Entre conversaciones con músicos de cumbia y tango de Valparaíso. Revisando archivos antiguos. Recogiendo testimonios de artistas que habían sido testigos de un puerto colmado de bohemia. De esa manera, la investigadora Eileen Karmy descubrió una historia muy poco abordada y que se relacionaba con la participación de los músicos en organizaciones gremiales.
“Los músicos, siendo de géneros súper distintos, compartían muchas cosas y, una de esas cosas, era su participación en sindicatos de músicos. Todos se conocían entre ellos”, indicó la musicóloga respecto de esa primera aproximación que, posteriormente, decantó en la publicación del libro Música y Trabajo, organizaciones gremiales de músicos en Chile, 1893-1940 (Ariadna Ediciones).
El estudio surgió en el marco de una investigación doctoral y tomó como referencia dos casos de Valparaíso: la Sociedad Musical de Socorros Mutuos y el Sindicato Profesional de Músicos. Así, luego de un largo proceso de revisión de archivos físicos y digitales, la autora reconstruyó una historia muy poco conocida. En ese sentido, la musicóloga señaló que es inusual encontrar investigaciones que vinculen arte y trabajo: “Pensar a los gremios es otra arista del trabajo artístico. Realmente es algo novedoso, aunque, obviamente, hay más trabajos realizados en Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Pero son cosas que uno puede contar con los dedos de la mano”.
“El tema del trabajo y de los gremios es poco común. Yo estudié mi doctorado en Escocia y ahí trabajé con personas que estaban investigando gremios de músicos de otros países y, para todos, eran cosas súper novedosas, siendo que hay investigaciones de los años 50, 70, pero que por algún motivo siguen siendo la excepción”, comentó.
En el libro, la autora da a conocer las discusiones, demandas, acciones y propuestas que levantan los músicos desde sus respectivas organizaciones gremiales. Esto, en el contexto de un movimiento obrero que comenzaba a crecer con fuerza en los territorios. Al mismo tiempo, la publicación advierte el rol de figuras como el maestro Pedro Césari (1849-1902), cofundador de la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso; Segundo Acha; músico uruguayo y promotor del mutualismo; y el compositor Pablo Garrido (1905-1982), quien, entre 1935 y 1937 fue presidente del Sindicato Profesional de Músicos de Valparaíso.
“Entonces, todos los trabajadores se estaban organizando por oficio en sociedades de socorro mutuo: los carpinteros, los zapateros y tipógrafos. No existían leyes sociales para ellos y el socorro mutuo les permitía generar un fondo común para poder financiar los medicamentos, las visitas al médico”, comentó la autora.
“Pero, en 1924, se aprueban las leyes sociales, pero muchos músicos quedan fuera, porque no eran entendidos como trabajadores en el sentido de que no tenían una relación de empleado-empleador, sino que eran trabajadores independientes. Al mismo tiempo, en el año 28, se crea la ley de sindicatos, entonces, se obliga a los trabajadores que ya estaban organizados en sociedades de socorros mutuos a organizarse en sindicatos profesionales o industriales, no por oficios”, añadió la investigadora.
Según la musicóloga Eileen Karmy, la realidad de los artistas era profundamente precaria y señaló que, en general, las organizaciones sumaron a sus filas exponentes de distintas nacionalidades. El único requisito era dedicarse, por completo, a la música.
“En los estatutos, estaba explicitado muy claramente que, quienes querían asociarse, tenían que hacer de la música su oficio principal. No decían qué instrumento, ni qué calidad de músico, ni si sabían leer partituras o no. Eso daba lo mismo. Lo que importaba es que se viviera de la música. Entonces, se conjugaban músicos, instrumentistas, directores de orquesta, compositores, autores de canciones”, dijo.
“Además, la membrecía era, principalmente, de hombres. Hasta principios del siglo XX no se explicita que sean hombres. Se dice que está abierta a todos, pero cuando la primera mujer se quiere asociar, no la dejan. Le dicen que lo van a discutir después, porque no hay claridad, y nunca más se discute. Eso cambia en el año 25. Ahí, como dicen en esa época, pueden haber socios de ambos sexos y aceptan a las mujeres, pero sin darles sus derechos vinculados a la maternidad”, explicó la musicóloga, indicando que, en general, la participación de las mujeres, en las organizaciones analizadas, es mucho menor que la de los hombres.
Para la investigadora, esta investigación es relevante, ya que arroja luces respecto de la precariedad que, a lo largo de los últimos años, han debido enfrentar los artistas. Según indicó, la pandemia hizo aún más evidente esta realidad y señaló que, durante la crisis sanitaria, “muchos músicos comenzaron a poner sobre la mesa problemas que se ven en el libro y que son de hace 100 años atrás”.
“Hoy, veo que varios músicos se organizaron o fortalecieron su organización, planteando que la música es un trabajo y que, por lo tanto, era necesario su reconocimiento, porque con todos los bonos y ayudas de emergencia que hubo desde el Estado, muy pocos pudieron acceder porque no cumplían con los requisitos. Entonces, hay un tema súper profundo que tiene que ver con la naturaleza del trabajo y que es un problema histórico. No es algo de ahora”, señaló.
“Espero con el libro poder revertir eso y dar a conocer cosas que se vienen arrastrando y que son mucho más profundas y que los gremios puedan aprender del pasado, porque la historia se repite y se repite”, agregó.
El libro Música y Trabajo, organizaciones gremiales de músicos en Chile, 1893-1940, en su versión digital, puede ser adquirido de manera gratuita en el sitio web de Ariadna Ediciones. La versión física puede ser puede adquirir directamente con la autora, escribiendo al correo musicalmemoria@gmail.com.