda la región de Valparaíso. Lo que hoy día debiésemos hacer es garantizar primero el consumo humano, una política pública que asegure el agua para las personas, y luego de ello, ver el resto de los usos. Acá es al revés, lo que queda para el consumo, lo que queda para el embalse son las sobras de las actividades industriales”, enfatizó González.
Según las observaciones sobre este tema realizadas por el Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y el Medio Ambiente (Modatima), el déficit de lluvias para este año oscilará entre un 20 y 50 por ciento. Ante esto, según indicó a nuestro medio uno de los integrantes de dicha organización, René Vergara, el Gobierno erróneamente propone planes concentrados exclusivamente en el riego tecnificado de las grandes productoras.
Es justamente por esta razón que, según Vergara, la construcción de más embalses no resolvería el problema de la crisis hídrica pronosticada para este año.
“Sebastián Piñera llama a producir agua, indicando que ya está en carpeta la construcción de 20 embalses más; sin embargo, la fractura metabólica del ciclo hídrico y social de los ríos los mantiene sobre otorgados hasta la fecha. Muchos de ellos ya no tienen escurrimiento superficial, y se ve lejana la posibilidad de llenar dichos embalses, dado que los ya existentes están con sus cuotas cada vez más bajas”, precisó.
Asimismo, Vergara se refirió a la postura que ha mantenido el Gobierno frente a la población que se verá más afectada por esta sequía, lo mismo que es aún más grave considerando la crisis sanitaria que se vive en el país.
“A las comunidades rurales se les están entregando 50 litros de agua por persona, lo que claramente es menor a lo recomendado por la OMS, que indica que una persona debe consumir en promedio 100 litros de agua para satisfacer las necesidades tanto de consumo como de higiene, y que, con la actual situación sanitaria, los 50 litros que se les entrega no les permite realizar adecuadamente la sanitización personal para prevenir contagio por coronavirus”, manifestó el activista.
Desde la mirada científica frente a este problema, la académica de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago, María Inés Rubio, explicó que otro de los factores que agravará el déficit de lluvia pronosticado para este año es el crecimiento demográfico de Santiago, algo que difícilmente puede ser enfrentado en el corto plazo mediante la construcción de más embalses.
“Cada vez vamos a consumir más agua, hemos agotado los pozos subterráneos en zonas donde los ríos son débiles, y eso no tiene solución inmediata. Quizás la autoridad podría hacer más embalses, pero eso lleva años de construcción (…) Dependemos o de los ríos o de las aguas subterráneas”, señaló Rubio.
A toda esta situación, que además ya viene siendo arrastrada al menos desde hace dos años, se le debe agregar justamente la llegada del fenómeno de la Niña, que provocará en Chile temperaturas más bajas y ausencia de lluvias.
Por tal motivo, es hoy de vital importancia enfocar los planes en un aprovechamiento racionado del agua, planes que no condenen a la desaparición a la pequeña industria agrícola, ni tampoco a las comunidades para las que la crisis hídrica no es un sueño apocalíptico, sino una pesadilla diaria.