El claro triunfo de la izquierda griega tiene dos lecturas: la persistencia en la porfía de los griegos ante las imposiciones de Alemania y la Troika, o la resignación que consagra el matrimonio entre Tsipras y las políticas de ajuste. Una cosa está clara: la épica esta vez estuvo muy lejos de la del pasado 25 de enero.
El próximo 5 de junio aparece como una fecha clave en un nuevo capítulo de las tensiones entre el gobierno griego y los acreedores de la deuda de 320 mil millones de dólares que mantiene el país con la Eurozona. Alemania se presenta como el mayor prestamista, con 76 mil millones de dólares, y a la vez como el más inflexible en exigir un aumento de los recortes sociales.