Los resultados entregados de la prueba Simce por la Agencia de Calidad de la Educación, aplicada en noviembre del 2022, fueron calificados de “ninguna sorpresa” por la académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile e integrante de la agrupación Alto al Simce, Paulina Contreras.
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, la miembro del movimiento de expertos contra la evaluación declaró que “todos sabíamos desde hace tiempo que el cierre de las escuelas producto del Covid-19 iba a impactar en los rendimientos de los estudiantes“.
Frente a la pregunta de si el Simce sirve como un orientador para mejorar el rendimiento en las comunidades educativas, Contreras señaló que “el problema que tiene el Simce es que es un instrumento bastante grueso en el sentido de que no nos da mucha información de lo que pasa en las escuela, solo sabemos los rendimientos que tienen los estudiantes en lectura y matemática, no sabemos que esta pasando con todos los otros sectores que también son parte de una educación integral“.
“En ese sentido su aporte a la retroalimentación de la política pública es bastante limitado“, declaró la académica.
La experta afirmó que los indicadores que entrega el Simce de manera nacional pueden saberse de otras maneras. “Se ha dicho que las escuelas estaban a ciegas sin el Simce, eso no es así, las escuelas no están a ciegas, obtienen información acerca de los aprendizajes todo el tiempo y además tienen otros instrumentos por ejemplo la prueba Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA) que se aplicó durante toda la pandemia y que se sigue aplicando el día de hoy y que entrega información mucho más pormenorizada que sí le sirve al profesor para saber donde tienen que poner los reforzamientos“, comentó Contreras.
Por esta razón y frente a las distintas realidades de cada comunidad educativa que complica saber qué fue exactamente lo que provocó en cada uno de los establecimientos los bajos resultados, la especialista dijo que “justamente esa es una de las limitaciones que tiene el Simce, que no nos dice qué hacer porque no nos da una explicación acerca de porqué se obtienen los resultados que se obtienen”.
Como una posible solución, planteó mirar a cada comunidad en particular para encontrar caminos de solución frente al déficit de aprendizaje, esto, porque cada una tiene sus propias especificidades y porque los mismos efectos de la pandemia, indicada como una de las causas de impacto de la baja evaluación, fueron distintos en cada colegio.
“Para poder abordar esos problemas específicos, necesitamos mirar específicamente y no generalmente que es lo que hace el Simce”, recalcó Contreras.
Esto, además, para generar una política global con acompañamiento directo y con ayuda, a su juicio, del nivel intermedio de la gestión escolar como los Servicios Locales de Educación Pública que tienen “mucha más capacidad para crear intervenciones adaptadas a sus territorios”.
“La política nacional debería entregar suficientes herramientas a este nivel de intermedio para que ellos se puedan hacer cargo del mejoramiento de los aprendizajes de manera contextualizada a cada uno de estos territorios”, agregó la académica.
Por último, mencionó que como horizonte se debe avanzar a un sistema de evaluación que cuente con pruebas más espaciadas en el tiempo.
“Habría que mirar la posibilidad de no hacer un Simce censal donde es el indicador que tiene cada escuela para saber si mejoró o no, sino más bien un Simce muestral que nos de un panorama de cómo esta la situación en todo el país”, concluyó Contreras.