Desde finales de la década de los noventa del siglo XX, han sido cada día más numerosos los expertos militares, que alertan a la administración estadounidense, de la hipotética manifestación y lo que pueda deparar la aparición de un Peer Competitor -oponente de potencia comparable- es decir, un Estado con la fuerza suficiente para enfrentarse a Estados Unidos con posibilidades casi iguales de derrotarlo en distintos campos, no sólo en lo militar. Esa es la peor pesadilla de republicanos, demócratas, halcones y palomas.
Si no se trabaja en aislar al terrorismo y sus financistas, sus apologistas y valedores, todo lo que sea solidaridad circunstancial es estéril. Ser parte de rechazos o manifestaciones donde se enarbole el Je Suis Paris, Je Suis Bruselas sin que vaya acompañado del Je Suis Palestina, Je Suis Beirut, Je Suis Siria o Je Suis Libia, no sirve.
A pesar de los éxitos obtenidos por Siria, Irán, Rusia e Irak en la lucha contra las bandas takfirí, como también contra el apoyo turco y saudí, la misión en Siria no está cumplida. El peligro aún es una realidad, está latente mientras regímenes como el de Erdogan, la Casa al Saud, la entidad sionista y las Monarquías del Golfo Pérsico sigan pensando que esa zona del mundo les pertenece y sigan siendo apoyados en ese pensamiento y conducta, en esa ambición irracional por países como Estados Unidos, Francia e Inglaterra.
Bajo el manto de disímiles razones se suele invadir y ocupar países, implementando políticas de expolio de sus riquezas naturales, que es finalmente la causa de fondo y no aquellas razones tan pueriles como: la defensa de la democracia –que no existe– la defensa de la ciudadanía –que suele ser masacrada igualmente en pos de los nuevos objetivos– o la necesidad de llevar la paz a la región –cuando precisamente han sido los mismos que dicen querer la paz los que provocaron el caos que actualmente viven países como Libia, Afganistán, Irak y Siria con cientos de miles de muertos, heridos, millones de desplazados internos y millones de refugiados.
¿Con qué moral una Monarquía como la Saudí puede presentar proyectos de condena contra Rusia, Irán o el gobierno sirio en materia de defensa de los derechos humanos? Si algo de seriedad se les puede exigir a los organismos internacionales como la ONU es que no actúen con una doble moral.
La Revista The Lancet el 2008, cifró la cantidad de muertos en 660 mil iraquíes, cantidad que aumentó significativamente hasta 2011 cuando se retira gran parte de las tropas estadounidenses y es reemplazadapor Daesh. Cifras enormes, que no parecen asombrar a una comunidad internacional, que asiste impávida a este genocidio contra los pueblos de Siria e Irak como también contra el pueblo palestino, yemení y bareiní.
Parte importante de esta visión que Arabia Saudita se encuentra regida por una Monarquía tullida y rancia que deriva de su incompetencia, no sólo para manejar sus políticas de relaciones internas e internacionales o someterse a los dictados de occidente y participar de un alianzas con el enemigo más enconado con que se enfrenta el mundo musulmán como es la entidad sionista, sino también su incompetencia frente al deber que le asiste como refugio de ciudades, sitios y mezquitas sagradas para el Islam.
La búsqueda de Estados Unidos es crear zonas confederadas, que comenzarían a recibir apoyo político, diplomático, asistencia económica y militar que haría inviable la posibilidad de recuperar su control, por parte del Estado Sirio.
La lucha contra Daesh continúa y cada día queda más claro que los muertos para erradicar el terrorismo no los pone Estados Unidos y sus aliados. Cifras dadas a conocer con relación a Siria dan a conocer la magnitud del daño ocasionado a este país.
Mientras que las políticas estadounidenses en la región son ciertamente irracionales y contradictorias desde el punto de vista de la paz internacional, o incluso desde el punto de vista de los intereses nacionales de ese país en su conjunto, son bastante lógicas desde el punto de vista de los beneficiarios económicos y geopolíticos de la guerra y de las hostilidades internacionales, es decir, para el complejo militar-industrial y los defensores sionistas militantes del “gran Israel”.
Las acciones de terror que Estado islámico (Daesh en árabe) genera tanto en Siria como en Irak no se detienen a contrapelo de las supuestas acciones de contención de la autodenominada coalición internacional contra Estado islámico.