Gloria Münchmeyer sobre el teatro virtual: “Es una manera de abrir nuevas fronteras para la creación”

El próximo 19 de marzo la actriz inaugurará, junto a Gabriela Hernández y por medio de un montaje virtual, la temporada 2021 del Teatro Finis Terrae. La pieza será una excusa para hablar sobre confinamiento, soledades y tercera edad.

El próximo 19 de marzo la actriz inaugurará, junto a Gabriela Hernández y por medio de un montaje virtual, la temporada 2021 del Teatro Finis Terrae. La pieza será una excusa para hablar sobre confinamiento, soledades y tercera edad.

El teléfono de la actriz Gloria Münchmeyer (82) no deja de sonar. Durante el día debe responder más de una entrevista a raíz de Niebla, montaje virtual que estrenará junto a la actriz Gabriela Hernández (82) el próximo 19 de marzo en el marco de la inauguración de la temporada 2021 del Teatro Finis Terrae.     

Pero, pese a la insistencia de las llamadas, en su voz no existe apuro. Por el contrario, la actriz se lanza con respuestas pausadas que sólo pueden transmitir tranquilidad. Ninguna palabra se tropieza con la otra; ninguna llamada corta las ideas. Todo parece controlado y en armonía, pese al ajetreo que significa un estreno. 

“No es que sea sabia, lo que pasa es que sigo siendo actriz y me voy a morir siendo actriz, igual que Tomás Vidiella. Mi modo de vivir tiene que ver con el ser actriz”, explica la intérprete, cuya carrera ha estado marcada por producciones como La Madrastra (1981), Marrón Glacé (1993) y Los Carcamales (2020), entre muchas otras. 

De ese modo, la actriz se pronuncia respecto de lo que será el lanzamiento de Niebla, su confinamiento, el teatro virtual y la Convención Constitucional. “Tengo mucha confianza en este proceso”, dice sobre este último punto.  

¿De qué se trata Niebla? ¿Algo que pueda adelantarse?

Esta obra es un diálogo entre dos mujeres de la tercera edad que se están despidiendo, porque una se va a recluir al campo con algunos parientes y la otra que ya está recluida porque está con síntomas de alzheimer. Es un diálogo entre las dos donde recuerdan su vida pasada y cómo llegaron a ese punto.

Niebla es un montaje virtual, ¿se acostumbra a trabajar en esta modalidad? 

No, pero no me queda de otra. Lo que pasa es que el teatro es el único arte de la representación que necesita público presente. Ni siquiera el ballet, porque el ballet no tiene palabras, no tiene oralidad, por lo tanto, se puede hacer y se puede representar en formato Zoom o lo que sea. Los actores trabajamos arriba de un escenario en contacto directo con el público y eso nos ha afectado mucho, porque es lo que primero se suspendió y creo que es lo último que va a abrir. Sentir al público ahí, reaccionando, es absolutamente necesario en el caso nuestro. Los actores de teatro estamos muy perjudicados. 

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Pero cómo ha sido para usted el trabajar una obra de estas características, en donde no existe el lenguaje corporal que es tan necesario a la hora de presentarse en el escenario… 

La vida cambió en un cien por ciento para todo el mundo y con mayor razón para la gente creativa que pertenece al rubro de la creación artística. Es inevitable. Desde arriba del escenario se siente una vinculación que yo la llamo molecular, porque está la gente ahí: respira, se ríe, llora, exclaman, hacen comentarios. Eso ya no existe, entonces, en ese sentido, cuando uno está arriba del escenario recibe eso, lo absorbe y lo reemite y lo recibe el público. Es una corriente que va y viene. Nunca una función es igual a otra. El público nos va modificando. Eso es maravilloso y eso es lo que se perdió. 

¿Cómo vislumbra las exploraciones que se han hecho con el teatro virtual?

Hay mucha inquietud por parte de los creadores que están inventando nuevas formas. Están tratando de imaginar nuevos formatos para que la corporalidad llegue de alguna forma, aunque no sea presencial. Esa es una inquietud que tienen los creadores que me parece fantástica, porque es lo que viene. No creo que esto sea pasajero. Es una manera de abrir nuevas fronteras para la creación. Es muy interesante. 

