“Arturo Godoy, el bravo iquiqueño, que con su gran corazón conquistó tantas glorias para Chile en el extranjero, vivió el sábado en su primer combate en su país, después de una ausencia de varios años, momentos de amargura. Su público, la afición de su patria, que tantos aplausos le ha brindado y que lo había ungido como su ídolo máximo, esa noche, que Godoy recordará por siempre, lo ‘pifió’ estruendosamente“, así comienza la crónica de revista Estadio respecto de aquel combate del 28 de septiembre de 1941 en que el iquiqueño Arturo Godoy derrotó por puntos al argentino Ernesto Carnesse.
Se trataba del primer combate de Godoy en Chile en más de 6 años. Su última pelea en Chile había sido el 17 de marzo de 1935 ante el estadounidense Tommy Loughran en los desaparecidos Campos de Sports de Ñuñoa, muy cerca del lugar en el cual se emplaza hoy el Estadio Nacional.
Esa victoria por puntos marcó la despedida temporal de Godoy de los cuadriláteros nacionales y lo llevó a un viaje que lo llevó a visitar Argentina, donde derrotó a Luis Ángel Firpo, Uruguay y Estados Unidos, país donde disputaría en dos ocasiones el título mundial peso pesado ante uno de los más grandes boxeadores de la historia, el “Bombardero de Detroit”, Joe Louis.
Todas esas hazañas y gestas heroicas de Godoy solo eran conocidas por el público chileno a través de cables telegráficos y en los periódicos, que no escatimaban en el uso del lenguaje para narrar las peripecias de aquél bravo peleador chileno.
Pero la llegada de la Segunda Guerra Mundial frustró los planes de Godoy de continuar su carrera en el extranjero. Con el boxeo paralizado en Estados Unidos y Europa, Godoy regresó a nuestro país y en 1941 el Teatro Caupolicán sería el recinto elegido para el gran regreso de nuestro campeón.
Previo a ese regreso, Godoy tuvo una escala en Argentina, donde cayó por puntos ante Alberto Santiago Lovell. Si bien ese antecedente no era el mas auspicioso, poco importaba de cara a la posibilidad de ver al hombre que tuvo entre las cuerdas al invencible Joe Louis en vivo y en directo.
El rival para el regreso fue un boxeador a la medida, el desconocido argentino Ernesto Carnesse. Un mediocre boxeador argentino que tenía un récord más que discreto, comparado con la experiencia del chileno. Solo tres victorias, con dos derrotas y un empate eran la carta de presentación de un argentina que parecía ser solo la carne de cañón para el show de Arturo Godoy.
“Godoy se presentó al ring en un estado muy diferente al que lució en sus combates con el campeón del mundo. El público que asistió al Caupolicán quería ver en el ring al peleador agresivo, ágil y potente que siempre ha admirado. Deseaba la afición aplaudir a esa figura de excepción que en los Estados Unidos impresionó tan profundamente con su guapeza y extraordinario poder físico”, continuaba la crónica de Estadio dando a entender que el púgil nacional no se tomó en serio el combate.
De hecho, el siguiente párrafo de la crónica es más contundente al respecto “la desilusión fue grande. La figura del chileno estuvo muy lejos de tener estas cualidades. Godoy se presentó esa noche fuera de formas, gordo, lento e impreciso en sus golpes”.
La historia podría haber sido más corta. Efectivamente Carnesse no tenía ningún argumento para estar en el ring ante una figura como Arturo Godoy, por eso no extraño que en el primer round el púgil trasandino besara la lona.
Fue a partir de este punto que todo se nubló en la noche del chileno, las rápidas caídas del visitante provocaron la indignación de la gente que vieron en Carnesse solo un bulto más y esa situación provocó que Godoy quitara el pie del acelerador y le diera tiempo al trasandino para reaccionar.
“Ante las protestas de público, Godoy, pensando seguramente en que se podían hacer comentarios desfavorables para la seriedad del espectáculo, quiso prolongar el combate; dejó reponerse a su adversario, creyendo que podía liquidarlo más adelante. Más tarde, cuando quiso apurar las acciones y terminar el encuentro por fuera de combate, no pudo hacerlo”, relató Estadio en su crónica.
Claramente la condición física de Godoy no era la mejor y a medida que transcurrían los asaltos menos efectivos eran los ataques del chileno y, al contrario, el argentino Carnesse crecía más y más.
Así llegaron al décimo y último asalto. Con un Carnesse crecido y conectando los mejores golpes y un Godoy que en la parte final de la pelea solo se dedicó a sobrevivir. Finalmente, la pelea se extendió hasta la decisión de los jueces que otorgaron una victoria por decisión unánime para el crédito local.
Fue en ese momento que la molestia del público y la rechifla se hicieron sentir “creemos que Arturo no se merecía aquella manifestación de hostilidad por parte del público. Peleó honradamente, subió al ring dispuesto a satisfacer, a ofrecer al público de su patria una buena presentación. Si no lo consiguió fue porque su estado actual no se lo permite y esto es algo que muy pocos o ningún boxeador sabe apreciar, sobre todo un ejemplar de tanto amor propio como es nuestro campeón”, afirmaba el cronista de Estadio Gualetazo.
Luego de esa pelea Godoy sumó un periodo negativo donde sumó más victorias que derrotas hasta finales de 1942. A partir de ese año, el chileno tuvo un segundo aire que lo mantuvo invicto hasta 1946, periodo en el cual volvió a los Estados Unidos luego del fin de la Segunda Guerra Mundial.
El chileno siguió boxeando hasta 1951 cosechando victorias y campeonatos. Entremedio tuvo presentaciones sublimes, victorias dudosas y duras caídas, pero sirvieron para cimentar su leyenda y su estatus dentro de los mejores deportistas de la historia de nuestro país.
Por su parte el argentino Ernesto Carnesse se retiró luego de su caída ante Arturo Godoy, una pelea en la cual rozó la gloria que pudo haber cambiado para siempre su historia.