En las fotos en blanco y negro de las marchas de Selma, Montgomery, junto a Martin Luther King, John Lewis está siempre en primera línea. En Washington, es él quien se dirige a la multitud justo antes del famoso discurso de “Tengo un sueño”. En ese momento, tenía unos 20 años. Golpeado por la policía, arrestado en varias ocasiones por su lucha por los derechos civiles, Lewis fue uno de los últimos sobrevivientes del círculo íntimo de Luther King.

Elegido a la Cámara de Representantes como demócrata de Georgia en 1986, fue respetado tanto por sus compañeros demócratas como por los republicanos. En el Congreso continuó su lucha por la justicia social y contra el racismo. En los últimos años, se había convertido en uno de los más fuertes oponentes de Donald Trump. Una de las cosas que se negó a hacer fue asistir a la ceremonia de investidura del mandatario estadounidense.

Desde el anuncio de su muerte el viernes 17 de julio producto de un cáncer de páncreas, se han multiplicado las condolencias. La líder de los demócratas en la Cámara de Representantes lo llamó héroe: “John Lewis era un titán del movimiento de los derechos civiles”, escribió Nancy Pelosi. “Su valentía y bondad transformaron la nación”, dijo.

Para el hijo de Martin Luther King, John Lewis “le dio voz a los que no la tenía”. Bill Clinton lo aclamó como la conciencia de la nación y un icono de los derechos civiles.

El ex presidente Barack Obama también le rindió homenaje a John Lewis. Le otorgó a Lewis la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil de Estados Unidos, en una ceremonia en la Casa Blanca en 2011. “Pocos vivimos para ver crecer nuestro propio legado de una manera tan notable y significativa. John Lewis lo hizo”, escribió Obama en Twitter este sábado, señalando que el ex activista «”amaba tanto a su país que arriesgó su vida por él”.

Hace unas semanas, John Lewis apoyó a los manifestantes que salieron a la calle tras la muerte de George Floyd.