¿Cómo es su relación con las tecnologías, con estas plataformas tipo Zoom a través de las cuáles también se han presentado obras teatrales?  

¡Olvídate! Aprendí a leer con el silabario Matte. Imagínate lo que es para mí enfrentarme a todo esto. Es muy difícil, gracias a Dios tengo la ayuda de mi nieta. Ella viene y me ayuda cuando tengo que hacer un Zoom. Si no fuera por ella, sería un desastre. Pero hay que adaptarse. 

Confinamiento, pandemia y Convención 

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El confinamiento no ha sido un tema relevante para Gloria Münchmeyer. Según relata, durante este paréntesis ha seguido una rutina repleta de quehaceres: visionados de películas, lecturas, dibujos. Incluso la presentación vía streaming de la obra Viejas de Mierda.

La actriz reconoce que esta tranquilidad se debe, en gran medida, a la compañía otorgada por su familia, pero también, a una cierta estabilidad económica. 

¿Cómo ha enfrentado este periodo de confinamiento?

No tengo problemas con el confinamiento. Con lo que tengo problemas es con no poder actuar en vivo. Pero el confinamiento me viene bien. Siempre he tenido el síndrome cabaña. Me encanta. El teléfono para mi ha sido el vínculo con el afuera. 

No ha pasado por ese momento de estrés tan propio del encierro… 

No, para nada. 

La escucho muy tranquila con esto…

Lo que pasa es que tengo un predicamento personal que he usado toda la vida y que se llama ubicación. O sea, analiza lo que te rodea y ve cómo estás en esta situación, qué es lo que hay que hacer, que es lo que no hay que hacer, qué es lo que hay que aceptar, qué es lo que hay que rechazar. Entonces, frente a momentos como este, estoy ubicada. No quiere decir que viva feliz. Yo vivo con altos y bajos, con angustias, con momentos muy tristes, con momentos muy alegres también, pero en general, diría que estoy ubicada.  O sea, sé donde tengo que estar y cómo tengo que estar y si me cuesta, trato de no desesperarme porque la desesperación no lleva a nada. Como todos los virgos, soy bastante analítica y bastante cabezona, entonces, controlo mis excesos emocionales. 

Pero, ¿qué es lo que más la angustia de este momento?

La muerte. 

El COVID-19 a todos y todas nos ha puesto frente a este tema, de alguna u otra manera. ¿Cómo toma aquello? 

Como hay que tomarlo: en serio. Es una pandemia que determina el cómo vivir y lo que tienes que hacer. En ese sentido, yo soy súper disciplinada. Nadie entra a mi casa si no se ha desinfectado entero. En general, recibo muy poca gente, nada más que la indispensable. Gracias a Dios mi hija y mi nieta viven en el mismo edificio. Además, desde hace muchísimos años vivo con mi hermana. Entonces, no es que no tenga con quien hablar. Eso es una gran cosa. El otro plus es que, en comparación con mucha gente, no tengo apuros económicos. No soy gastadora ni nada. Tengo una vida bastante simple. 

Respecto de la soledad en la vejez, ¿qué cree que pasa ahí que no somos capaces de hacernos cargo de los adultos mayores?

Ese es el gran problema, porque hay países donde la tercera edad figura como privilegiada, donde ayudan mucho a la tercera edad, por ejemplo, Alemania. Estuve ahí y me di cuenta de cómo tratan a los viejos. Allí los viejos son héroes, porque están sobreviviendo y porque además la gente tiene conciencia de que ellos son lo que son gracias a los viejos. Aquí no tenemos conciencia de eso. Tiene que ver con políticas de Estado. Este es un problema de Latinoamérica entera. 

¿Cómo ve el tema de la Convención Constitucional? 

Fantástico. Con mucho optimismo, a pesar de que haya gente que está tratando de boicotearla. Hay mucha fuerza de parte de la gente para que esto resulte. Tengo mucha confianza.





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