En marzo la capital retoma su ritmo habitual con aquellos puntos críticos de congestión alimentados por un parque automotriz que supera el millón 600 mil vehículos. A ocho años de la implementación del Transantiago, persiste la mala frecuencia y lentitud de los buses. En ese contexto, el Metro se transformó en la columna vertebral del servicio. Lo que fue un tren “boutique” de baja funcionalidad, que atendía a un millón 200 mil usuarios diarios, dio paso un sistema “estresado” que dobló el flujo de pasajeros.
Representantes de Metro, junto al ministro de Transportes presentaron un plan para hacer frente a las fallas que, aseguraron, seguirán existiendo. Este procedimiento tendrá un costo de 100 millones de dólares y contempla un nuevo enfoque en el mantenimiento, la forma de operaciones y la comunicación con los usuarios. El anuncio fue valorado por expertos y criticado por dirigentes sindicales de esta empresa.
Esta mañana el Ejecutivo respaldó la gestión del ministro Gómez-Lobo, pese a ello sectores de la Nueva Mayoría confirmaron que lo citarán al Congreso para que explique los problemas en Metro. Además, la UDI estudia una posible interpelación y la opción de no aprobar el presupuesto de Transporte producto de las fallas en el transporte subterráneo.
Desde la empresa ya entregaron un informe detallado que explica las causas y soluciones al evento del pasado viernes. En la oportunidad, su nuevo presidente dijo que se trataba de un error técnico y no humano, pero que evaluarán posibles equivocaciones en el traspaso de conocimientos a los funcionarios que ahora se encargan del mantenimiento de la red.