La pobladora del Barrio Transitorio Renacer, en Alto Hospicio, Lorena Zambrano dice sentir la postura del Gobierno respecto de la migración en el norte del país casi como un acto político con el fin de desviar la atención de la ciudadanía.
Esta semana ha sido de particular relevancia para el tema migratorio en Chile. Por un lado, el Senado terminó un largo proceso de votación correspondiente a la nueva Ley de Migraciones; esto al alero de una estrategia encabezada por el Ministerio del Interior, que acusó a una indicación de la oposición en dicho proyecto, de generar un incremento en los últimos meses de ingresos extranjeros clandestinos.
La teoría defendida principalmente por el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, ha tenido un impacto tanto en las autoridades del norte del país, que advierten que de una probable alza en las cifras correspondientes al COVID-19, así como en la ciudadanía. Muestra de ello, por ejemplo, es un caceroleo llevado a cabo esta semana en Iquique, solicitando medidas más estrictas para el ingreso de extranjeros.
Frente a esto, la dirigenta y vocera de la Asamblea Abierta de Migrantes y Pro Migrantes de Tarapacá (AMPRO), Lorena Zambrano, criticó, en conversación con nuestro medio, la vinculación deslizada por algunas autoridades, enfatizando que la comunidad migrante en el norte del país no es la culpable de políticas relegadas desde hace tiempo.
“Podríamos hablar de que la región no está capacitada en ningún aspecto. Tenemos un solo hospital regional y esto no me van a decir que es culpa de los migrantes, son medidas sanitarias que tenían que cambiar desde hace mucho tiempo. Nosotros lo tomamos como un hecho acosador y casi que inescrupuloso, llamar que la migración es culpable de lo que hoy día pasa, cuando vemos que son políticas que se han tomado mal desde hace mucho tiempo y estos son los resultados”, manifestó.
Asimismo, la dirigenta de Alto Hospicio le bajó el perfil a los caceroleos reportados por algunos medios durante esta semana en Iquique, y agregó que algunos hicieron un uso irresponsable de la información, llamando “ilegales” a las personas migrantes que llegaron en los últimos meses a dicha región. Contrario a esto, aclaró, es justamente el norte del país unas de las zonas del país que más internalizada tiene a la migración en su día a día, sobre todo por la cercanía con la llamada triple frontera.
“La mayoría de los que salieron a cacerolear fueron adultos mayores, no fue una población joven. Creo que la rabia, producto de las injurias mal infundadas, hace que la gente crea eso. Yo llamaría a los medios a sacar las cosas buenas, por qué no se habla como las organizaciones migrantes han ayudado a las ollas comunes, por qué no se habla de cómo nos organizamos para poder hacer aportes. La prensa debería tomarse la molestia de discutir esto”, criticó.
Por otro lado, Zambrano también respondió la denominación usada por el Gobierno para explicar el aumento de ingresos clandestinos al país y que hace referencia a un “efecto llamado”. Para la dirigenta, son otras la causas que estarían provocando este aumento sostenido no solo en los últimos meses, y no una Ley de Migraciones que aún no está decretada.
“Este efecto llamado no existe. Mientras no salga el decreto y no esté firmado, no existe. Aun así, hay que entender que este proceso migratorio, esta oleada como le llaman de hermanos venezolanos, está pasando a nivel mundial, están escapando de un país que está empobrecido, que hoy día los ataca y puede ser cualquiera. Esta población está migrando a todos los países cercanos como Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, no es que solo a Chile le esté afectando”.
Como se sabe, desde el jueves, el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, viajó a la región de Tarapacá para reunirse con las autoridades y analizar el tema del incremento de ingresos clandestinos mencionado anteriormente.
Aunque Galli fue enfático y precisó que se incrementarán los esfuerzos policiales y militares fronterizos, además de las expulsiones correspondientes, para Zambrano hubiera sido pertinente también escuchar a los territorios y organizaciones migrantes para buscar soluciones en conjunto y políticas mucho menos estigmatizadoras.